martes, 23 de febrero de 2010

LA VIDA EN EL HOMBRE; original de Rafael Santamaría

Lo que busco esta en mi, lo que Soy, también.
A vosotros:




"La vida se agota en si misma al no ser vida, y en su efimera ilusión por vivir, crea en la muerte la paradoja de su destino. No vivo en mi para ser real, vivo en mi para Ser, para sentir más allá del transplante emocional con que han adulterado mi voluntad espiritual.
He nacido libre y muero lleno de ataduras emocionales. He nacido virgen a los ojos de mi inmaculada Presencia, y veo como la vida me quita el protagonismo que me pertenece al anclarme en el tiempo. He nacido para Ser eternamente útil a mi mismo, y caigo en la idiosincarcia del temor a lo que Soy. Percibo las causas por las que decidí aventurarme a vivir esta existencia, pero soy apercibido por mi ego y obligado a anclarme a los deseos que surgen del glosario emocional que tengo como ética. No entiendo nada de lo que hago en el banal ruido con que el hombre ignora el lamento de su silencio interior, pero no llego a saber que duda es más profunda, si lo que Soy, o lo que dejo de Ser.
Empiezo cada día con un mismo motivo de parálisis emocional: mis pensamientos, y aunque aveces la causalidad me invita a reflexionar cada momento de mi existencia, vivo en el recuerdo de un pasado entremezcaldo con las insatisfaciones de un futuro que no llega. Veo en mi lo que me dejan ver, que no es otra cosa que el reflejo de una sociedad identificada con el vacío de la cordura espiritual; veo en la gente la misma insatisfacción que no les deja ver; veo tantas amarguras como penas entrelazan los corazones ajenos; y aveces de tanto ver lo que no quiero ver, me reconozco a mi mismo en esa visión caótica de nuestras vidas.
El momento a la resurección de la vida es la eterna página de un libro que no pasa página, pues cada día es lo mismo de distinta manera; y engañándonos bajo el enigma de unos miedos sólo existentes para el razocinio de nuestra mente, ya ni pensamos, ya ni somos, sólo somos fuente de inspiración de otros pensamientos que ni siquiera son nuestros. Somos víctimas de un virus educacional llamado sociedad, puesto que nuestra mente ha sido codificada con los miedos que la atrincheran ante la frontera con la no-mente, con lo que Somos bajo el legado que trajimos al elegir esta experiencia.
Y en esta dual experiencia somatizada a través de nuestra mente, muero sin saber si muero, sin saber si sé, o sólo sé lo que me dejan saber. Muero para volver a morir de vida en vida sin malgastar el tiempo eterno que Soy, pero en esa lucha por existir más allá de la efimera edad del hombre, tropiezo con lo que no soy y me doblego ante el criterio que me han implantado.
Trás el bullicio se encuentra la diversión, trás la mentira la ilusión, y en la mascara que cada uno lleva, el baile de disfraces con que esta sociedad nos invita a su gran gala de marionetas. En cada función teatral me visto como aparento ser, para más tarde quitarme un disfraz y volverme a disfrazar. Cada uno trabaja en lo que puede para satisfacer el ego que le ha impuesto, y de vez en cuando, ante los abismos del ojo de la intuición retrocede para ver más allá; y ante un ápice de su sensibilidad recorre la ternura de su lógica espiritual; entonces, piensa que no esta pensando como la sociedad quiere, y estonces, siente, y al sentir, reacciona con esa parte de él que es el SER, y al Ser así, desata la única felicidad que le permite gozar de amor al ser amor.Y en ese preciso instante, en ese eterno momento que esta presente sólo bajo la inmortalidad del ahora, uno se reconcilia con la parte que Es tomando consciencia de cada partícula de su Ser en consonacia con el momento presente. Y en ese preciso instante reconoce lo que Es bajo el espejismo de lo que no es, pero la maquinaria destructiva del hombre no permite que el alma evolucione sin intereses comerciales; así pues, indaga que producto crear para engañar de nuevo al Ser, y habla de credos y creencias, y habla tanto que vuelve a confundir al Ser que se deja maniatar por su sombra humana; y ante el estupor de lo que Fue, reniega de nuevo de lo que sintió, para moderándose en su lucha por abstraerse de todo erroneo pensamiento, ser víctima y verdugo de su mente: su ego.
Y así pasan las eternas edades del hombre sin que el hombre llegué a su estado de moral más ambiciosa: EL. Y así pasa el tiempo para aquellos que lo contabilizan; y así muere el hombre sin saber qué es la muerte, pues muere maniatado por la sugestión de la ignorancia, muere precipitándose al vacio sin sentido que es su vida mundana"


Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
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