sábado, 19 de septiembre de 2015

EL AUTO ENGAÑO
En cierta ocasión conocí a un hombre que sistemáticamente jugaba a la lotería gracias al aliciente de todo lo que imaginaba que haría si le tocaba. Aquellos sueños no sólo le hacían jugar todas las semanas, sino que además le permitían "seguir vivo" gracias a que tenía aquellos sueños. Su vida era más fácil.
Pero supongo que la escuela de la vida quiso ponerle a prueba, y entonces la diosa fortuna hizo que le tocase la lotería.
Me sorprendió ver que aquel hombre "vivía de sus sueños", porque cuando sus sueños llamaron a la puerta, gracias a que tenía el dinero suficiente para hacerlos realidad, no supo qué hacer con ellos; no les dejó entrar en su vida. Le dio miedo.
Parecería un caso aislado. Pero en cierta ocasión conocí otra persona que sólo quería ser feliz, y cuando la felicidad llamó a su puerta, no supo recibirla. O se le atascó la cerradura de su puerta cuando fue a abrir, o no oyó que llamaban, o no quiso oírlo...; vayan ustedes a saber.
También conocí a otro que estaba deseando que sucediera algo que cambiará su vida para que su vida cambiara. Y yo mismo fui testigo que aún sucediendole "algo" en su vida, después no supo que hacer con su vida, pues no llevó a cabo todos aquellos planes con que había idealizado su vida si pasaba "algo" que cambiase su vida.
Viendo tantos casos me dio que pensar.
Fue entonces cuando examinando mis propias excusas: "si me pasara esto o lo otro entonces yo..." me di cuenta que yo también había caído en esa rutina con la que nos engañamos a nosotros mismos.
Al darme cuenta tome conciencia entonces de que en verdad no necesitaba de ningún aliciente para hacer las cosas que me gustaría hacer si realmente quería hacerlas o quería que pasasen.
El movimiento se demuestra andando, puesto que los empujones sólo sirven para iniciar la marcha. Andar, lo que se dice andar (por la vida), requiere de la firme voluntad de andar y no dejar nunca que nada ni nadie te pare.
Es muy difícil no caer en la rutina del auto engaño, pues lo más fácil es:
No vemos salida, y cuando la salida aparece, buscamos otra salida con la excusa de que ésa ahora mismo ya no nos sirve.
Y así no se llega a ninguna parte.
Si fuéramos sinceros con nosotros mismos sabríamos lo que queremos, y también descubririamos que no necesitamos a nada ni a nadie (que pase algo en nuestras vidas) para alcanzar lo que buscamos. Todo depende de nosotros, pues todo está en nosotros. Eso sólo son excusas debido al miedo que nos da ir "derechos" hacia lo que queremos para nosotros.
Yo mismo aún me sigo poniendo excusas para no ir allí donde mis miedos no quieren que vaya; pero lo bueno, es darse cuenta; es irse conociendo.
Rafael Santamaría