sábado, 27 de junio de 2020

LA MENTE Y LA CONCIENCIA; original de Rafael Santamaría


Tanto la preocupación como el futuro son estados mentales. 
Tales estados no existen nada más que en nuestra mente; existen en un mundo, en una ilusión, creada por nuestra mente. 
El Universo es la mente física de Dios. Su conciencia está más allá de ésa mente, y es infinita, más infinita que el aparente infinito Universo.
Pero, ¿te has preguntado alguna vez si el Universo se preocupa, o si el universo piensa en su futuro? ¿o sí el Universo tiene su propio mundo imaginario lleno de fantasías y/o pensamientos mentales?
Y entonces, ¿por qué nosotros nos preocupamos?, ¿por qué entonces pensamos en el futuro? ¿qué es lo que nos invita a imaginarnos y proyectar todas esas imágenes en nuestra mente?
Nuestra mente proyecta un guión, que no es nuestro, sobre la pantalla de nuestra realidad mental debido a que nos han enseñado a preocuparnos, y fielmente, seguimos dichas enseñanzas, ya que nuestra mente ha sido acuñada con formas de pensar denomidas esquemas mentales. 
La mayoría de nosotros seguimos un patrón mental generacional establecido. 
Somos mentes programadas al servicio de un programador.
Quien toma conciencia, inicia con dicha conciencia, el despertar de una mente programada.
Mientras no te des cuenta de que tu mente ha sido y está programada, tu conciencia se limitará a aquellos sentimientos que todavía anidan en tu corazón sin que éstos hayan sido manipulados aún por tu mente.
La observación de tus pensamientos produce una apertura de la mente que conlleva una toma de conciencia.
Cuando la toma de conciencia se produce de manera continuada la mente se empieza a abrir y la conciencia por ende se expande.
Es como si algo que estuviera encerrado en un envase (la mente es el envase) saliera del mismo, y empezará a expandirse, a ocuparlo todo, porque esa es su esencia.
La mente sigue a la conciencia cuando ésta se expande.
Mente y conciencia se alinean entonces en una sola "cosa".
Cuando ambas se fusionan, el alma se visualiza sin ser vista; los ojos que la revelan son intuitivos.
Y es cuando el hombre se ha liberado de la necesidad de discernir a través de la opinión cuando la mente se ha transformado en conciencia.
Entonces, el hombre no piensa para comprenderlo todo, porque entiende, y ha entendido, que todo es conciencia.
Ningún hombre puede tomar conciencia de lo que es sin antes haber dejado de juzgarse a sí mismo, pero ningún hombre puede dejar de juzgarse a sí mismo, si antes no ha dejado de juzgar los demás.
La opinión es mente; pero la observación, y por ende, la aceptación, es conciencia.

Rafael Santamaría