lunes, 29 de marzo de 2010

EL RELOJ, LA VIDA, Y EL AMOR; original de Rafael Santamaría

Si el amor se puede expresar con palabras, entonces, dejad que os cuente una historia:
A vosotros
"Hubo una vez un soldado, que herido de muerte, recaló en manos de la mujer amada, pues sin saberlo, la mujer que sanaria sus heridas, se uniría a él en cuerpo y alma. Y así fue, que mientras curaba las heridas de aquel soldado enfermo, aquella mujer descubrió en su paciente, el amor del que durante toda una vida oyó hablar en boca de otros. Mas sin tocar mas que las profundas heridas de aquel soldado,sintió a través de su cometido, la gratitud de amar y ser amada bajo el hechizo del amor verdadero. Y cuando aquel soldado recupero la conciencia y abrió los ojos, no vio mas que lo que ya había sentido su alma a través del gozo de su corazón; y sin aun poder incorporarse, la beso sin besarla con la expresión de su alma. Y así, quedo sellada una relación que nunca daría mas frutos que el mismo amor; pues cuando se supo que aquel soldado se hubo recuperado, pronto fue llamado a filas.
Y así fue, que en la despedida se obviaron las palabras; el dolor del que parte lo dice todo, y el llanto del que se queda no consuela nada. Y aquel soldado, mirando a los ojos de la mujer amada, se quito su reloj, y la dijo poniéndoselo en la muñeca:
-Dadme el tiempo que le queda de pila a este reloj para regresar junto a vos. Si no regreso antes de que se pare, no me esperéis mas, pues habré muerto, y muerto, no puedo regresar hasta vos.
Y sin mas palabras se fue. Y aquella guerra lo retuvo mas tiempo de lo que aquel reloj pudo sobrevivir con la energía de su amor. Y aunque la muerte aun no se lo había llevado, el reloj que marcaba las horas de su amor se paro. Y a aquella mujer, la vida que la sostenía su vida: el amor, se la apago; y aunque aquel reloj nunca mas volvio a andar, su amor, cuando lo miraba, lo veía funcionar.
Pero el tiempo paso, y ambos dos murieron sin volverse a ver en esta vida; pero me cuenta el enterrador, que cuando dieron sepultura a aquella mujer, el reloj de su muñeca, nadie sabe cómo ni por qué, de nuevo echo a andar.
Y quien sabe si aquel reloj echo a andar porque en otro lugar distinto a esta realidad, aquellos dos que se amaron en vida sin vivir su amor, se volvieron a encontrar"

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
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