domingo, 10 de enero de 2010

EN EL BUEN NOMBRE DEL AMOR; original de Rafael Santamaría



Hay algo más que aquello que no existe, y es, justamente, la base de nuestra existencia. Quien ve lo que no se puede ver es que ya lo ve todo; y el Todo es la esencia de nuestra existencia.
A vosotros:
"Hubo una vez un hombre que profetizó acerca de la ignorancia con que la vida le sonreía al amar, pues habló por hablar acerca de lo que el llamaba su agonía sentimental; y se auguró, que sólo la soledad tomaría como fiel compañera si en la lid, de tan angustiosas contiendas, de nuevo el amor salvaba cada pugna con otro fracaso emotivo y pasional. Y así fue y así sería; lo que no sabía aquel buen hombre es que la vida no premia ni castiga, sino que basa toda su ciencia en la experiencia con que cada ser entabla su particular regreso, a través de la conciencia adquirida, a la unión de la que procede. Así pues, con la maldición que él mismo se había hechado sobre sus calumniosos pensamientos, compaginó su vida pagana con la ruina amorosa con la que quería construir el diván de su efimera felicidad; pero como la tosquedaz del entendimiento con la que discernía a través de sus sentimientos no tenía nada que ver con la de su saber espiritual, asi y no de otro modo, su conciencia superior, aquella que utliza el intelecto del alma para dilucidar el suicido con el que todo hombre quiere agotar su vida, le despejo el camino de dudas al presentarle en forma de mujer la esposa de sus sueños. Pero la negligente mente humana que aquel hombre utilizaba para razonar el amor le hizo de nuevo apartarse de ella, de su eterna imagen personal del amor; aún así, la eficiencia de los designeos divinos quiso hacerle ver que la verdad de su amor era todo él sin la expresión que le ahogaba en su razón, y así y sólo así, sin querer amar amo; pues dejó a un lado toda aspereza sentimental con la que el hombre al amar tiene que experimentar la dualidad del tal sentimiento: el odio, y al convertirse todo él en amor, su imagen reflejó la sincronicidad con que la mente del hombre que advierte en su concocimiento la inteligencia del creador: el amor en toda su expresión, llena de ilusión su vida, y su vida se torna ilusión.
Y aquel buen hombre nunca más supo de su ignarancia, así como nunca más supo odiar; y quizás sólo quizas, tenga algo que ver el odio con la ignorancia; así como quizás y sólo quizas, tenga algo que ver el amor con la sabiduría con la que el que busca a Dios acaba encontrándole.
El que ignora la sabiduría del amor ignora la parte en la que Dios, su padre, anida en él; así, ignora el hijo la herencia del Padre que es la comunión con Dios.
Mientras el hijo no se reconozca en el padre, y padre e hijo no sean una misma cosa, la existencia del hombre carecerá del sentido con el que en el buen nombre del amor quiso Dios crear al hombre"

Rafael Santamaría
629 309 929