sábado, 31 de mayo de 2014

LA ARTROSIS EN LAS RELACIONES DE PAREJA; original de Rafael Santamaría



-Se les ve juntos, pero no unidos. No hay complicidad.
-A qué se refiere?, Maestro. -Se gustan, pero no se aman. 
-Podría ser más explícito?, Maestro.
-Se han hecho dependientes el uno del otro para no estar solos, tan sólo eso. Esa dependencia les causa tal aflicción interna que se ven en la imperiosa necesidad de crear un espacio íntimo, sólo para ellos, donde no sitio (espacio) para su pareja. Hay deformación de pareja, no relación de pareja.
-Se refiere a que ninguno pueda invadir ese espacio íntimo y personal creado por el otro?
-Correcto. Así es. 
-Pero entonces, así están la mayoría de las relaciones de pareja!, Maestro.
-La soledad en el mundo está generalizada. Y aunque la gente busque a través de la compañía de otras personas llenar ese vació que supone dicha soledad, sólo el amor puede llenarlo. 
Escucha bien: en una relación de pareja pueden acabar apareciendo los mismos síntomas y la misma patología que en una artrosis.
-Cómo dice!!!
- Verás, cuando dos huesos se articulan, cuando dos personas deciden convivir el uno al lado del otro, entre ellos hay una "almohadilla" cartilaginosa que les protege del roce; es decir, entre ambas personas hay un amor incondicional que les protege del roce diario de la monotonía. Pero la tensión muscular, las malas posturas, los antecedentes genéticos, y el paso de los años, contribuyen a que dicha almohadilla cartilaginosa se vaya consimiendo y/o deshidratando, causando dolor cuando los dos huesos chocan al articularse en algún punto donde la almohadilla cartilaginosa se ha desgastado, produciendo deformación en los huesos que se articulan: Artrosis. Esa deformación duele y es incurable; salvo que se ponga una prótesis, pero esa prótesis siempre tiene una caducidad. En las relaciones de pareja de hoy en día pasa lo mismo: cuando la almohadilla de la comprensión, cariño e ilusión (amor) se va desgastando por el paso de los años, la tensión, y/o el mal entendido "uso" del amor, las personas que conviven juntan (que se articulan) entran en pequeñas crisis de identidad (roce) que causa desgaste en su amor (cartílago) como deformación en dichas personas ( huesos) produciendo una deformación en su relación de pareja (artrosis) No hay cura: la separación o el divorcio (prótesis) es una mala solución, pues está condenada al fracaso, ya que volverán a producirse los mismos síntomas y aparecerá la misma patología en la siguiente relación de pareja (hay que poner una segunda prótesis) si no se ha subsanado el origen del problema.
- Y..., Maestro; a mi cómo me ve en mi relación de pareja?
-Mejor hijo mío, preguntate a ti mismo cómo te ves tú en tu relación de pareja antes de que otro te diagnostique una artrosis galopante e intentes ocultar los síntomas con fármacos: e intentes ocultar los síntomas de tu artrosis de pareja con justificaciones (auto engaños), salidas nocturnas y otras formas de pasar más tiempo con los demás, o en otras causas o cosas, que con tu pareja para así no tener que convivir (articularte) y evitar el "roce" allí donde el roce produce dolor por una falta de amor (cartilago)
-Si Maestro.

Rafael Santamaría

viernes, 23 de mayo de 2014

CONCIENCIA; original de Rafael Santamaría

Todo fue creado a partir de una Conciencia única.
El pensamiento es una forma limitada de conciencia.
La verdadera conciencia va más allá del pensamiento.
Tu mente es el portal a tu conciencia, pero la conciencia no es mente.
A la conciencia que se identifica con el cuerpo se le denomina ego.
En el alma está tu conciencia espiritual.
La realización del Ser, no sólo es el despertar de la conciencia espiritual de tu alma, sino la unión de ésta con la Conciencia que lo impregna todo.
La vida en el plano material está concebida para el despertar de la conciencia espiritual de cada alma.  Cada uno va despertando su conciencia espiritual según evoluciona el desarrollo de la sensibilidad de ésa conciencia espiritual.
La sensibilidad de la conciencia espiritual se halla en el corazón cuando éste se encuentra libre de todo deseo.
Tus deseos son las necesidades que te genera tu ego.
La intuición es la sabiduría del alma, ésta sabiduría es una memoria espiritual que da acceso al Conocimiento.
El Conocimiento es la uva de la vid que conduce a la realización del Ser.
Pero el Conocimiento sin la sensibilidad de un corazón carente de todo deseo acaba siendo mera filosofía.
El Conocimiento requiere pues de la sensibilidad del corazón para la realización del Ser.
En la realización del Ser el amor lo impregna todo.
El amor es la unión de Conocimiento y Sensibilidad (corazón)
Cuando el amor es el que realiza las acciones el apego al resultado de las mismas desaparece.
Cuando el apego desaparece, el alma se libera de sus ataduras carnales.
Para el común de las almas encarnadas la conciencia espiritual se despierta a través de experiencias traumaticas, o vivencias de naturaleza conflictiva para nuestro ego.
La almas encarnadas que gozan de una menor amnesia espiritual son incitadas por una inquietud interior (proveniente de su corazón) al despertar de la conciencia. Normalmente estás almas vagan en busca de conocimiento hasta que su inquietud es más grande que su ignorancia espiritual.
Rafael Santamaría

jueves, 22 de mayo de 2014

EL PROPOSITO DE TU VIDA, ENCONTRAR A DIOS; original de Rafael Santamaría


- Sientate hijo, te voy a contar una historia.
- Papá, he quedado.
- No tardaré mucho. 
- Cuánto es no tardaré mucho para ti?
- Llegarás a tiempo, no te preocupes; relajate.
- Si claro, relajate; como a ti no te están esperando...
- Necesito contarte una cosa.
- Pero ahora!
- Nunca hay otro momento que no sea ahora.
- Está bien. Me dejas tu teléfono para llamarles y decirles que llegare un poco más tarde?, el mío se ha quedado sin saldo.
- Confía en mi; no tardaré. Anda, sientate.
Cuando estaba en la universidad conocí a un muchacho muy, muy peculiar. Lo conocí en la biblioteca de mi universidad; decía que se venía a estudiar allí porque allí se podía concentrar mejor que en la biblioteca de su facultad. Él fue el que me ayudó a entender mejor el álgebra, y a aprobarla; y eso que él estudiaba medicina. Bueno cuando yo le conocí ya estaba terminando, y eso que no era mayor que yo, pero le urgía terminar lo antes posible, pues su madre había enfermado años atrás de una enfermedad desconocida y él había prometido curarla.
- Eso es de una peli!, papá. No te quedes conmigo.
- Déjame terminar. Nuestra amistad fue tan grande que aún cuando él ya había acabado la carrera y ya no iba por la universidad, nos seguíamos viendo. El estado de salud de su madre empezó a empeorar por momentos, y él, que por aquel entonces se volcaba en cuerpo y alma en encontrar un remedio a la enfermedad de su madre, se vino abajo; y una noche me dijo:

- No tiene cura; o al menos yo no he sabido encontrársela.
- No te culpes.
- Si no me culpo, sólo que mi madre se está muriendo y yo no soy capaz de hacer nada para evitarlo. Sólo un milagro podría salvarla.
- Qué tipo de milagro?- le pregunté yo.
- Conoces a Dios?- yo no contesté- creo que en estos casos si no conoces a Dios estás perdido porque sólo Él puede salvarla.
- Qué te llevaría conocerle?
- Acaso bromeas?, acaso crees que se le puede conocer así como así?
- Si los grandes santos le conocieron por qué tú no?
- Porque no soy ningún santo!
- Conseguiste sacarte una carrera en tres años; qué problema tienes?
- No es lo mismo.
- Por qué no es lo mismo?
- No compares.
- Todo está en tu mente. Si tuviste la fuerza de voluntad para concentrarte y estudiar día y noche, por qué no utilizas ésa misma concentración para meditar?
- Y qué conseguiré?
- Hablar con Él de tú a tú. Quizás entonces te escuche y el milagro ocurra.
- Pero..., pero no hay tiempo. Mi madre se está muriendo.
- Puedes retrasar con fármacos su muerte?
- Si, creo que si.
- Entonces, ni lo dudes. Empieza desde ya a meditar.
- Y cómo se hace éso?. Yo no sé meditar.
- Tú me enseñaste álgebra; ahora me toca a mi enseñarte a ti a meditar.

No conocí nunca una persona más disciplina y tenaz. Lo dejó todo por encontrar a Dios a través de una noble causa.
- Y qué pasó?, papá.
- Pero no decías que era una peli; deberías conocer el final.
- Papá!
- Mi amigo conoció lo que iba buscando.
- Conoció a Dios?
- Despertó su conciencia espiritual y la unió a Dios. Si, le conoció. Se realizó a sí mismo. Pero la madre murió.
- Y éso?
- No llegó a tiempo.
- Pero no podía haberla resucitado? No sé, se me ocurre a mi. No sé si eso es posible; pero como se dice que para Dios no hay nada imposible.
- Verás, al poco de morir su madre, yo le hice ésa misma pregunta. La misma que tú acabas de formular: "por qué no has orado a Dios para que te la devolviera"
- Y qué te contestó? papá
- Él me dijo:

"Sabes?, el propósito de la grave enfermedad de mi madre nunca fue que yo estudiara medicina, o que yo fuera el mejor médico y encontrará así el remedio a su enfermedad, estaba equivocado, aunque es cierto que eso me ayudó a cultivar algo que sin ello no hubiera tenido el coraje de hacer lo siguiente, que era buscar a Dios. El propósito de la grave enfermedad de mi madre era despertar en mi la ocasión de busca a Dios y que no dejar de hacerlo hasta encontrarle gracias a la ferrea disciplina que había adquirido durante mi etapa en la universidad. Justo cuando mi madre falleció entendí ésto que ahora te estoy contando. Todo tiene su por qué; hasta el que yo te enseñará álgebra, porque así luego tú me enseñarías a mi a meditar. Gracias amigo"

- Papá, cuándo me vas a enseñar a meditar?
- No habías quedado con unos amigos?
- Sí, pero hay cosas más importantes a las que nunca se las debe hacer esperar.
Rafael Santamaria

sábado, 17 de mayo de 2014

EL AMOR DIVINO; original de Rafael Santamaría


-Maestro; ¿cómo puede surgir el amor divino en los hombres?
-Te lo explicare a través de la misma fábula que un buen día me contó a mi Maestro.


A orillas del gran río de los Miedos; entre los grandes macizos montañosos de nuestros Complejos y las Criticas; allí, en las áridas tierras sin frontera donde se acaba el ego; dos muchachitos se encontraron el uno al otro. 

- ¿Qué pasará si cruzo? - dijo uno.
- Tendrás que cruzar para saberlo - contestó el otro.
- Pero me han dicho que no debo cruzar.
- Entonces no cruces.
- Pero yo no veo que sea malo cruzar.
- Entonces cruza.
- ¿Pero qué es lo que hay al otro lado para que no cruce?
- ¿Qué te dijeron que había?
- No me dijeron nada, tan sólo que no debía cruzar nunca.
- ¿No te dieron nunca una explicación?
- Que era malo.
- ¿Y por qué es malo?
- Eso nunca me lo razonaron.
- ¿Que es malo porque sí?
- Si, algo sí.
- Entonces no puedo ayudarte.
- ¿Tú has cruzado?
- Yo vivo allí.
- ¡En serio!
- Si.
- ¿Y qué haces aquí?
- Lo mismo que tú quieres hacer allí; conocer.
- ¿Y qué quieres conocer de aquí?
- Me dijeron que nunca cruzara...
- Pues como a mi.
- ...que en el otro lado no iba a encontrar nada bueno.
- Aquí la gente no es mala.
- Allí tampoco.
- ¿Por qué crees que nos dicen esas cosas?
- Para que no crucemos.
- Ya, ¿pero para qué?
- No lo sé.
- ¿Tú cómo te llamas?
- Conocimiento.
- Que nombre más raro.
- ¿Y tú?
- Corazón.
- Pues anda que el tuyo.
- Aquí todos nos llamamos igual.
- Allí también nos llamamos todos igual.
- Y por qué no querrán que los corazones conozcan al pueblo del conocimiento.
- Pues supongo que por lo mismo que no quieren que nuestro conocimiento os conozca a vosotros: los corazones.
- Hace tiempo encontré esté manuscrito enterrado cerca de los límites que no nos dejan pasar. Leerlo fue lo que me ánimo a cruzar.
- ¿Y qué dice?
- Que si un día un corazón cruza sus propios límites auto impuestos encontrará el Conocimiento.
- Yo también encontré hace tiempo un manuscrito que es el que me ha llevado hasta aquí.
- ¿Y qué dice?
- Que si un día el conocimiento cruza sus propios limites auto impuestos encontrará su Corazón.
- Dice lo mismo que el mío pero al revés.
- Si.
- ¿Y qué significará?
- No lo sé.
- Tú a mi me gustas. Me caes bien.
- Tú a mi también.
- ¿Y éso será bueno o malo?
- ¿El qué?
- Que nos gustemos.
- A mi no me suele gustar mucha gente.
- A mi tampoco.
- Pero tú sí.
- Lo mismo digo.
- ¿Tú crees que es el destino?
- ¿Qué es éso?
- En mi pueblo se dice que el destino es aquello que te tiene que pasar.
- No lo sé.
- ¿Y ahora qué hacemos?
- ¿A qué te refieres?
- A mi me apetece quedarme contigo.
- Y a mi contigo.
- Entonces...
- ¿Entonces qué?
- ¿Que qué hacemos?
- Pues yo creo que deberíamos hacer lo que en este caso sentimos que nos apetece, porque no creo que sea malo.
- Yo también lo creo así.
- Entonces..., ¿nos quedamos juntos?
- Vale.
- Y qué pasará si salen a buscarnos nuestras respectivas familias.
- A lo mejor algún día con nuestro ejemplo conseguimos que todos los corazones crucen sus propios límites en busca de conocimiento...
- O que todos los que tienen conocimiento algún día busquen cruzando sus propios límites lo que hay en sus corazones..

-¿Has entendido? Tu conocimiento ha de salir en busca de tu corazón superando sus propios límites auto impuestos por él, sobre todo sus miedos; y tu corazón ha de salir en busca de tu conocimiento superando sus propios límites auto impuesto también por él. Sólo así surgirá en ti el amor divino.

Rafael Santamaria

AMA, NO PIENSES; original de Rafael Santamaría

En cierta ocasión vino a verme una persona. 
Me preguntó que qué era el amor para mi. 
Yo no le contesté. Tan sólo guardé silencio y le amé. 
Pero aquella persona no entendió nada, y se fue decepcionada. 
En otra ocasión vino a verme otra persona, y me preguntó que qué era el amor para mi. 
Yo no le contesté. Guarde silencio, y le amé. 
Al irse, vi que se iba mejor: más alegre, más contento; en definitiva, más feliz. Entonces, antes de salir por la puerta se dio la vuelta y sonriendo me dijo:
-Pensaba que el amor era otra cosa.
Yo le contesté:
-Ama. No pienses.
Rafael Santamaria

lunes, 5 de mayo de 2014

MEDITA TÚ TAMBIÉN; original de Rafael Santamaría


Deberías meditar para sentir la paz que hay dentro de ti; una vez que consigues sentir esa paz, deberías intentar mantenerla (esa paz) siempre y en todo momento; así, cada vez que meditarás tu paz seria más y más profunda; y cuanto más profunda fuese esa paz, más cerca estarías de alcanzar el Reino de los Cielos, o Reino de la Paz Interior. 
Cuando un devoto hace de su Paz Interior su morada, dicho devoto, aunque está sujeto a las variaciones que modifican constantemente la naturaleza y los acontecimientos que rodean a ésta naturaleza (porque vive en ellos), dichas variaciones no le afectan; pues el mundo dual y el mundo de las emociones sucumben ante el estado de gozo que supone vivir en la profunda dicha inmortal de la paz interior que anida dentro de cada ser humano.
Quien no vive en esa paz (interior), y mucho más, quien no conoce esa paz interior, está siempre sujeto a la dualidad y variabilidad del mundo fenomenico (de los fenómenos), y a las modificables y siempre cambiantes estructuras mentales que pasan por su cabeza (pensamientos) en virtud de sus deseos y a sus consiguientes vibraciones energéticas: las emociones; o dicho de otra manera, estará sujeto a las convulsiones energéticas con las que un pensamiento manifiesta su torrente energético vibracional a través del cuerpo humano en el que se manifiesta; para más tarde, cuando la emoción se hace "ingobernable", la enfermedad aparece.
El hombre que emite una opinión, sea cual fuere, está sujeto a las consecuencias de esa opinión, ya que ella (la opinión) proviene de un esquema mental que contribuye a gestionar unos hábitos mentales (es la pescadilla que se muerde la cola); pero quien evite opinar guardándose de todo juicio no estará sujeto ni a patrones ni a reglas de conducta impuestas por su forma de pensar (de enjuiciar), ya que no tiene.
El "Observador", observa en todo momento sin ánimo
de juicio. Todo lo comprende porque no busca sacar una conclusión de cada cosa a través de sus juicios. No necesita "etiquetar" (enjuiciar) las cosas para creer que las comprende; que las comprende, claro está, desde su punto de vista (desde su perspectiva juiciosa)
El hombre que enjuicia necesita de sus juicios para etiquetar cada cosa, y así, etiqueta y acaba enjuiciando hasta su propia vida; siendo víctima de sus propios juicios; juicios que no son sino estructuras mentales arraigadas en formas de pensar tan sumamente rígidas e implantadas en ellos que prácticamente se manifiestan inconscientemente, es decir, que se manifiestan sin que el sujeto que emite el juicio o pensamiento sea consciente de ello: de que está emitiendo un juicio (lo ve algo normal: lo hace de forma inconsciente) 
Cuando alguien pregunta la edad normalmente lo hace para clasificar (etiquetar) a la persona sobre la que pregunta la edad en un rango previamente establecido por él que obedece a una estructura mental creada por su ego.
El "Observador", aquel que sólo observa, no pregunta la edad de la persona que está conociendo (o no le pregunta la edad con ánimo, con la intención, de etiquetarla) porque la está conociendo justo gracias a éso: a que no la ha enjuiciado previamente desde ninguno de los parámetros con los que la podría etiquetar; pero para poder ser como el "Observador" hay que practicar la observación lejos de todo juicio y/o actividad mental; hay que practicar la mera y simple observación; y una de las maneras más eficaces de practicar la observación es meditando: es enfocando nuestra atención en la observación de "Nosotros Mismos" en vez de entregar nuestra atención a nuestros pensamientos (o juicios)
El meditador observa la actividad de sus pensamientos, pues es consciente de ella (circunstancia ésta que en la vida diaria de una persona que no medita no se da) pero no le entrega su atención a dicha actividad mental, sino que pone el enfoque de su atención allí donde mora la energía que sustenta la verdadera vida: en el eje de la columna vertebral. A base de no entregar su atención a dicha actividad pensante, la actividad mental "muere", o desiste, por falta de atención, ya que el alimento de cada pensamiento es la atención que se le presta. 
El meditador consigue así desbancar al ego del trono que por derecho propio le pertenece. Una vez que el meditador es de nuevo dueño y señor de Sí mismo ve la vida como lo que verdaderamente es, y no como sus patrones y estructuras mentales se la habían diseñado para él basándose en juicios y parámetros totalmente egocéntricos: patrones mentales que giraban en torno a su ego.
Cuando el meditador se libera de su ego ya no ve ego en los demás (no ve su ego en el espejo que son los demás para él), sino que se ve a Sí mismo en los demás; un Sí mismo cargado de la verdadera naturaleza de la que se compone: Amor. Viendo el mundo desde esa nueva perspectiva: el amor, nada se hace censurable, nada se hace merecedor de una opinión, ni está sujeto a juicios.
Como ves no estaba en ningún sitio, tan sólo estaba meditando, es decir, viéndome y viendo el mundo con otros ojos: con los del Amor.
Medita tú también.
Rafael Santamaria