jueves, 22 de mayo de 2014

EL PROPOSITO DE TU VIDA, ENCONTRAR A DIOS; original de Rafael Santamaría


- Sientate hijo, te voy a contar una historia.
- Papá, he quedado.
- No tardaré mucho. 
- Cuánto es no tardaré mucho para ti?
- Llegarás a tiempo, no te preocupes; relajate.
- Si claro, relajate; como a ti no te están esperando...
- Necesito contarte una cosa.
- Pero ahora!
- Nunca hay otro momento que no sea ahora.
- Está bien. Me dejas tu teléfono para llamarles y decirles que llegare un poco más tarde?, el mío se ha quedado sin saldo.
- Confía en mi; no tardaré. Anda, sientate.
Cuando estaba en la universidad conocí a un muchacho muy, muy peculiar. Lo conocí en la biblioteca de mi universidad; decía que se venía a estudiar allí porque allí se podía concentrar mejor que en la biblioteca de su facultad. Él fue el que me ayudó a entender mejor el álgebra, y a aprobarla; y eso que él estudiaba medicina. Bueno cuando yo le conocí ya estaba terminando, y eso que no era mayor que yo, pero le urgía terminar lo antes posible, pues su madre había enfermado años atrás de una enfermedad desconocida y él había prometido curarla.
- Eso es de una peli!, papá. No te quedes conmigo.
- Déjame terminar. Nuestra amistad fue tan grande que aún cuando él ya había acabado la carrera y ya no iba por la universidad, nos seguíamos viendo. El estado de salud de su madre empezó a empeorar por momentos, y él, que por aquel entonces se volcaba en cuerpo y alma en encontrar un remedio a la enfermedad de su madre, se vino abajo; y una noche me dijo:

- No tiene cura; o al menos yo no he sabido encontrársela.
- No te culpes.
- Si no me culpo, sólo que mi madre se está muriendo y yo no soy capaz de hacer nada para evitarlo. Sólo un milagro podría salvarla.
- Qué tipo de milagro?- le pregunté yo.
- Conoces a Dios?- yo no contesté- creo que en estos casos si no conoces a Dios estás perdido porque sólo Él puede salvarla.
- Qué te llevaría conocerle?
- Acaso bromeas?, acaso crees que se le puede conocer así como así?
- Si los grandes santos le conocieron por qué tú no?
- Porque no soy ningún santo!
- Conseguiste sacarte una carrera en tres años; qué problema tienes?
- No es lo mismo.
- Por qué no es lo mismo?
- No compares.
- Todo está en tu mente. Si tuviste la fuerza de voluntad para concentrarte y estudiar día y noche, por qué no utilizas ésa misma concentración para meditar?
- Y qué conseguiré?
- Hablar con Él de tú a tú. Quizás entonces te escuche y el milagro ocurra.
- Pero..., pero no hay tiempo. Mi madre se está muriendo.
- Puedes retrasar con fármacos su muerte?
- Si, creo que si.
- Entonces, ni lo dudes. Empieza desde ya a meditar.
- Y cómo se hace éso?. Yo no sé meditar.
- Tú me enseñaste álgebra; ahora me toca a mi enseñarte a ti a meditar.

No conocí nunca una persona más disciplina y tenaz. Lo dejó todo por encontrar a Dios a través de una noble causa.
- Y qué pasó?, papá.
- Pero no decías que era una peli; deberías conocer el final.
- Papá!
- Mi amigo conoció lo que iba buscando.
- Conoció a Dios?
- Despertó su conciencia espiritual y la unió a Dios. Si, le conoció. Se realizó a sí mismo. Pero la madre murió.
- Y éso?
- No llegó a tiempo.
- Pero no podía haberla resucitado? No sé, se me ocurre a mi. No sé si eso es posible; pero como se dice que para Dios no hay nada imposible.
- Verás, al poco de morir su madre, yo le hice ésa misma pregunta. La misma que tú acabas de formular: "por qué no has orado a Dios para que te la devolviera"
- Y qué te contestó? papá
- Él me dijo:

"Sabes?, el propósito de la grave enfermedad de mi madre nunca fue que yo estudiara medicina, o que yo fuera el mejor médico y encontrará así el remedio a su enfermedad, estaba equivocado, aunque es cierto que eso me ayudó a cultivar algo que sin ello no hubiera tenido el coraje de hacer lo siguiente, que era buscar a Dios. El propósito de la grave enfermedad de mi madre era despertar en mi la ocasión de busca a Dios y que no dejar de hacerlo hasta encontrarle gracias a la ferrea disciplina que había adquirido durante mi etapa en la universidad. Justo cuando mi madre falleció entendí ésto que ahora te estoy contando. Todo tiene su por qué; hasta el que yo te enseñará álgebra, porque así luego tú me enseñarías a mi a meditar. Gracias amigo"

- Papá, cuándo me vas a enseñar a meditar?
- No habías quedado con unos amigos?
- Sí, pero hay cosas más importantes a las que nunca se las debe hacer esperar.
Rafael Santamaria