sábado, 31 de agosto de 2013

LA TIERRA PROMETIDA; original de Rafael Santamaría


Mientras me abstraía cada vez más en el silencio de mis pensamientos,  y me sumía en la más absoluta quietud; llegó un momento en que perdí la sensación del cuerpo (no lo sentía) La conciencia seguía despierta, no es como cuando duermes, quizás fue ahí cuando mi conciencia llegó a estar más despierta que nunca; y más tarde, lejos de poder saber dónde estaba, pues la referencia mental del espacio y el tiempo desaparecen, “te vas”. Pierdes toda referencia de quién eres (en este plano material) y de dónde estás (la relatividad del espacio- tiempo) Ves las cosas de un modo diferente, pero no porque no las veas; sino porque simplemente las observas.  No hay apariencias (sombras), es todo Realidad (luz) Por fin hay paz; pues nada te turba, nada te engaña. La felicidad existe; la percibes como parte de ti, no tienes que salir a buscarla. Tampoco hay que buscar a quién amar, ya que todo es amor; pues es incongruente buscar algo que ya existe en todas partes. No te ves, sólo te sientes. No es que estés más vivo que antes, es que te das cuenta de que eres Vida.   
Abre tu mente para ser conciencia; es todo lo que me traje de “aquel lugar”. Separa la mente de tu ego para poder tomar conciencia.  ¿Pero si la mente está infectada de ego, cómo desinfectarla si el contagio es total? 
Diariamente somos infectados por pensamientos que nos atemorizan: nos limitan, y nos condicionan: no nos permiten ser libres, ser nosotros mismos (en esencia)
El caso más evidente lo vi hace algunos años en la reacción que tuvo una las personitas que en esta existencia están bajo mi tutela ante la palabra cáncer, me di cuenta que ya había sido “infectado”. Algo o alguien en el colegio, o en algún otro sitio, le había enseñado (por decir algo) la parte más negativa de esta enfermedad; puesto rápidamente lo asoció con la muerte.  Tiré del hilo conductor y quise saber que entendía él por la muerte; y efectivamente, en su explicación, su mente, que aún no había alcanzado los nueve años de edad, estaba “infectada”; le habían limitado ya a una conciencia totalmente corpórea.  
Es como cuando limitan la potencia de una moto a menos de la mitad del caballaje con el que sale de fábrica. Será muy bonita y todo lo que tú quieras, pero ya no tienes las prestaciones originales con las que salió de fabrica. Así es el alma, “limitada“ por las consecuencias que ha de sanar por las acciones de vidas pasadas (la Ley Universal del Karma), aún se limita más debido a la continúa infección a la que somos, o nos dejamos, someter.  
Cuánto error hay en lo que se piensa; y con qué rapidez se piensa sin llegar a pasar todos esos pensamientos por el observatorio de la conciencia. 
Borrar toda la información (la forma de pensar y sus consiguientes reacciones) que se tiene del mundo y de la gente es muy duro; pues si se hace, entonces uno ha de empezar de cero. 
Romper ciertos esquemas sobre los que se han edificado unos cimientos para poder tener algo a lo que agarrarse significa que uno, aparentemente, se queda sin nada a lo que sujetarse. 
Pero es preferible ser libre para aprender a andar, aunque te lleve más de una vida hacerlo; que andar con las muletas del ego para nunca más saber andar sin ellas. 
No hemos avanzado tanto como se piensa; la esperanza de vida sigue siendo mortal, es decir, sigue estando limitada a cuando se muere el cuerpo. Tampoco es que la gente vive más, sino que se la mantiene viva a través de la dosis masiva de unos medicamentos que cronifican sus enfermedades a través de unos síntomas.  Por que, ¿qué es estar verdaderamente vivo? Somos el cliente perfecto de las grandes industrias farmacéuticas; que junto con las aseguradoras,  llevan el mercantilismo de esta sociedad. 
Tenemos seguros por todo (coche, casa,  de vida, de defunción, fondo de pensiones…), tenemos miedos  por todo; lo peor es que algunos de ellos te los impone la sociedad. Es decir, nos han hecho inseguros, miedosos;  nos han enseñado a ver las cosas de un modo negativo, nos han hecho negativos. 
Desde muy pequeños hemos entregado nuestra mente, la hemos abierto a lo una serie de ideas y pensamientos que la han limitado; por eso, salir a la Luz y deshacerse de esa negatividad que nos controla; como dijo F.S.Shinn: es sacar a los hijos de Israel (a tu alma) del sometimiento del Faraón  ( del sometimiento de su ego) a través del Mar Rojo ( a través de sus dudas, sus miedos, y sus resentimientos) Y sólo hay un Moisés que lo pueda hacer: Tú. 
Claramente la expansión de la conciencia se lleva a cabo poniéndose siempre uno en el lugar del otro. No es sino de esta forma como la conciencia del yo individual se debilita dejando paso así a la conciencia del Yo superior, o alma. El desarrollo de está expansión de conciencia va ligado al desarrollo de la intuición. 
Cuando alguien se plantea la duda de qué es lo correcto, es siempre porque no quiere hacer aquello que en su interior sabe que es lo correcto; y para ello busca justificaciones que lo avalen. Pues lo correcto es ponerse siempre en lugar del otro, e intuir, que es lo que me gustaría a mí que hiciesen si yo fuera el otro. 
La capacidad de amar va ligada a la capacidad de saber escuchar con el corazón, pero el corazón sólo escucha si se sabe poner uno en  la situación del que le habla. 
Es decir, olvídate de tu yo individual, y según avances en tu camino, profundiza en la verdad de cada uno de tus pensamientos.  Descubre luego que el silencio todo lo explica, y que en la quietud, todo se encuentra. 
No demores más tu tiempo. El Faraón (tu ego) te hace construir pirámides para él, cuando es en tu tierra prometida (en el Reino de los Cielos) el lugar donde  un día fuimos, y el lugar donde algún día tendremos que volver a SER.
kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui

jueves, 29 de agosto de 2013

SOLO DIOS BASTA; original de Rafael Santamaría

-Así como es tu fe, así serán tus obras - le dije un día a un buen amigo que vino a verme; ya que víctima de sus propia negatividad estaba siendo devorado por una nefasta racha de acontecimientos adversos - pero viendo que no me entendía, me dejé llevar por la inspiración, y de mi intuición surgió una historia: 
Un día un discípulo y su Maestro tomaron prestada la barca de un amigo para ir mar adentro a meditar; pero cuando menos se lo podían imaginar, el cielo se oscureció, y una fuerte tormenta empezó a agitar las aguas del mar. 
-Maestro; ¿cómo puede estar tan tranquilo? - decía el discípulo ante la impotencia de no poder hacer nada, y estar a merced de las aguas.
-Manten la calma, hijo mío; nunca la pierdas.
-¡Pero la situación es crítica!, Maestro - dijo presa del pánico - ¡cómo puede usted permanecer tan tranquilo!
-Estamos en manos de Dios, hijo mío. ¿Y en que mejores manos puede estar uno?; dime.
-Maestro; ahora no por favor. ¡Ahora no!
-No te angusties hijo mío; que la angustia produce miedo, y el miedo no te deja ver a Dios. Recuerda las palabras de la santa: "Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa. Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Solo Dios basta"
-¡Ahora no es momento de pensar en Dios!, Maestro. ¡No lo entiende! ¡Hay que hacer algo!
-Siempre lo es hijo mío, lo que sucede es que tus miedos nunca te dejan verlo. Atate a la barca, serenate, y deja que la tormenta pase. Ahora mismo no puedes hacer otra cosa. 
El discípulo, desoyendo los consejos de su Maestro, intentó dirigir la barca con tan mala fortuna que cayó al agua; ahogándolo la bravura del mar. El Maestro, sin embargo, atándose a la barca esperó a que la tormenta pasara.
Quiera el hombre entender que Dios siempre está con aquel que por encima de todo y ante cualquier circunstancia conserva la calma, conserva la paz interior, creyendo en Él.
Entiende así amigo mío, que si no crees en Ti, que si por tus miedos no eres capaz de hacer aquello en lo que crees porque por tus dudas no te ves haciéndolo; tus obras no te salvarán porque les faltará fe. Y víctima de tu inquietud mental caerás al mar del fracaso, donde allí si no sabes nadar con fe, ten por seguro que tus propias desgracias te ahogarán.
"Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa. Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza. Solo Dios basta"
No lo olvides.


Kriya yogui Rafael Santamaría

@kriya_yogui

miércoles, 28 de agosto de 2013

EL REINO DEL ESPÍRITU; original de Rafael Santamaría



Tienes que saber muy bien lo que te dices a ti mismo en ese dialogo interno que se produce constantemente en tu mente, pero del cual no eres consciente, para poder llegar a conocerte mejor. 
Cuando la gente dice: "me ha salido del alma..." el decir o hacer uno cosa que te ha salido del alma quiere decir que te ha salido de tu subconsciente. Y no es que el alma esté en el subconsciente, o viceversa; aunque para algunos autores de metafísica como la celebre Florence Scovel Shinn, y otros sobre los que influyó su obra, como Louise Hay, o Emmet Fox, pudiera ser que sí; pero desde mi punto de vista sí existe una conexión entre lo que llamamos alma y nuestro subconsciente. Pues en el subconsciente esta grabado todo, y accediendo a ese baúl de los recuerdos las personas pueden saber de primera mano por qué hicieron ésto o aquello, si lo hicieron de corazón o por algún tipo de interés, etc; pueden inclusive analizar por qué nacieron con algún tipo de virtud, qué es lo que les causa su enfermedad (la enfermedad que padezcan)...; es, aunque quizás el símil no es el más adecuado, nuestro internet particular, pues en el está prácticamente toda la información que necesitamos saber para ser honestos con nosotros mismos, y gracias a esa verdad, conocernos mejor.
Y llegado el momento, tras el umbral de ese conocimiento acerca de nuestro subconsciente, y como consecuencia de haber traspasado el feudo de nuestros pensamientos gracias a la expansión de nuestra Conciencia, ten por seguro que se te abrirá la oportunidad de entrar en el reino del Espíritu o supraconciencia; pues cuando el subconsciente llama a las puertas del cielo, de la supraconciencia, el cielo se abre para recibir al hijo pródigo que tras largos años de peregrinaje por el mundo de la dualidad y las sensaciones vuelve a Casa, a su Hogar.
Tomar conciencia del subconsciente es el conocimiento que abre las puertas de la Conciencia en estado puro, de la Conciencia si la infección o el contagio de ningún tipo de pensamiento; pues éstos, claramente, provienen de nuestro ego o conciencia corporea.
Saber qué esta pensando uno en todo momento le lleva a uno a ser el rey de sus pensamientos, y no el pueril servidor de su egocéntrica mente.
El estado latente de meditación continua que se obtiene como consecuencia de la práctica de la control de la atención a través de la concentración, facilita al hombre a ser el observador absoluto de sus pensamientos y sus actos. 
La observación sin implicación purifica el pensamiento, pues éste estará libre de todo juicio proveniente de nuestro ego; lo que hará que no pensemos (con el ego), sino que seamos pensamiento (que seamos pura intuición)
La observación aclara la mente, y es gracias a una mente clara como se puede llegar a ver todo aquello que hay más allá de la mente.
Hay un reino más allá de lo que ves y lo que oyes que está esperando a que lo descubras cuando seas capaz de pensar y sentir sin que te influya lo que ves por tus ojos y lo que oyes por tus oídos.
Kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui

martes, 27 de agosto de 2013

CON EL CORAZÓN PARTIDO;original de Rafael Santamaría

Hace mucho tiempo, vino una vez a verme alguien con el corazón partido. Soy, o mejor dicho, cursé, osteopatía entre otros disciplinas  (aquel que coloca los huesos en su sitio), y aunque también estudié osteopatía visceral, aquella disciplina que devuelve a su lugar de origen  las vísceras del cuerpo humano  cuando éstas están descolocadas (por decirlo de alguna manera y para que nos entendamos);  y aún teniendo conocimientos acerca de otras materias afines; reconozco que aquello me superaba.
(Omito los nombres y los saludos que llevan implícito el nombre de las personas por respeto a la intimidad de las mismas)
-Vengo a que me recompongas – dijo él mientras tomaba asiento.
-Y cuéntame, ¿qué te pasa? – le pregunté
-Me duele la vida, me pesa el alma, y tengo el corazón hecho añicos -Un miedo me sobrecogió. Pensé: ¿y a hora qué hago, qué le digo?, si no sé qué hacer. Esto no es lo mío. Se ha equivocado de persona. El silencio invadió nuestra conversación –Vengo porque me han hablado muy bien de ti.
-Ya…, pero verás, agradezco muchísimo a la persona que te ha recomendado que vinieses que hablase muy bien de mi pero, creo que no te voy a poder ayudar. Yo no sé cómo tratar lo que te pasa.
-¿No?
-No, lo siento. De verdad.
-¿Y entonces a quién acudo?
-No lo sé; es que no sé muy bien lo que te pasa. Yo…
-Ya te lo dije antes cuando entré. Me duele la vida, me pesa el alma, y tengo el corazón destrozado. Pareces buena persona.
-Gracias.
-¿Nunca te has enamorado de alguien? – me preguntó clavándome la mirada.   –por un momento, de mi viejo saco de prejuicios salió un miedo injustificado, como lo son todos los miedos: ¿qué está haciendo, querrá ligar conmigo?; me pregunté.
-Si, claro –contesté, poniendo mi voz lo más seria que pude para marcar distancias.
-Y, ¿alguna vez ese alguien también se enamoró de ti?
-Sí, ¿por?
-¿Y alguna vez llegaste a pensar que esa persona estaba hecha para ti y tú para ella?
-Alguna vez pensé eso; sí. ¿y?
-Pues esa es mi pena, ese es mi dolor. La vida me duele porque ese mismo dolor es el que me priva constantemente de saber a dónde tengo que ir o qué es lo que tengo que hacer. Por primera vez soy capaz de sentir mi alma, pero la siento pesada, como un bloque de hormigón que he de llevar a cuestas; y no tengo fuerzas para llevarla, pues el corazón apenas bombea la cantidad de sangre suficiente para esta carga tan pesada.
Su sinceridad me relajó, y gracias a ella me guarde de seguir el instinto de mi ego a través de mis prejuicios, dándome cuenta una vez más de que como siempre, mi ego y mis prejuicios me habían hecho equivocarme de nuevo.  No sabía que decirle. No me salían las palabras. ¿Qué podía decirle yo si ya se lo había dicho todo él?
-Y además, la semana pasada me despidieron – entonces fue cuando  se puso a llorar. ¿Y ahora qué hago?; me pregunté – No sé por qué te cuento todo esto. No lo sé. ¡Dios!, estoy acabado.
-No digas eso -  No sabía cómo salir de aquella, así que me dejé llevar - ¿Y dónde está ella?
- Se ha ido.
-¿A qué te refieres con que se ha ido?
- Que se ha ido a su país. No es de aquí, no es española.
-¡Ah! – Menos mal, pensé; por un momento llegué a imaginarme que cuando dijo que se había ido es que se había muerto.
Entonces, “por arte de magia”, todo me vino hilado.
-No llores más, que tus lágrimas sólo empañan aún más tu dolor, y no lo limpian. – En ese momento  fui testigo de cómo mi voz se volvía como un susurro, y que esa misma voz provenía de algún sitio que no era yo, entendiendo por yo, aquel que siempre habla o habla demasiado –Dime una cosa: ¿cuándo se fue a su país?
- Hace dos semanas – dijo entre sollozos
-Y hace una semana que te quedaste sin trabajo, ¿no es así?
-Sí.
-¿Qué te ata a este lugar, a esta ciudad? – le preguntó mi voz.
- ¿Cómo?
- Que,  ¿qué te ata a este lugar, a esta ciudad?
-No sé qué quieres decir.
-¿Depende alguien de ti: tus padres, tienes hijos?, no sé.
-No.
-Y dime una cosa, ¿crees en una Inteligencia que lo gobierna todo bajo una perfección sin igual?
- ¿Te refieres a Dios?
- Si, podemos decir que me refiero a Dios.
- Pues sí, creo que sí.
- Pues Dios, te está dando ahora mismo la oportunidad de que vueles hacia donde ha marchado tu corazón. Si tuvieras trabajo no podrías ir, o lo tendrías más complicado; pero ahora, ahora eres libre. ¿De dónde es ella?
-De Colombia.
-¡Genial!, la Providencia te acompaña. No sólo puedes ir a verla, sino que además, si estáis hechos el uno para el otro te podrás quedar allí, porque conoces el idioma.
- Pero…
-¿Acaso no ves las casualidades de la vida? Te enamoras locamente de alguien que a su vez se enamora locamente de ti, pero ella se tiene que ir de vuelta a su país. La Divina Providencia escucha a tu corazón y dispone que sea como tu corazón siente. El Universo se reorganiza a tu favor y te desliga de tus compromisos con esta ciudad, con este país, dejándote sin trabajo. ¿Acaso no ves que es perfecto?
-Pero, ¿cómo iré?; hay que pagar el billete. Tendré que llevar un dinero.
-¿Acaso no te han indemnizado? Utiliza ese dinero que Dios ha puesto en tu camino para hacer buen uso de él yendo allí a donde tu corazón te lleve.
- ¿Y de qué viviré allí?
- ¿Tienes paro, no? – Él asintió con la cabeza – entonces hasta que encuentres un trabajo, siempre  podrás ir tirando con el dinero que te dé el paro – El se quedó en blanco. No sabía qué decir.
- Tengo miedo, lo reconozco.
-El cambio siempre produce miedo. Es lo que te han enseñado desde pequeño. Pero no es verdad. El miedo no existe más que en tu mente. Borra de la mente tus miedos, y serás libre. No los borres, y serás esclavo de tus miedos.
- Sigo teniendo miedo. No puedo dejarlo todo.
-¿Qué todo?, si aquí me has dicho que no tienes nada.
- ¿Y los amigos?
- No busques excusas. ¿Amigos?, ¿acaso van a dejar de ser amigos tuyos aquellas personas a las que tú llamas amigos sólo porque te vas con la mujer que amas? Pues vaya amigos tienes.
- Tengo miedo, ¡no lo entiendes!
- Hace muchos años, yo también tuve miedo, pero te voy a decir una cosa, yo fui. Conocí a una chica de un país extranjero, parecía que estábamos hechos el uno para el otro. Y aún teniendo más miedo que otra cosa, no quise tener que arrepentirme el día de mañana y fui.
- ¿Y qué pasó?
- Lo que te encuentras en el camino es del camino; y en el camino a veces se queda.
- ¿Y si a mí me pasa igual?
-Entonces regresarás a tu país de origen como lo hice yo. No desaproveches las oportunidades que la vida te da, porque nunca sabes si la vida te la dará dos veces.
Después de un silencio que aprovechó para serenarse…
-¿Qué te debo?
-Nada. Bueno sí, envíame una postal desde Colombia. Sólo así sabré que hice bien mi trabajo.
Kriya yogui Rafael Santamaría

@kriya_yogui

lunes, 26 de agosto de 2013

EL GRAN IMITADOR; original de Rafael Santamaría

Hace ya algún tiempo tuve la oportunidad de entablar amistad con un actor que era un gran imitador, tanto era así, que se ganaba la vida imitando a personajes públicos. En especial, había uno que le salía de maravilla; y éste fue el que le llevó a la fama.                                                   Dedicó por entero su vida al personaje que imitaba hasta tal punto que cuando dicho personaje público murió, para cubrir ciertos eventos le llamaban a él; pues había llegado a transformar a tal nivel su fisonomía, que hasta se parecía a él físicamente.
Lo que al principio pareció un sueño se acabó transformando en una pesadilla; pues un día se derrumbó y me confesó que ya no sabía bien quién era.                                                                                                                   Antes tenía claro que era un actor; pero llegó un momento en su vida en que su personaje, el personaje al que interpretaba, le hizo olvidar por completo quién era en verdad.                                                                      Cuando murió, sólo los más allegados le recordaron por su nombre; todos los demás le llamaron por el nombre del personaje del que había tomado su identidad prestada.                                                   

Tomo este ejemplo prestado de mi vida porque llegado el momento, me sirvió para entenderme mejor.
Estaba en terminando mi meditación  diaria, cuando me puse a conversar conmigo mismo. En esos momentos, después de una meditación profunda, normalmente con quién  habla uno es con su Yo Superior.
 Narro a continuación aquella conversación.
-Creo que por fin sé lo que es el ego –se me ocurrió pensar.
Y una voz sin sonido me habló a través de mi mente.
-Hablas demasiado para no saber nada.
-¿Quién eres? – Pregunté – Te he oído.
- Yo Soy todo Conciencia, ¿quién eres tú?
-Pues…
-¿No sabes quién eres? 
-¿No soy Tú?
-Si fueras yo, tú y Yo seríamos uno.
-Si no soy Tú, ¿quién soy yo entonces? – pregunté.
- El gran imitador. El farsante que se hace pasar por quien no es.
-¡El gran imitador!- dije sorprendido - ¿Y a quién imito?
- Lo imitas todo porque no eres nada sin aquello a lo que imitas.
-Ponme un ejemplo – le insinué
-Toda tu vida es un ejemplo.
- ¿Puedes ser más concreto? -pregunté
-¿Por qué entraste en un equipo de natación si no te gustaba nadar?
-¿Por qué entró mi hermano?
-Fuiste detrás de él imitándole, por eso nunca llegaste a nada.   
-Puede ser; no digo que no.
-¿Por qué fumaste?
-Vale, ahí sí; ahí me has pillado.
-No te he pillado en nada y te he pillado en todo. Date cuenta que todo cuanto has hecho hasta ahora en tu vida ha sido imitando a alguien o a algo.
-¿Por qué tuviste hijos?, y no me digas porque querías; porque entonces yo te preguntaría: ¿quién era en verdad el que los quería, el que imita lo que hacen otros?
-Bueno…
- ¿Por qué te casaste, por amor? El amor no lleva implícito la condición de tener que casarse.
-Ahí no estoy muy de acuerdo contigo.
-No seas más hipócrita de lo que ya eres; no estás de acuerdo conmigo porque no te interesa estar de acuerdo conmigo; ya que entonces todos tus esquemas se vendrían abajo.  Has de tirar tus viejos cimientos si de verdad ansias construir algo solido, algo nuevo.
-Yo me casé por amor.
-¿Amas a tu hijo?
-Con todo mi corazón.
-Entonces, cásate con él.
-Eso es diferente.
-No es más diferente de lo que tú quieras que sea.                                           Lo peor es que muchas de éstas cosas aún te afectan porque todavía no has tomado conciencia, no has reconocido en tu fuero interno, que las hiciste imitando a alguien o algo. En definitiva, que las hiciste intentando ser algo o alguien que habías idealizado; algo o alguien que ni eras, ni eres.
-Bueno, algo habrá que haya hecho por mí.
-Todo aquello que hayas hecho de corazón ¿A quién intentabas imitar cuando intentaste sacarte una oposición?
-Si, tienes razón; a mi padre- contesté yo.
-¿Y por qué querías imitarle?- Me preguntó
- ¿Por qué era una referencia para mí?
-No te das cuenta de que imitando a los demás nunca podrá ser tú mismo.  
-Pero si no sé quién soy, que más me da.
-Deja de imitar a los demás, y entonces sabrás quién eres.  ¿Por qué no eres tú mismo, cueste lo que te cueste? Sincérate contigo.
-¿Y ahora a quién estoy imitando?, digo ahora que estoy meditando.
-Intentas ser Yo; pero mejor  no intentes nada.                                 ¿Recuerdas cuanto querías cambiar de trabajo?, lo deseabas pero no llegaba. No sabías cómo hacerlo, y tenías dudas al respecto. El día que soltaste ese deseo. El día que dejaste de querer cambiar de trabajo a través de la limitada forma de tu raciocinio, tu deseo se materializó.
-No lo había visto así, desde esa perspectiva.
-Toda tu conducta siempre  imita a algo o a alguien; todos tus actos siempre buscan imitar a algo o a alguien. Persigues lo que otros han alcanzado sin reconocer en ti que quizás su meta no es tu meta.  Hay cosas que has hecho imitando a los demás pensando en que te gustarían, y creo que te has dado cuenta de que no fue así.                                                              Date cuenta entonces de que en verdad sólo disfrutas, sólo te gusta, aquello que haces sin imitar a nadie, aquello que haces siguiendo un presentimiento, una intuición, un deseo venido de lo más profundo de tu Ser.
- ¿Eres mi alma?
-Yo Soy Conciencia. Soy lo que te queda después de que abandones tu cuerpo. Como tú me llames es sólo un nombre que pones para poder comprenderme, para poder conceptualizarme.
-¿Y qué es el ego?
- El ego es aquel que necesita de algo para ser,  aquel que necesita imitar a los demás pues no tiene conciencia de sí mismo.  
-Ósea, que yo soy ego.
- Si hay dos que hablan cuando sólo puede haber uno es que uno de los dos sobra; y sobra aquel al que la muerte le puede arrebatar todo cuanto es.  A mí la muerte no me afecta, pregúntate si a ti te afecta la muerte.
-A mi sí, claro; si me muero dejo de existir, al menos en este plano.
-Los planos de los que tú hablas, son planos de conciencia. Allí donde tienes tu conciencia, ése es tu plano.                                                                      Imitas hasta la forma en que habitas; por eso estás limitado por la forma que habitas. Deja de ser quien no eres. Deja de imitar; se tú mismo. ¿Por qué imitas lo que otros hacen?, ¿Por qué vas dónde otros van? ¿No ves que tus malos hábitos, tus vicios, nacieron imitando a otros?  ¿A quién intentas complacer cuando imitas algo o a alguien?
-No lo sé.
-Complaces a tu ego. El sin ti no es nada, y se vale de todo aquello que imitas para robarte constantemente tu verdadera identidad; para hacerse pasar por Ti.
- ¿Entonces, todo aquello que he hecho en mi  vida  imitando a los demás es, por decirlo de alguna manera, un fraude?
-Si.  
-¡Uf!, no sé qué es mejor, si pensar que ésta conversación no ha existido, o pensar que me la he imaginado.
-La verdad siempre persiste aunque tú no la quieras escuchar.
Salí de aquella meditación pensando en lo que había estado pensando a través de mi mismo.
Un duro duelo para alguien que aún no estaba preparado para escuchar aquello que debía oír. ¿O sí?
Kriya yogui Rafael Santamaría

@kriya_yogui

domingo, 25 de agosto de 2013

LA INTELIGENCIA INFINITA;original de Rafael Santamaría


-Maestro; ¡ha de saber usted que hoy estoy enojadisimo con Dios!, pues me ha arrebatado lo que más quería en este mundo sin venir a cuento. ¡Está vez se ha pasado!
-Hijo mío, nada ocurre por casualidad; hay una...
-Maestro; ¡esta vez no, no siga!
-Hijo mío, en cierta ocasión escuché de mi Maestro estas sabias palabras:
"No pienses hijo mío, que la muerte te ha de llegar a tu vejez y tendido en la cama; que por otra parte es casi lo que te han inculcado. Pues has de saber que ésta te puede llegar en cualquier momento, y que has de estar preparado. 
La muerte hijo mío, no deja de ser un estado de relajación profunda donde la respiración se suspende y la energía se retira de los nervios. Práctica tú ésta técnica: entra a través de la meditación en ese estado de relajación profundo donde se suspende el aliento y la energía se retira de los nervios. El aliento, la respiración, es lo que une el alma al cuerpo; pero tú puedes entrar en ese estado de éxtasis, esa muerte sin dolor, en la que se retira la respiración del cuerpo sin que éste tenga que morir. Como dijo Santa Teresa: "Muero porque no muero...". Recuerda si no las palabras de Jesús: "No sólo de pan vive el hombre" Hay algo más sutil que alimenta nuestros cuerpos. Y si practicas ésta técnica, llegado el momento de tu muerte, voluntariamente podrás abandonar tu cuerpo sin que la muerte te lo arrebate. Como hicieron los grandes santos"
-¡Sigo enojado!, Maestro. Hoy no me vale de nada su filosofía.
-Esta bien.
En cierta ocasión, cuentan que un hombre siempre llegaba tarde a sus citas importantes, ya sabes, con las mujeres, y que por más que lo intentaba (recién acababa de comprarse una moto para evitar los atascos) nunca era puntual. Él lo achacaba siempre a los demás: a lo mal que conducía la gente, a que todos cogían el coche siempre a la misma hora, etc, pero la cuestión es que siempre llegaba tarde.
Y por circunstancias del destino, un verano conoció a una mujer. Parecía que ésta iba a ser la definitiva, el hombre estaba súper embelesado con ella. Habían tenido ya dos citas, en las cuales como siempre había llegado tarde. Pero eso no importa ahora, lo importante es que en ésta tercera cita, parece ser que ella quería decirle algo importante, y tenía poco tiempo para decírselo (en el descanso entre turno y turno) ya que aunque era agosto, ella trabajaba. Habían quedado en la cafetería que estaba frente al trabajo de ella (tan sólo tenía que cruzar la calle) y aún estando enamoradisimo de ella, como siempre, apuro hasta el último minuto para coger la moto y salir camino hacia su cita. Menos mal que en pleno mes de agosto en Madrid apenas hay tráfico por las calles, aún así, igualmente se quejaba. Parece ser que esta vez la culpa la tenían los semáforos, que siempre se ponían en rojo justo en el momento menos oportuno según él.
Tal era su enojo, no había en su vocabulario una sola palabra que no fuera un insulto, que la Divina Providencia
decidió intervenir: "Tú lo has querido; que sea como tú dices" ; pues él pretendía que cuando llegase a un semáforo éste cambiase automáticamente a verde para él, sin importarle las consecuencias que pudiera acarrear ésto en los demás semáforos.
Y así fue. Según se acercaba a un semáforo, éste, como por arte de magia, de repente, cambiaba a verde. Esto le ayudo a encontrar su camino despejado, pero ocasiono múltiples accidentes, ya que a muchos conductores no les daba tiempo a frenar cuando de repente se encontraban con su semáforo en rojo y viceversa; y un caos circulatorio tremendo.
Cuando llegó a su destino encontró a la mujer con la que había quedado debajo de las ruedas de un coche. Parece ser que el modificar ciertos semáforos había condicionado el buen y normal funcionamiento de todos los demás; y eso, condujo a que un coche no pudiera evitar atropellar a la mujer con la que se había citado.
Cuando se acercó a verla ella tan sólo le pudo decir: "sólo quería decirte que deseaba tanto casarme contigo" y al segundo de decir esto, ella cerró los ojos y murió. 
Está fábula deja entrever que de igual manera que los semáforos están regulados perfectamente para que cuando se abra uno, se cierre otro, y de ésta manera quede regulado correctamente el tráfico; así y de la misma forma están regulados perfectamente los distintos acontecimientos que cruzan unas vidas con otras, y el por qué de las circunstancias que nos rodean por una Inteligencia Infinita. 
Cuando la inteligencia de los intereses personales del hombre: el ego, intenta intervenir en su destino, en su vida, no tengas ni la más mínima duda de que es entonces cuando la vida del hombre se vuelve en un infierno para él.
-Maestro; aunque sus palabras me han calmado, mi enojo persiste.
-Paciencia hijo mío, que hasta que tu tormenta no cese no podrás ver la luz del sol, la luz de tu alma; la misma que luz que se halla oculta tras el enojo de los nubarrones de tus pensamientos. 
kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui

viernes, 23 de agosto de 2013

ACERCÁNDOME A LA VERDAD; original de Rafael Santamaría


La primera vez que me acerque a la Verdad, aunque fuera de lejos, fue en un curso de energías. Aun recuerdo la voz del profesor diciéndonos:
- Que levante la mano quien ahora mismo sea verdaderamente feliz en su vida.
Y espontáneamente, como si se tratara de un acto reflejo, hasta yo mismo levante la mano. Es como cuando alguien te ve por la calle y te pregunta que qué tal estás, y tú por sistema le respondes que bien, aunque no estés bien. 
- Ya podéis bajarla- dijo él, - y ahora, que levante la mano solo quien después de haber reflexionado seriamente acerca de su vida, pueda decir con certeza que es feliz. 
Iba a haber levantado de nuevo la mano, pero el peso de aquellas palabras frenó ése primer impulso. Aunque si hubo quien la levantó. Y mas de uno. 
- Ya podéis bajarla,- dijo de nuevo- y ahora, de entre todos los que la habéis levantado, ¿quién de todos vosotros que decís ser felices me puede explicar que es para el la felicidad?
Ni que decir tiene que cuando el primero de todos ellos se vio enunciando los motivos que le hacían feliz, su felicidad quedó en entredicho al exponer las justificaciones con las que él creía ser feliz. 
La clase continuó, pero yo me fui ésa noche a casa pensando en la simple pero profunda pregunta que se había planteado: ¿de verdad eres feliz?
A lo que yo añadí: ¿de verdad te gusta siempre lo que haces?, ¿de verdad estas siempre en compañía de quien quieres estar?, ..., si me ponía a esgrimir sinceramente conmigo mismo hasta que punto era feliz en cualquier faceta de mi vida, resultaba que casi siempre, si se me dejaba decir la verdad de lo que opinaba sin ningún tipo de represalias, es decir, si se me dejaba ser verdadero (conmigo mismo y con los demás) no era tan feliz como yo creía puesto que de todo lo que hacía nada me hacía feliz, pues nunca era yo mismo, ya que muchas de las cosas que hacia que me hacían feliz (o al menos yo así lo creía hasta entonces) estaban condicionadas siempre por otros. Por eso nunca era yo mismo, si no lo que otros querían que fuera.
Hay cosas que uno no debe ni hacer, ni decir, ni que pensar, porque están mal. Entonces me reprimo y ni las hago, ni las digo, ni intento pensarlas; pero aunque así lo haga, siguen estando ahí, lo que sucede es que no estoy siendo sincero conmigo mismo; pues digo, hago, y pienso lo que otros quieren que diga, haga, y piense. 
Entonces, ¿quién soy yo?, sinceramente hablando.
Descubrir esto, es como si te dicen que tus padres no son tus padres: te rompe los esquemas. Pero es que son muchas las veces en que uno elige el camino de no querer oír quienes son realmente sus padres con tal de que no le cambien los esquemas.
Kriya yogui Rafael Santamaría
@Kriya_ yogui

APRENDIENDO DE UN HIJO; original de Rafael Santamaría


Un día, hablando con mi hijo, le comenté:
- Hijo, has de empezar a cuidarte; te están empezando a salir granitos en la cara (recién empezaba a entrar en la pubertad)
- ¿Por qué? - preguntó sorprendido 
- Pues porque querrás gustar a las chicas.
- ¿Y?
- Pues que con esos granos te verás feo.
- ¿Tú me ves feo?, papá
- No, yo no.
- Yo tampoco.
- Pero yo te quiero.
- Espero que la chica que se fije en mi también me quiera.
¿O si le veía feo?, me pregunté al acabar la conversación. 
¿O quizá lo que no me gustaba es ver en mi esos granitos en la cara, porque yo me veo feo con ellos y por eso no puedo verlos en otra persona, máxime siendo esa persona mi hijo?
¿O quizá crecí con el condicionamiento mental de creer que unos pequeños granos podían influir en la verdadera belleza de una persona, y que siendo feo (sintiéndose feo, sea por la causa que fuere) uno no puede conocer a la chica de sus sueños?
Quizá en mi adolescencia asocie el hecho de no encontrar a la chica de mis sueños porque con aquellos granitos ninguna chica se fijaría en mí, y no al hecho de que todavía no tenía que encontrarla. 
¿O quizá por aquel entonces, víctima de lo que te mostraba la televisión y el cine, llegue a creer que la única manera de poder atraer a la chica de mis sueños era a través de una cara bonita?
Y entonces me pregunte:
¿Qué importancia dí en su día a estos granitos que aún hoy en día me siguen llamando la atención y a mi hijo no?
¿Por qué a él le da igual tenerlos y a mi no?
¿Quién de los dos se ve feo con ellos?
Preguntas a las que uno encuentra respuesta soló cuando se da cuenta que es uno mismo donde está la respuesta. 
Entonces descubrí que los granitos de mi hijo eran los míos, y aquello que no me gustaba ver en él era aquello que no me gustaba ver en mí.
También me dí cuenta de que nunca hay que intentar gustar a nadie más que a uno mismo; y que un hijo, aun teniendo menos experiencia que un adulto, tiene la mente menos infectada de todo tipo de imposiciones (limitaciones) mentales que su padre.
Kriya yogui Rafael Santamaría
@Kriya_yogui

COSAS QUE TIENE LA VIDA; original de Rafael Santamaría

En cierta ocasión vino a verme una persona que se quejaba de unos fuertes dolores en el cuello. Después de recibir el tratamiento, como teníamos tiempo, charlamos un rato. Mientras hablaba, en medio de la conversación, me dijo:
-¡Madre mía!, como todos hablen lo que yo tienes que acabar hasta las narices de todos nosotros.
-¿Por qué iba a acabar así? - le pregunté - ¿por qué piensas por mi?
-No sé, yo acabóo muerta de tener que escuchar todo el día las mismas historias.
-¿Es por tu trabajo?, - le pregunté - ¿te ves acaso obligada a tener que escuchar a la gente; o es que desprendes ese tipo de energía con la que das pie a que la gente se sincere contigo?
-No lo sé. Trabajo de cara al publico, eso cierto; y es un infierno, te lo puedo asegurar.
-Yo también trabajo de cara al público.
-Si, pero lo tuyo es diferente.
-¿Por qué iba a ser diferente lo mío?
-Porque esto es tuyo - dijo refiriéndose al local donde tengo la consulta.
-Pero por eso no dejo de tener que atender a todo el que viene.
-Si, pero sigue siendo diferente; porque a ti no vienen a contarte su vida.
-¿Y tú cómo lo sabes?, ¿acaso no me estás contado tú ahora mismo la tuya? ¿No crees que el problema, tu problema, está en la actitud con la que tratas, en este caso, con la que escuchas, a la gente?
-¿Y cuál esa actitud?
-Siempre de rechazo, siempre a la defensiva; por eso siempre estás molesta con ellos.
-No, ¡si te parece les abro mi corazón para escucharles!
-Eso es justo lo que deberías hacer; y así no habría rechazo.
No sabes lo importante que eres tan sólo porque les escuchas. Si no estuvieras tú, ¿con quién crees que se iban a poder desahogar?
-Nunca me lo había planteado así. Pero es que me agotan.
-Te agotan por tu actitud, no te das cuenta. No les escuches pensando cuando van a terminar, o se te hará un suplicio escucharles; escuchales mejor pensando de qué manera podrías tú ayudarles.
-Creo que no sabes lo que dices.
-No soy yo el que tiene dolores. Piensa, intuye por qué tienes esos dolores. No ves que estás tensa.
-Como para no estarlo.
-No te defiendas, crees que todo es una continua agresión contra ti, y no es así. Tu tensión, tus dolores, vienen de ahí; vienen de que vives en tensión porque crees que continuamente estás en alerta ante las supuestas agresiones que recibes de la vida y la gente.
-Bueno, creo que ya te he entretenido bastante. Esta visto que aquí cada uno tiene su propia manera de pensar.
Y después de eso, pagó y se fue.
Siete meses más tarde, visitando a un cliente en un hospital me la encontré paseando por los pasillos. No la reconocí, iba despistado; fue ella la que me reconoció a mi.
-¡Eh!, señor actitud.
No sé por qué, pero me di la vuelta.
-¡Hombre hola! ¿Qué tal? No te había visto. ¿Pero qué te ha pasado? - Estaba vestida con un pijama de hospital.
-Al final tenías tú razón. Se me saltaron los plomos por tomarme la vida así, como la vivía yo, y el cuerpo me ha dado un aviso. Ya ves, cosas que tiene la vida.
-La cuestión es que hayas aprendido la lección.
-Eso espero; y si no, te iré a hacer una visita.
-Cuando quieras.
Todos deberíamos tener cuidado con cómo vivimos la vida; porque cuando el cuerpo dice hasta aquí, quizás ya es demasiado tarde.
Con 39 años sufrió su primer infarto. Cambio de trabajo, pero al año y medio tuvo su segundo infarto.
Hace tres meses la vi en un centro de meditación, no la pude saludar; allí sólo se va a meditar.
Pero las cosas no ocurren por casualidad. 

Creo que al final aprendió su lección.
kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui

viernes, 9 de agosto de 2013

APRENDIENDO DE LA VIDA; original de Rafael Santamaría

La gente piensa que el amor tiene que manifestarse a través de una relación, entendiendo por relación al descubrimiento mutuo que hacen dos personas a través del tiempo que pasan juntas; y así lo llegué a creer yo también. Pero en uno de mis viajes conocí a un hombre peculiar; peculiar porque siempre estaba feliz. Y eso me llamó muchísimo la atención, tanto, que despertó en mí el interés de conocerle mejor.  
Nunca hablaba de lugares, sino de personas. Me decía que la riqueza no estaba tanto en visitar lugares o sitios, como en visitar personas, personas que te abran el corazón. Eso sí que es enriquecedor, decía.
Un lugar transmite una energía, transmite magia, pero la persona que te abre su corazón es magia en estado puro. Claro, con una persona que te habla así, cómo no vas a querer conocerle mejor.
Lo que más me llamaba su atención era su facilidad para enamorarse. No tenía sexo con las mujeres. Sólo mantenía una estrecha relación que no duraba apenas más de, no sé, a veces horas, con ellas. Yo lo llamaba enamorarse porque nunca encontré un adjetivo mejor con el que calificarlo.
-Fíjate,- me decía- ella y yo hemos debido conocernos en otra vida anterior. Es tan fácil hablar con ella. Me tiraría horas hablando con ella, pero sólo está de paso por aquí.
Yo me quedaba atónito. Pero es que cuando se “enamoraba”, yo creo que hasta rejuvenecía. Es cierto que no tenía un trabajo sumamente estresante, pero quién no estresa hoy en día por cualquier cosa. Pero él no, él parecía vivir en otra atmosfera, respirar otro tipo de oxigeno. Parecía joven. No sé como lo hacía.
Una vez le pregunté si no echaba de menos a todas esas personas que había conocido y con las que tanto había conectado; él tan sólo me dijo: “Están en mi corazón. ¿Qué lugar hay más seguro que ese para no olvidarse de alguien a quien has amado?”
En cierta ocasión le vi regresar a la habitación donde se hospedaba con una sonrisa interior tan grande, que no pude sino preguntarle antes de entrar en mi habitación que qúe es lo que le pasaba o de dónde venía:
-¿Qué te pasa?, traes una sonrisa como si te hubiera tocado la lotería.
-Hoy Dios me ha hecho un regalo. Siempre me lo hace. De hecho esta vida es un ejemplo de ello. Pero hoy, especialmente hoy, he sido testigo directo y presencial de su Gracia.
- Pero, ¿qué ha pasado?
-La vida tiene momentos. Recuerdas que más de una vez te he comentado acerca de esas personas, hombres o mujeres, da igual, con los que conectas, y  que parecería que el tiempo no corre a su lado. ¿Esas personas que sin conocerlas parecería que las conocieses?
-Sí, lo recuerdo.
-Hoy, no ha sido como siempre. Hoy, ha sido algo más que como siempre. Dos horas, tan sólo dos horas, han bastado para saber que entre nosotros había algo, algo que nadie más que nosotros sabemos que hay. Y no te hablo de sexo. El sexo lo hubiera transformado en una aventura con un final, mejor o peor, pero con un final; y esto es eterno. No tiene final. Se ha ido. Ya no ésta. Pero es eterno.
-¿Pero qué ha pasado?
- Fíjate que esta mañana ya sabía yo que iba a conocer a alguien muy especial. Lo sentía. Sentía que iba a pasar algo fuera de lo común. Lo que no sabía era ni dónde ni cuándo. Y efectivamente, ha pasado.
-¿Pero el qué?
-Te lo cuento para que no pierdas el tiempo buscando. Date mejor la oportunidad saborear lo que encuentras, lo que la vida te brinda, que es mucho más de lo que te imaginas si estás atento. No busques. Todo viene a ti según tiene que ser.
-¡Madre mía!, ¡pero me lo quieres contar!
-Cuando dos personas ya se conocen no necesitan conocerse más. Eso ha sido todo.
-¿Eso ha sido todo? Pero eso no es nuevo en ti.
- Sí, sí lo es. He conocido mucha gente, y a muchos con los que he tratado he sentido conocerlos; pero esta vez, el sentimiento ha sido mayor, ha sido como nunca.
-¿Por qué?
-Porque esta vez no hemos hablado. No hizo falta. No teníamos nada que decirnos. Ya nos lo habíamos dicho todo al reconocernos.
-¿Y qué ha pasado?
-Se fue.
-¿Se fue? Yo creo que ahí te equivocas. No puedes dejar que se vaya alguien así.
-El amor es un regalo para que lo disfrutes, no para que te lo quedes. Y está vez tocó disfrutarlo así. Sé que para ti una relación entre dos personas va ligada a un tiempo, y que ese tiempo debe ser cada vez mayor cuanto más amor halla entre esas dos personas. Pero en verdad no tiene por qué ser así. El mayor romance de tu vida, si estas atento y eres lo suficientemente sensible,  puede durar tan sólo unos segundos. Puede ser una mirada, un beso, un adiós. No asocies el amor al tiempo, o todo lo que no tenga un valor en el tiempo carecerá de amor para ti. No asocies el amor a ningún gesto, ni a ninguna palabra, frase o comentario; ni a ninguna situación, ambiente o clima. No lo asocies con nada, simplemente vívelo. Creo que todavía tienes mucho que aprender.
Está claro que en aquel momento no digerí sus palabras, ni en aquel momento ni en mucho tiempo. Pero desde la perspectiva que da el paso de los años descubrí que aquel hombre tenía razón. Lo descubrí tras una mirada de amor de alguien que con sólo mirarme lo dijo todo; y no dijo más. Conocía aquella mirada, conocía aquellos ojos. Aunque no me diera tiempo a conocer más de ella, sabía quien era y lo que me quería decir tras esa mirada. Sólo tuvimos una mirada entre estación y estación. Pero fue suficiente. No hizo falta más.  Ahora lo entiendo. Ella se bajaba en la siguiente parada, y yo debía continuar mi viaje.
Nunca he encontrado mejor símil al amor que lo que viví en aquel momento: “Ella se bajaba en la siguiente parada, y yo debía continuar mi viaje”
Mi vida cambió para siempre tras ese breve pero intensísimo romance.
Kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui