jueves, 30 de julio de 2020

LA VOLUNTAD; original de Rafael Santamaría

He llorado en mis más tristes desencuentros y en mis más grandes infortunios, con lágrimas que a veces no salían debido a que un gran dolor las retenía no permitiéndome llorar, llegando tan sólo a emocionarme sin saber que en verdad estaba llorando por dentro.

He vivido en ese mar de lágrimas que supone el dogma social sin saber nadar él, y sin poder naufragar entre sus condicionamientos.

He sentido el desazón más allá de esta vida, llenándoseme mi vida de la más absoluta tristeza. 

He fracasado cada vez que he intentado algo, y he sufrido cada vez que lo intentaba de nuevo. 

He llegado a caerme en mi propio camino, y hasta he llegado a caerme sin haber tropezado; inclusive, han llegado a empujarme para que me cayese otra vez, y que así desistiese en mi empeño de levantarme una vez más.

He llegado entonces, a estar más tiempo en el suelo, víctima de mis caídas, que andando con paso firme en la vida.

He vivido en la agonía del día a día, he sucumbido a mis miedos, me he dejado atormentar por mis pensamientos más negativos, he soñado con mis peores pesadillas, he visto el drama de la vida, pero jamás de los jamases, he dejado que nada de todo esto viviera en mi o me acompañara de por vida.

He permitido el insulto, la vejación, y hasta he llegado a ceder los dominios de mi propia voluntad; he dejado en manos de otros mis ilusiones, he rendido pleitesía a los ideales de los demás; he sucumbido a los encantos y la seducción de la pereza, la vaguería y el desánimo; me he permitido desistir en mis metas utilizando las mismas excusas que emplearon los demás para no intentarlo una vez más; pero jamás de los jamases, he permitido que ese fuera mi modo de vida.

Darse por vencido, es vivir en la falsa comodidad de que no se puede, y al no poder, hay que abandonar; pero abandonar es abandonarse, y abandonarse es dejar de vivir.

La fuerza del alma proviene de la voluntad.

La voluntad es la que nos hace fuertes e indestructibles, además de imperecederos más allá de todo lo que perece víctima de su comodidad. 

Quien no utiliza la voluntad, es vulnerable y manipulable; y muere sin saber que ya estaba muerto.

Por eso, cuando te falte la confianza en ti mismo, ten paciencia contigo hasta que tu fe regrese a tí.
O cuando estés cansado, tómate un descanso. 
O cuando te falte el aliento, si lo necesitas parate para recobrar fuerzas. 
O cuando no sepas qué hacer, si hace falta no hagas nada; pero jamás de los jamases abandones tu suerte al olvidó; porque tu suerte eres tú, ya que con tu actitud eres tú, y no otros ni tus circunstancias, el que decide tener suerte o no en esta vida.

Rafael Santamaría