domingo, 6 de noviembre de 2011

CONVERSACIONES CON MI MAESTRO INTERIOR; original de Rafael Santamaría

-Y si dejasemos de respirar; ¿moriríamos no, Maestro?.
-No; tan sólo dejarías de respirar. Pues recuerda hijo mio, que tú alma es inmortal; y lo que nunca muere, no necesita respirar.
A vosotros:  


-Maestro, ¿dónde está Dios?
-En el mismo sitio donde le dejaste la última vez, hijo mio: en tu interior. El jamás se ha movido de tu lado.
-Maestro, ¿qué es el amor?
-Nada que te pueda explicar con palabras hijo mio.
-Maestro, ¿a dónde iré cuando muera?
-Allí a donde sacaste tu billete mientras vivías.
-Maestro, ¿cómo quiere que perdone a quien me ofendió?
-Yo no quiero nada, has de quererlo tú.
-Maestro, ¿cómo puede amar a los que le odian?
-Porque para amar a los que te aman ya estás tú hijo mio.
-Maestro, ¿cómo sabré si mi amor es puro?
-Cuando respetes las decisiones de la persona a la que amas, aun cuando esas decisiones sean contrarias a los intereses de tus sentimientos, sabrás entonces que tu amor es puro.
-Maestro, ¿por qué yo no puedo ser como vos?
-Hijo mio, la diferencia entre tú y yo la pones tú, no yo.
- Maestro, ¿cómo hace para estar siempre feliz?
- Y tú, cómo haces para estar siempre amargado?
-Maestro, ¿a qué distancia está Dios del hombre?
-A la misma distancia que el hombre está de Dios.
-Maestro, la mujer que amo no me ama.
-Que eso hijo mio, no sea un motivo para dejar de amarla.
- Maestro, ¿por qué Dios no me habla?
- Preguntate mejor hijo mio: por qué no puedes escucharle.
- Maestro, por más que lo intento no consigo comprender a Dios.
- Hijo mio, de igual manera que para comprender mejor a un pez bastaría con vivir en el agua, para comprender mejor a Dios bastaría con vivir en Dios.
- Maestro, ¿cómo sabré que he encontrado la paz que busco?
- Si nunca pierdes tu sonrisa. Si nada ni nadie puede agotar tu paciencia. Si con serenidad mantienes la calma ante las situaciones adversas. Si con ecuanimidad siempre das tu punto de vista. Si sabes beber de la fuente de la amargura, aun a sabiendas de que sus aguas no calmarán tu sed de felicidad; entonces hijo mio, habrás encontrado la paz que buscas.
- Maestro, a veces no entiendo bien sus palabras.
- Hijo mio, para entender bien mis palabras, primero has de entender bien las tuyas. Pues para entenderme bien a mi, primero has de entenderte bien a ti.
- Maestro, ¿y si el vivir de cada día me altera la paz interior que he aprendido a tener junto a vos?
- Entonces hijo mio, no has aprendido nada. Pues si no sabes vivir en paz el día a día, la paz que dices haber aprendido, no es la paz interior.
- Maestro, por el camino que llevo, nunca llegaré a Dios.
- Entonces, cambia de camino.
- Pero me da miedo cambiar, Maestro.
- Entonces hijo mio, son tus miedos los que te alejan de Dios; y no tu camino.
- Maestro, ¿el silencio habla?
- Sólo a aquellos que lo saben escuchar.
- Maestro, ¿por qué resulta todo tan difícil?
- Hijo mio, todo está en tu mente. En verdad, es mucho más fácil de lo que te imaginas; aunque siendo tan fácil, resulte luego tan difícil para tu mente.
- Maestro, ¿por qué mis ojos aún no pueden ver a Dios?
- Hijo mio, si a veces no eres capaz de ver lo que tienes delante de tus ojos; cómo quieres ver lo que no eres capaz de poner delante de tus ojos.
‎- Maestro, ¿por qué no consigo ser feliz?
- Hijo mio, la felicidad consiste en ser feliz, y no, en querer ser feliz.
- Maestro, ¿qué es la tristeza?
- Dimelo tú, que siempre estás triste.
- Maestro, ¿cómo se aprende a amar?
- Amando.
- Tan fácil!
- O tan difícil.
-Maestro, ¿cómo sé si la mujer que amo me ama?
-Hijo mio, cuando dejes de hacerte ésta pregunta, entenderás que la respuesta a tu pregunta estaba en ti, y no en la mujer que amas.
- ¿A qué sabe el café?
- Qué a qué sabe el café? Pues a café, Maestro.
- Has entrado en la dinámica de tomar café todos los días, ¿y la rutina te ha llevado a no saber decirme a qué sabe el café?
Saborea cada instante de tu vida, o pronto dejaras de apreciar el sabor de cada instante en tu vida.
- Maestro, ¿por qué la gente miente?
- Por miedo
- ¿Y de qué tienen miedo Maestro?
- De la Verdad hijo mio, de la verdad.
- Maestro, ¿por qué la gente pasa de un extremo a otro?
- Todos tendemos hacia el equilibrio hijo mio, y algunos sólo lo encuentran pasando de un extremo a otro.
-Maestro, ¿dónde está Dios en los momentos difíciles?
-La pregunta hijo mio es: ¿si consigues estar tú con Dios en los momentos difíciles?
‎-Maestro, ¿por qué aquel monje medita de distinta manera a nosotros?
-Hijo mio, cada uno necesita llamar la atención a su manera.
-Maestro, en el camino, ¿qué lado del camino es Dios?
- Hijo mio, Dios es el camino; mas lo que tu ves como los lados del camino, es todo aquello que tiende a apartarte de tu camino.
-Maestro, ¿y si Dios no existiera?
-Si Dios no existiera, yo tampoco existiría.
-Maestro, ¿y cuándo el amor se acaba?
-Si como dices el amor se acaba, entonces no era amor. Pues al igual que el aire que respiras, el amor no se agota; otra cosa muy distinta es que quieras dejar de respirar, o decidas cambiar de aires.

Rafael Santamaría

Técnicas de Relajación ZEN
C/Huesca  29
Madrid

Segundo seminario de Meditación y Relajación: 20 de noviembre.