viernes, 27 de noviembre de 2015

SEÑOR; original de Rafael Santamaría


Qué prueba o pruebas me vas a poner hoy?, Señor.
Qué lección me toca aprender?
Supe ayer sacar provecho de las enseñanzas que pusiste a mi alcance a través de las experiencias que me tocó vivir?
Dime: ves Tú acaso que sepa vivir con humildad y aceptación el ecuánime equilibrio con el quieres que cargue y afronte el constante drama de tu Creación, esa drama que no es otro que la particular cruz con la que quieres que cada uno cargue en esta vida para que a través de ella podamos buscarte aún con más devoción?
Qué me toca vivir hoy que no haya aprendido aún?
No podría tu magnánime benevolencia recordarte que atrapado en éste cuerpo mi mente está ocupada en mi, y de mi no sé salir de ahí sin ti?
Cuando llegará el día que deje de vivir éstas experiencias con las que me pones a prueba para ver si ya sé vivir en Ti?
He oído hablar del cielo y de la tierra, de lo divino y humano, pero qué difícil es, lo reconozco, encontrarte cuando me dejó llevar por mis problemas mundanos, sin embargo que fácil resulta cuando te encuentro, darse cuenta de que todo cuanto creo que me sucede está en mi mente y es producto de mis pensamientos.
Me diste la mente para ser como Tú, pero mi ignorancia la utiliza constantemente para crear un yo distinto a Ti con el que olvidarte.
Que ningún pensamiento turbe mi paz, la paz de mi alma. Ayudame así a recuperar en mi ese equilibrio, y ése día volveré a Ti.
Y que sepas que no te olvido, que sé de tu amor por el mio; al menos por ése amor sé de Ti.
Rafael Santamaría


miércoles, 18 de noviembre de 2015

LA SOLEDAD QUE NOS INFRINGEN NUESTRAS CARENCIAS; original de Rafael Santamaría


Muchas personas viven inmersas en la soledad que les provoca la necesidad de sentirse querid@s por alguien y la necesidad que tienen de sentir que quieren a alguien. Dos sentimientos éstos que son capaces por si mismos de anular la verdadera naturaleza de nuestra alma la cual no precisa de ninguna de estas dos necesidades o carencias.  
Estas personas, buscan sin cesar que ese binomio de sentimientos se perfile y tome presencia en la persona física con la que buscan recuperar la ilusión para sentirse vivos en un mundo en el que al ser todo una proyección de nuestra mente: una ilusión, sin esa ilusión funcionando a toda máquina, la vida parecería que no tenga sentido.
De lo que se deduce que el sentido que damos a la vida de alguna manera depende, o lo hemos hecho depender, de estos dos estímulos necesarios: sentir que se ama a alguien y sentirse amado por esa misma persona, estímulos ("placebos") que no son otra cosa que carencias provocadas por la falta de seguridad y de amor hacia nosotros mismos que nos hace sentir diariamente nuestro ego al estar identificada nuestra alma a través de nuestra mente con nuestra naturaleza corpórea.
Cuando conseguimos salir de esa tormentosa espiral de sufrimiento provocada por la engañosa necesidad de sentirnos queridos por alguien, a la vez que nos "completamos" en la persona de ése alguien queriendolo, nuestra propia alma nos regala su siempre eterna conciencia basada en un amor que supera cualquier ilusión mental con la que hayamos podido imaginar en algún momento de nuestras vidas lo qué era el amor.
Rafael Santamaría

martes, 17 de noviembre de 2015

ELEGIR UN AMOR; original de Rafael Santamaría

No has de elegir a alguien a quien amar y con ésa persona compartir tu vida; no. El amor no es la carta de un restaurante (de la vida) donde las personas eligen a través de un menú (de su corazón) los sabores (los placeres sensoriales) con los que saciar su apetito (su ego).
Has de amar a la tierra y el mundo, has de amar cada paisaje y su entorno, has de amar el día y la noche, las estrellas y el cielo, y a la luna y al sol con un solo corazón; has de amar a cada ser vivo, a la humanidad entera, y a la vida que en ti se genera. Has de amarlo todo para ser feliz con todo y encontrar la felicidad en todo.
No establezcas límites mentales, no dejes que tu mente ame, se tú mejor la conciencia que hay en tu corazón cuando tu mente se halla libre de todo pensamiento.
Pues has de amarlo todo, y entonces, entre todo aquello que amas, entonces sí, entonces elige a tu compañer@ de viaje para ésta vida.
Y es así que él o ella no debería recibir más amor del que deberías entregar a los demás, simplemente él o ella, es la amistad verdadera entre dos almas que surge como consecuencia de la afinidad en la vibración de vuestros pensamientos, y del coloquio interno que mantienen vuestros corazones cuando vuestras mentes se hallan libres de todo pensamiento.
Elige pues un amigo para tan largo viaje, y no un amante.
Entendiste?
Rafael Santamaría

domingo, 15 de noviembre de 2015

VIVIR, VIVIR JUNTOS; original de Rafael Santamaría

- Quizás un día nuestros caminos se junten.
- Lo dudo.
- Por qué dices eso?
- Porque tú tienes tu camino y yo tengo el mío. En todo caso puede que algún día tu compartas tu camino conmigo y yo el mío contigo, y en ese caso, parecerá que tu camino y el mio se hayan solapado, o que tú y yo tenemos un mismo camino; pero sólo es una cuestión de COMPARTIR, y no de TENER.
- Y si tuviéramos un mismo destino? También entonces tendríamos distintos caminos?
- A un mismo sitio se puede llegar por distintos caminos y de formas diferentes. Que tengamos un mismo destino, no tiene obligatoriamente que implicar que ambos utilicemos ni la misma forma, ni los mismos medios, y mucho menos, el mismo camino para llegar a ese punto en común de nuestras vidas.
Ten la certeza que quien verdaderamente sabe compartir su vida con alguien es porque antes ha hallado en esa persona el compañer@ perfecto, donde aquí la perfección no tiene una definición concreta, sino un contenido que engloba el significado de todo lo que necesita el otro para alcanzar su destino.
Son compañeros de viaje en un viaje que han decidido hacer juntos, no sólo porque tengan un mismo destino, sino más bien, porque coinciden en los medios, las formas y el contenido del fin último que lleva implícito su viaje por esta vida, vida, que no es otra cosa que "viajar", es decir: VIVIR.
Rafael Santamaría

jueves, 12 de noviembre de 2015

NUESTRA OTRA MITAD; original de Rafael Santamaría

La mente goza del privilegio de inventarse cosas para así poder satisfacer al ego. La mayoría de esas cosas son ilusiones "justificadas": auto engaños con los que convivimos que nos impiden ver la verdadera realidad que está más allá de lo que nosotros nos hemos imaginado como real desde nuestra mente.
De lo que se deduce que vivimos siempre la realidad desde nuestra mente, pero es que nuestra mente se inventa constantemente su propia realidad de un modo mecánico, inconsciente y previsible, modo éste resultante de la ingravidez mental ilusoria en la que vive nuestro ego: vivimos a expensas de una constante imaginación precoz que nos hace flotar en un mundo de ideas de las cuales tristemente la gran mayoría encima no son nuestras.
Toma conciencia de esta incesante ilusión generada por la mente aquel que vigila en todo momento sus pensamientos observandolos.
Aquel que observa sus pensamientos nunca puede ser el mismo que los piensa, pues si fuera el mismo no los podría observar. Cuando nos identificamos con nuestros pensamientos no podemos observarlos, nos "vamos" con ellos; somos ellos.
Cuando los observamos, son ellos los que se "van", es decir, son ellos los que se diluyen por si solos al no tener el sustento de la energía de nuestra atención.
La mente, nuestra mente, se imagina cosas que no son verdad; que por qué lo hace?; cada cosa que se imagina responde a una necesidad, se podría decir: a una carencia mental que anida en la naturaleza de nuestro ego en forma de sentimiento. Hay que saber que la energía que generan todos nuestros sentimientos confluye en su punto más álgido en lo que llamamos la emoción. La emoción es una energía poderosisima capaz de alterar o modificar cualquier otra energía, y como todo es energía, es capaz de modificar todo lo existente que resuene en el intervalo en el que opera su energía.
Tenemos un cuerpo físico con el que podemos desenvolvernos en éste plano material que se mueve por impulsos eléctricos provenientes de nuestro cerebro.
Hay que saber que la energía de las emociones es mucho más potente que los impulsos eléctricos de nuestro cerebro. De hecho un movimiento es mucho más lento (voy a hacer gimnasia) o puede llegar hasta desaparecer en la lista de tareas de nuestro cerebro si una emoción negativa perturba dicho impulso eléctrico produciendo interferencias las cuales nos llegan a nosotros en forma de desgana, apatía, etc.
Normalmente las emociones vienen polarizadas (positivas o negativas) por nuestros estados de ánimo, y nuestros estados de ánimo están siempre condicionados por cómo pensamos o, por cómo dejamos que nos afecten nuestros pensamientos al identificarnos con ellos.
Existe una energía en el ambiente carente de inteligencia propia esperando a recibir instrucciones; Jesús el Cristo obraba milagros porque conocía bien no sólo está energía sino que además sabía leer, interpretar y descongestionar los bloqueos energéticos producidos por unas o una emoción negativa enquistada en el torrente energético de la persona; limpiando también así a veces el karma de la persona.
Los vasos sanguíneos alimentan nuestro cuerpo pero no lo hacen mover, lo mueve nuestro cerebro a través de impulsos eléctricos, estos impulsos son ordenes que envía nuestro cerebro al cuerpo. Pero quién habla con nuestro cerebro para enviar esos impulsos eléctricos?
La mente sensorial: la mente que percibe el mundo a través de los cinco sentidos e interpreta todos los estímulos externos que recibe para poder desenvolverse en este plano material es la que impregna nuestro cerebro de órdenes alienadas por una forma de pensar que se ha concretado en un carácter consecuencia de la experiencia que ha tenido esa mente sensorial en su relación con el mundo exterior. Ese carácter corresponde a la forma de pensar de alguien, pero de quién?; que creemos ser nosotros porque nos hemos identificado con nuestros pensamientos, pero cuando observamos nuestros pensamientos nos damos cuenta de que no somos "ellos". Quién es el que piensa?, o, quién es la fuente de nuestros pensamientos?
Nuestra mente no tiene apenas experiencias con el mundo interior ya que los sensores de la vida: nuestros cinco sentidos, la tienen atrapada en la vida externa: una vida perecedera, y una vida sujeta al constante movimiento de la dualidad.
El alma al encarnase en el cuerpo físico se identifica con éste a través de la mente racional que lo basa todo en los cinco sentidos, y luego a través de las emociones se mantiene permanentemente conectada con la idea, o identificación, de que ella es el cuerpo. En éste caso, las emociones le sirven de anclaje al alma para estar sujeta (identificada) al cuerpo. Decir también que las emociones que no se liberan se enquistan, de ésta manera, en las relaciones de pareja, o en las relaciones entre padres e hijos (no tienen porque ser siempre las relaciones de pareja) todo lo que se siente y no se dice, y se llega a sentir en su máxima expresión: nos lo llegamos a creer desde nuestra mente, genera un duelo emocional que esa relación va arrastrando (quiste emocional) y del cual no nos sabemos separar, que se vuelve maligno (tumor emocional) cuando en dicha relación empiezan a multiplicarse por miles las células cancerígenas: los pensamientos negativos. Es innegable que este tipo de pensamientos existen en la naturaleza de nuestro ego, pero nuestro sistema inmunitario: nuestra alma, debería ser siempre superior en cuanto a pensamientos positivos y acabar así siempre con los insurgentes pensamientos negativos; desgraciadamente ésto no suele suceder.
La adicción que padecemos constantemente a las emociones en calidad de nuestro yo corpóreo es la que no permite a nuestra alma separarse de su identificación con nuestro yo físico, un apego, como el que se aviene en las relaciones tóxicas, difícil de superar hasta que no se toma la suficiente perspectiva cómo para ver qué nos está pasando.
Volviendo al tema que nos ilustra: la identificación del alma con el cuerpo a través de la mente, surge entonces un yo corpóreo distinto del yo esencial o espiritual. De los dos yoes que están en continua pugna por la supremacía, el corpóreo y el espiritual, ganará, como es lógico, aquel que más alimentamos nosotros con nuestra atención.
Al aceptar sólo uno: aquél que alimentamos con nuestra atención  sólo aceptamos uno como válido, el otro muere, o le estamos dejando que se muera. A ésta primera disgregación le seguirán otras muchas más. El resultado de todas ellas es la separación. El creer en un yo físico y mental separado del Todo o la Unidad, separado del yo esencial.
Mientras estemos en éste plano material somos mente, cuerpo y espíritu; y el equilibrio se encuentra atendiendo a cada una de éstas partes en su justa medida.
El ego es el sentimiento incompleto nacido de una naturaleza incompleta al faltarle, por segregación, su yo esencial. El ego es el yo corpóreo y la mente racional que tiene vida en él.
La naturaleza incompleta del ego continua su andadura de disgregación y aislamiento al aceptar sólo como parte válida de mi yo físico y mental aquello que me gusta de mi, rechazando lo que no le gusta. La sensación de un yo separado de sí mismo es la que crea el sentimiento de aislamiento, la sensación de que estamos desconectados de la Fuente, del origen, y de todo lo que nos rodea; conectandonos de ése modo solamente a lo que nos gusta. Lo que no nos gusta, empezando por lo que no nos gusta de nosotros, genera una respuesta en nosotros de crítica continua. Además de criticar a los demás también nos criticamos a nosotros a través del sentimiento de culpa. Sin el sentimiento de culpa el ego no puede vivir, pues el perdón lo disculpa todo, y un ego sin algún sentimiento de culpa no es un ego, ya que él resentimiento con uno mismo es aquello que más disgregado de su yo esencial (o huérfano espiritual) le hace sentir a nuestra alma.
La crítica u opinión, sea como fuere ésta, nos separa cada vez más de la fuente de la que emanamos; la aceptación, por el contrario, nos une cada vez más a todo aquello que vamos aceptando; y al aceptarnos a nosotros mismos, la unión con nosotros mismos nos confiere esa sensación de unidad de la que provenimos.
Yo soy lo que me gusta de mi y lo que no me gusta de mi. Yo soy el Todo, porque formó parte del Todo; no soy solo una parte del Todo como quiere mi ego que crea a través de la identificación con sus pensamientos.
Cuando pienso como parte, como parte fraccionada del Todo, me convierto en la parte individual del Todo que invita a la segregación: el ego, pues somos aquello que pensamos que somos, pero cuando acepto mis dos partes: la que me gusta de mi, y la que no me gusta de mi, me convierto en el Todo indivisible. Y qué es el Todo indivisible sino Dios?
El yo que se siente incompleto porque se ha separado de sí mismo es el ego.
El auto engaño es una ilusión mental, nuestra ilusión mental; una ilusión mental con la que nos identificamos para vivir algo que satisfaga normalmente nuestras carencias; carencias, que por otra parte, son irreales, y que sólo están en nuestra mente como consecuencia de nuestro sentimiento de individualidad o de disociación con el Uno.
El UNO es la realidad espiritual que abarca TODO, es a partir de lo que todo fue creado. Es el Creador de todo.
El ego se crea y sobrevive cuando nuestra ilusión mental es más fuerte que nuestra realidad espiritual, es decir. cuando nuestra mentira es mucho más fuerte y grande que nuestra Verdad.
La sensación de individualidad nos hace sentirnos incompletos, sensación ésta que nos invita a buscar desde muy corta edad nuestra otra mitad, como si ésta otra mitad en verdad existiera fuera fuera de nosotros.
Rafael Santamaría