miércoles, 18 de junio de 2014

Yo Soy Conciencia; original de Rafael Santamaría



La conciencia es presencial; es el Yo Soy (conciencia). La mente es pensamiento, es ego; es la identificación con yo soy esto, yo soy es aquello, yo pienso esto, yo soy así...; a través de cada uno de nuestros pensamientos.
La conciencia todo lo abarca según se expande a través de Si misma. La mente está limitada por sus propios pensamientos.
Cuando obras a través de tu forma de pensar, obras condicionado por dicha forma de pensar. Y de quién es ésa forma de pensar?, es tuya, o te has identificado con ella para construir a través de ella el yo soy esto, el yo soy aquello, etc (para construir el ego)?
Cuando se obra a través de la conciencia, de una conciencia no identificada con la mente, la acción no requiere ni busca recompensa o premio; no busca fin en sí misma; es decir, la acción no está condicionada por la búsqueda de un fin.
El hombre es mente mientras se encuentra subordinado a su actividad mental. Cuando la actividad mental cesa en el hombre, una conciencia, libre de toda identificación con la mente, surge a través de la paz interior que se halla más allá de todo pensamiento.
Cuando el hombre observa su mente lo hace a través de su conciencia.
El hábito de observar la mente despierta al hombre del sueño de su mente al descubrir que tiene una Conciencia libre de de todo pensamiento.
Cuando la conciencia ya no está identificada con la mente, entonces los deseos, las aversiones y los gustos o preferencias van desapareciendo de nuestro corazón dejándo poco a poco a nuestro corazón libre de todo condicionamiento.
Cuando el corazón se ha purificado de todo deseo, gusto o aversión, entonces, y no antes, la Conciencia está preparada para expandirse siendo ella misma a través de la esencia de su verdadera naturaleza: siendo amor. De no ser así, la conciencia no podrá expandirse debido a que el corazón aún está ligado a través de la mente a los condicionamientos que ésta le impone a través de sus deseos, gustos y aversiones.
Rafael Santamaría

lunes, 9 de junio de 2014

PAPÁ, TÚ POR QUÉ TE CASASTE?; original de Rafael Santamaría


-Papá, tú por qué te casaste?
-Qué yo por qué me casé?..., buena pregunta. Supongo que por experimentar lo que era estar casado, para llamar la atención de tus abuelos (paternos), por estatus, es decir, para tener un estado civil que parece que te da una posición social distinta a la de estar soltero..., es difícil de explicar hijo mío.
-No te casaste por amor?
-No, creo que no hijo mío; porque por amor he llegado a la conclusión de que no es necesario casarse.
-Entonces, si no te casaste por amor, por qué te casaste?
- Ya te lo he dicho.
- Pero, por qué?
- Tú, por qué te casarías con alguien? Dime.
- Pues por amor.
- Qué amor?
- Pues por amor, papá.
- Pero por qué amor?
- Yo me casaría con una persona si la amo.
- Tú me amas?
- Qué!
- Más de una vez me has dicho que me quieres.
- Vale, sí; te quiero.
- Cásate conmigo.
- Papá!
- Ah!, claro; perdón que soy tu padre. Osea que tú te casas no por amor a alguien, sino que te casas para..., mejor dicho, por la definición que tienes en tu mente de lo que tú llamas matrimonio. Y sabes qué?, que muy probablemente, si no tomas conciencia antes, te acabes casando por todas aquellas razones por las que a tu mente le gustaría casarse. No te casas tú, en verdad se casa tu mente. 
- Papá!, no te quedes conmigo.
- Qué son los celos?
- Qué celos?
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Papá!
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Si.
- Y a ella le gustas tú?
- Papá!
- Y a ella le gustas tú?
- No.
- Qué sientes cuando ves que la chica que te gusta se fija en otro chico?
- Duele!
- Dónde y cómo duele?
- No lo sé.
- Vale, está bien. Y tú crees que ese dolor que sientes es amor?
- Pues yo creo que sí.
- Pues no, te equivocas; simplemente te gusta. Es el hecho de no poder tener lo que te gusta lo que te hace encelarte con aquello que deseas y no tienes, y eso te acaba produciendo dolor. Cuando un deseo se convierte en una necesidad para tu mente, por el motivo que sea, no vamos a entrar ahora en detalles, tu mente no puede quitarselo de la cabeza. Si ese deseo hace referencia a una persona: hombre o mujer, tu mente lo idealiza a través de las similitudes que encuentra dentro de los esquemas mentales (archivos mentales) con los que ella ha aprendido (o le han enseñado) lo qué es una relación de pareja. Cuando tu mente idealiza una cosa, tu mente vive o pasa mucho tiempo, en esa cosa que ha idealizado; es decir, que no deja una y otra vez de dar vueltas, de pensar, sobre esa misma cosa. Si ése estado de idealización al que esta sometida tu mente corresponde con una relación de pareja, tu mente te hace sentirte enamorado a través de unas emociones que ponen en funcionamiento distintas partes de tu cuerpo. Tu enamoramiento surge por atracción hacia una persona cuando ésta te gusta por muchas cosas además de por su forma física; pero en el amor, en el verdadero amor, no hay gustos, ni formas ni atracción, es decir, no hay condiciones, no hay nada mental, sólo amor. 
- A mamá le has contado todo esto?
- Tú que crees?
- Que no.
- Verás; hace ya muchísimos años, una vez salió de puerto un gran barco dirección a las antípodas en busca de tesoros. Mucha gente se enroló en aquel barco pensando en los tesoros que prometía aquella gran aventura. Pero el viaje fue largo, muy largo, y cuando llegaron a su destino, no encontraron más que aborígenes de aquel lugar defendiendo su territorio.
- Así es el matrimonio?
- No tiene por qué, escucha: Muchos tuvieron que esperar a que el barco zarpara de vuelta para volver a sus casas, y cuando regresaron con las manos vacías, muchos les preguntaron que por qué habían ido hasta allí, si allí no había nada; a lo que más de uno respondió: "Siempre pensamos que allí habría algo. Y hasta que no llegamos allí y pudimos comprobar con nuestros propios ojos que allí no había nada, no supimos que en verdad no había nada allí". Hijo mío, todo estaba en sus mentes, y en lo que habían idealizado con aquel gran viaje. Ahora da igual lo que yo te cuente de por qué me casé y todo este rollo que te he metido, si tu mente te quiere hacer pasar por esa experiencia del matrimonio, tú buscaras, como hice yo, la persona más afín a tus condicionamientos mentales que te pueda ayudar a hacer realidad tu experiencia matrimonial; y hasta que no pases por esa experiencia, hasta que compruebes por tus propios ojos que quien se casa es tu mente, nunca entenderás mis palabras; pues sólo la experiencia da el conocimiento.
Rafael Santamaria

domingo, 8 de junio de 2014

ÉSO, NO ES AMOR; original de Rafael Santamaría



- Tú no me amas.
- No?
- No.
- Entonces, qué es éso que siento yo por ti?
- Éso que dices sentir tú por mi no es amor.
- Ya, pero si no es amor, entonces qué es?
- Son sentimientos que proceden de tu mente, y no de tu corazón.
- Mi mente puede sentir?
- Tu mente puede hacer todo lo que tú quieras que haga.
- Pues esos sentimientos se parecen mucho al amor.
- A qué amor?, al que tú crees que es amor y está en tu mente, o al amor de verdad?
- Y cómo es el amor de verdad?
- El amor de verdad está más allá de lo que tu mente piensa que es el amor.
- Pero tú me gustas.
- Pero eso no es amor.
- Y me caes bien.
- Éso, tampoco es amor.
- Pero si me caes fenomenal y siento que estamos hechos el uno para el otro!
- Sigue sin ser amor.
- Viviría contigo hasta el fin de mis días!
- Lo que me cuentas, es el esquema mental de lo que tu mente ha idealizado que es el amor. Para ti, para tu mente, mientras tú sigas identificado con tu mente, todas esas cosas juntas, y alguna más, son las que encienden el "led" de enamorado en tu mente. Pero eso, no es amor.
- Y una pregunta: tú me amas?
- Yo siempre te he amado.
- Y por qué nunca me lo has dicho!
- No tenía por qué, ya que siempre te lo he demostrado.
- Y por qué yo nunca me he dado cuenta?
- Porque no sabes lo que es el amor.
- Sabes lo que te digo?
- Qué?
- Que te amare, aunque para ello tenga que descubrir qué es el amor. Por dónde empiezo? 
- Por dónde empiezas el qué?
- Por dónde empiezo a buscar qué es el amor?
- Por ti.
- Por mi?
- Sí, por ti.
- Y por qué parte de mi empiezo?
- Empieza. Bastará con éso.
- Me esperarás?
- A qué te refieres?
- A que si me esperarás hasta que regrese de saber qué es el amor.
- Sabes que siempre estaré aquí, esperándote.
- Aunque tarde toda una vida en saber qué es el amor?
- Aunque tardes toda una vida en saber qué es el amor. 
- Éso que me acabas de decir es amor, verdad?
- Sólo cuando se dice con el corazón.
- Entiendo. Volveré.
- Lo sé.
- Y me esperarás aquí, verdad?
- Aquí mismo; como te he dicho antes.
- Cómo puedo saber que es verdad lo que me dices?
- Porque yo te amo.
- Y cómo sabes que me amas de verdad?
- Eso sólo se sabe cuando se conoce el verdadero amor. 
- Y tú lo conoces?
- Lo conozco de la misma manera que me he conocido a mi misma.
- Y dónde me esperarás?
- Cada 17 de octubre vendré a este mismo lugar; y a esta misma hora, aquí estaré esperándote hasta que caiga la noche.
- Y si no regreso nunca, porque nunca encontrara el amor?
- Eso no es condición para que yo deje de amarte, o para que no venga hasta aquí cada año a esperarte.
- Podría morir.
- El amor nunca muere, sólo muere el que espera algo del amor.
- Y tú, cómo encontraste el amor?
- De la misma manera que lo encontrarás tú; buscándolo; buscándote.
- Te echaré de menos.
- Y yo a ti.
- Sabes qué?; tengo miedo.
- De qué?
- De no encontrar el amor y de no volver a verte?
- Ése mismo miedo que ahora tienes tú es el que hace a la gente ser conformista haciéndola resignarse con un idea puramente mental de lo que es el amor, idea muy distinta de lo que realmente es el verdadero amor, tan sólo porque les asusta que todos sus esquemas acerca de lo que creen que es el amor se vayan al traste y se queden sin unas pautas mentales a seguir a la hora de poder "sentir", si se puede decir así, el amor que hay dentro de ellos cuando se imaginan a través de su mente que están enamorados de una persona. 
- Tendrás razón, pero entiendo perfectamente los motivos de sus miedos.
- No temas; tus miedos tan sólo están en tu mente. No son reales.
- Para mi sí.
- Para ti sí lo son porque aún estás identificado con todo lo que pasa por tu mente.
- Y qué puedo hacer?
- Observar tu mente.
- Y con eso es suficiente?
- Créeme si te digo que sí lo es.
- Entonces qué hago: busco el amor, u observo mi mente?
- Ambas cosas llevan a un mismo fin. Cualquiera que elijas para empezar tu búsqueda te llevará a la otra. 
- No estoy muy convencido de lo que me cuentas.
- Nada de lo que yo te diga podrá convencerte; sólo tu propia experiencia podrá despertar en ti tu conocimiento. 
- Y qué es el Conocimiento?
- La conciencia llena de sabiduría.
- Tú has adquirido el Conocimiento?
- Preocupate de adquirirlo tú más que de preguntar quién lo ha adquirido.
- Pero tú lo tienes?
- Encuentra el amor, y ése mismo amor cuando lo encuentres responderá a todas tus preguntas. Y al quedar todas tus preguntas contestadas habrás adquirido el Conocimiento.

Aquel hombre marchó no muy convencido ni de lo que tenía que buscar, ni de lo que tenía que hacer para encontrar lo que se suponía que debía buscar. 
Y tanto tardó en encontrar lo que iba buscando, que el tiempo pasó y pasó y no respetó los años que hicieron mella en ambos.
Habían pasado 40 largos años. Era 17 de octubre, y aquel hombre, convertido ya en un anciano, llegó hasta el lugar donde 40 años antes había iniciado su búsqueda; la búsqueda del amor.

- No pensé que estarías?
- Yo, sin embargo, siempre intuí que volverías. Lo encontraste?
- El amor?
- Sí.
- Sí, lo encontré.
- Dónde?
- Donde siempre había estado.
- Respuesta correcta. Es obvio que lo has encontrado. 
- No lo habría encontrado sin ti. Gracias.
- En verdad es él, el amor, el que se reencuentra con cada uno de nosotros cuando cada uno de nosotros nos demostramos a nosotros mismos, a través de haber expandido nuestra conciencia más allá de los límites de nuestro cuerpo físico, habernos preparado para descubrir el amor que llevamos dentro de nosotros mismos.

Rafael Santamaria