miércoles, 13 de noviembre de 2013

EL AUTO ENGAÑO; original de Rafael Santamaría

En cierta ocasión conocí a alguien que creía ser yo, pero que luego resultó que no era yo.
De vez en cuando conviene tener unas palabras consigo mismo para poder ir dándose cuenta de quién es uno en realidad. 
Me he pasado media vida alimentando a través del auto engaño a alguien que no era yo, y ahora que me he dado cuenta me he encontrado con un yo (mi verdadero Yo) famélico, desnutrido y desatendido espiritualmente hablando. Y al borde de esa miseria espiritual, a través de un primer análisis de mi doctor de confianza: mi conciencia, se me ha diagnosticado ignorancia crónica en estado agudo.
He oído decir entre la gente que ésta enfermedad tiene difícil cura, pues el tratamiento es uno mismo; y siendo uno mismo su propia enfermedad, nada lo cura salvo el auto conocimiento.
He visitado distintos doctores buscando opiniones distintas de conciencias similares, pero el tratamiento es siempre el mismo: el auto conocimiento.
La mentira está edulcorada pero en verdad no es dulce; te la traen a la mesa, a nuestra vida, porque siempre entra en el menú del día. Y es altamente adictiva: todo el que la incluye en su dieta diaria acaba por no darse cuenta de que se está alimentando de ella hasta que los niveles de su toxicidad evidencian que es un enfermo de sus propias mentiras. Y ha llegado a desarrollarse de tal manera en nuestra sociedad que se hace muy difícil de identificar una vez que ha pasado a formar parte de nuestras vidas.
Yo no llegué a saber de mi auto engaño hasta que no supe de Mi, de ese mi que era mi verdadero yo: un pariente muy lejano cuando es la mentira la que marca las distancias entre tu yo y ese otro yo que no eres Tú.
Existe o hay una superposición de personajes que es lo que configura a nuestro ego y le hace parecer real. Dichos personajes se alimentan de nuestros pensamientos, pues son éstos los que acaban definiendo bien el perfil de cada uno estos personajes que conforman nuestro ego. En mi caso, no sólo consentí la creación de cada uno de los personajes que conforman mi ego, sino que ademas llegué a estar orgulloso de cada uno de ellos. Mis creencias, que en verdad no eran mías sino que estaban subordinadas a lo que me habían inculcado desde pequeño, alimentaban cada vez más mi ignorancia engordando la veracidad de que cada personaje con que desempeñaba cada momento de mi vida no sólo era el correcto, sino que además ése era yo; pues llegué a creerme que ese personaje era yo, era mi verdadero ser.
Hasta que una mañana te despiertas entre el tumulto de tus quehaceres diarios y tienes la suerte de cuestionarte: quién soy yo realmente y que hago aquí?
Cuando la pregunta sale de lo más profundo de uno mismo, no te quepa la menor duda que la respuesta también sale de lo más profundo de uno mismo (de la misma manera que una pregunta superficial sólo atrae respuestas superficiales), pero para ello antes hay que haber fondeado en las profundas aguas de los interrogantes de la vida.
Y no es que halla encontrado la respuesta, es que me he encontrado a mi mismo. Cierto es que ese Yo con el que me he encontrado está maltrecho y desorientado, la oscuridad en la que se sumió al estar tanto tiempo en el zulo de la ignorancia lo ha cegado ante sus propios ojos: la intuición; y aúnque está en la unidad de cuidados intensivos: los buenos hábitos, sé que su pronta recuperación sólo es cuestión de no perder más el tiempo en está vida engañándome a mi mismo.
Pues has de saber que la respuesta a todas tus preguntas siempre está y es uno mismo.
Kriya yogui Rafael Santamaria