martes, 22 de septiembre de 2009

VÉNCETE A TI MISMO Y SABRAS QUIÉN ERES, original de Rafael Santamaría




Cuando el Alma me habla el mundo enmudece. Respiro el aroma de su fragancia porque su olor me embriaga, y su embriaguez, da sentido a mi vida. De otra forma, no soy nada.


"¡Oh!, hermano, desenfunda tu espada y asegurate de que entras en la batalla seguro de ti, porque esta batalla será la definitiva, la más dura, el enemigo es sólo uno, pero ese enemigo eres tú. Véncete a ti mismo con las armas del conocimiento, y entierra el ego de la personalidad asegurándote que subyace para siempre bajo el dominio del Yo Verdadero. Entierra tus miedos después de haberlos dado muerte, y subsiste en lo eterno después de haber aniquilado lo efímero. Y asegúrate hermano, de que todo esto lo haces por la gracia de Dios, su gracia es Amor, y en su nombre, vence a la muerte renunciando a la vida, pues sin apego no habra ego, y sin ego, el espiritu de lo eterno aparece denuevo. Así, cuando tu luz interna reviva, su luz no tendrá fin...; ahora bien, recuerda hermano, que tú eres el sendero, y que antes de entrar en el Gran Sendero, debes haber recorrido tu sendero".


Rafael Santamaría

senseirsan@gmail.com


629 309 929

NO SOLO DE CANCER MUERE EL HOMBRE, original de Rafael Santamaría


Si al expresar una opinión, uno libera parte de lo que siente su conciencia, al expresar un sentimiento, uno libera parte de lo que siente su alma. Gracias por permitirme liberarme:




"Un buen día un hombre no volvió a su casa después del trabajo, y su mujer espero tres días para denunciar su desaparición. Pero los tres días pasaron y el hombre no volvió. La mujer denuncio la desaparición, y en la comisaria la preguntaron si el hombre se había ido voluntariamente o había desaparecido misteriosamente. La mujer contestó que había desaparecido misteriosamente pues ella no tenía constancia de que se hubiera ido por otro motivo.

Pasaron siete días más y la mujer también desapareció. Los vecinos intrigados de que no hubiera nadie en la casa llamaron a la policía, pero la policía lo único que pudo confirmar es que en aquella casa no había nadie.

Pasaron trece días más y la casa desapareció. La desaparición de la casa hizo estremecer a todo el pueblo y poco a poco la gente tuvo miedo. Unos pensaron que era obra del mismísimo diablo, otros empezaron a lucubrar fantasiosas historias acerca de la casa y sus habitantes, y hubo otros que no comentaron nada y abandonaron el pueblo.

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Un buen día un hombre enfermó, cuando el hombre entró en el sanatorio los médicos desconocían aquella enfermedad y esperaron tres días a que hubiera más síntomas para emitir un diagnóstico, pero los tres días pasaron y el hombre continuó enfermo sin que los médicos emitieran un diagnóstico.


Pasaron siete días más y el hombre empezó a agonizar y a consumirse, los médicos, asustados, intentaron averiguar el por qué, pero sólo pudieron dar fé del gravísimo estado de aquel hombre.

Pasaron trece días más y aquel hombre amaneció muerto. La gente horrorizada por la rapidez de los acontecimientos comentó de todo: unos dijeron que le había llegado su hora por abusar de todo aquello a lo que ellos consideraban que era un "delito" , otros, que de pequeño ya había padecido trastornos de no sé qué... , y los médicos, no comentaron nada y archivaron el caso.

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Un buen día un hombre enfermó de amor al enterarse que su mujer estaba gravemente enferma, como los médicos no conseguian reducirle los síntomas, para no agravar el estado de su mujer, preocupándola, decidió abandonarla. La mujer, a los tres días, denunció su desaparición, pero el hombre no apareció. A los siete días, decaida por la punzada de la soledad, su enfermedad se agravó, y los médicos no supieron contener su empeoramiento. Tanto era el sufrimiento que padecía, que el corazón de su marido lo sintió, y arrepentido, regresó. A los trece días, la casa no tenía vida, dentro yacía un hombre y una mujer muertos de amor. Los médicos levantaron acta y en el informe pusieron muerte natural, pues su corazón había dejado de latir como consecuencia de un infarto. Otras gentes especularon con la posibilidad de un asesinato, pero hubo otras, aquellas que miraron un poco más de cerca, que vieron como lo tenue, lo sutil, aquello que es tangible sólo a los ojos del alma, había doblegado a lo material, a lo corporeo"

Rafael Santamaría


senseirsan@gmail.com

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