viernes, 7 de octubre de 2016

MEDITA; original de Rafael Santamaría

La mente se podría decir que es atención, y la atención es la matriz de la energía; y como ya se sabe, nosotros somos energía.
Somos un pensamiento en la mente de Dios.

Los pensamientos llegan a tu mente originados por la identificación de tu ego con las cosas, y tu mente les presta su atención a través de ti ; les presta su energía (tu energía). Debido a ésto tú te acabas identificando con lo que te pasa, ya que tu mente lo hace creíble para ti.

Cuantos más pensamientos concurren una y otra vez a tu mente, tu mente más dispersa está debido a que tiene varios "frentes" abiertos; es decir: tu mente, o foco de atención, se dispersa.

Una atención dispersa conlleva una energía dispersa; y al ser nosotros energía, cuando nuestra mente se dispersa, nosotros mismos estamos dispersos.

Cuando la mente se concentra en una sola cosa, focalizamos la atención; cuando se focaliza la atención, la energía se retroalimenta vigorizandose así misma.

Cuando ese foco de atención se dirige hacia afuera, se consiguen materializar nuestros pensamientos, dando igual la polaridad que tengan éstos (negativos o positivos); pero cuando ese mismo foco de atención se lleva hacia el interior, en lo que se denomina: la interiorizacion de la mente, el alma toma conciencia de sí misma al prestarse nosotros toda nuestra atención.

Mientras sigamos prestando nuestra atención al mundo de afuera, nuestro ego seguirá identificandose con todo aquello que nos pasa: nuestras circunstancias; y entonces sufriremos debido a que nuestras circunstancias son siempre cambiantes.

La serenidad se encuentra en la mente que mira hacia dentro, no en la mente que vive las circunstancias de afuera.

Medita.

Rafael Santamaria