sábado, 8 de mayo de 2010

ME ENSEÑARON...,Y YO APRENDI; original de Rafael Santamaría

He aquí la luz del que descubre su Luz, he aquí la iluminación, y he aquí el sendero único que no tiene perdida; pues toda perdida reside en buscar fuera lo que llevas dentro.
A vosotros:

"-Mi, es posesivo, y el amor no es posesivo, es poseedor; porque el que sabe amar, posee la gracia de la verdadera sabiduría:el amor. Mas os con vendría decir hijo, en vez de mi hijo; o padre, en vez de mi padre. Poseer ata, y el amor no ata, une.
Querer, es desear, y el que sabe amar no desea, desea aquel que permite que su ego sea el que ame; pero eso no es amar; amar es la gratitud de dar sin buscar recompensa, es ofrecer sin esperar nada a cambio, es la libertad de ser justo sin la opresión de la justicia que aplica el ego del hombre al amar.
-Me enseñaron que Dios juzga, pero no, Dios no juzga, juzga el ego del hombre en nombre de Dios para así satisfacer su sed de culpa; pero la culpa tampoco existe; me enseñaron que el sentimiento de culpa justifica el perdón, pero el sensei aprendió que el perdón es la gratitud de amarse y de amar, y que la culpa engaña al amor haciéndolo mortal y doloroso.
-Me enseñaron que en el amor de pareja hay que ceder, y el sensei aprendió que en el amor de pareja hay que acompañar.
-Me enseñaron que el amor incluye sacrificio, y el sensei aprendió que amar con sacrificio no es amar, es exclavizarse al ego de lo que me enseñaron que es el amor.
-Me enseñaron que la muerte es el final de la vida, y el sensei aprendió que no hay principio ni fin, pues en lo Eterno vive él, y tras el sueño de la muerte, despertara a la vida eterna que descubrió en él.
-Me enseñaron que el dinero completa la palabra felicidad, y el sensei aprendió que nada completa a dicha a palabra salvo la propia felicidad que reside en uno mismo.
-Me enseñaron a buscar fuera cada vez que tuviera un vacío que llenar, y sobre mis espaldas cargue el lastre de una vida social para completar la falta de amor que tenia; y el sensei aprendió que de allí de donde viene, vino sin nada y todo lo tenia, y que allí a donde regresa, debe ir con lo justo, y lo justo es aquello que él es: amor.
-Me enseñaron a juzgar y que solo a través de los juicios nos acercamos a la lógica del pensamiento que nos han inculcado como verdad, y el sensei aprendió que el juicio limita la verdad, y que al juzgar, el amor se rompe en cenizas, porque el que ama, sabe que todo juicio, es un atentado contra el amor universal.
-Me enseñaron a defender mis principios con uñas y dientes, y el sensei observo que los principios que le habían inculcado no eran sus principios, sino los principios de una sociedad corrompida por las normas, y así, el sensei no defendió aquellos principios, sino que busco en él los principios de Todo Principio, y en ellos, encontró cobijo al amar.
-Me enseñaron a hacer amigos, y el sensei aprendió que el que busca y hace amigos, encuentra en otros, enemigos; mas os valdría ver a todos como hermanos para así ser todos iguales; pues es así que todos somos iguales, y todos somos uno.
-Me enseñaron a ver la dificultad en todo lo que ellos decidieron que era difícil, y el sensei aprendió que lo difícil es ver la sencillez de las cosas que el hombre plantea como imposibles.
-Me enseñaron a pedir perdón y a perdonar, pero no me enseñaron a perdonarme; y hasta una vez un sabio pensador me enseño como se debía amar, pero en aquellas sabias lecciones, se olvido de la primera lección: no me enseño a amarme.
-Me enseñaron que hay una vida mejor, y me enseñaron que esa vida estaba a mi alrededor, y el sensei aprendió que lo original y perfecto estaba en su interior.
-Me enseñaron que el Destino del hombre es vivir para morir, y el sensei aprendió que el Destino del hombre no es otro que la vida eterna.
-Me enseñaron que el camino es de ida, y el sensei aprendió que el camino es solo de vuelta, de vuelta a lo que somos y nunca hemos dejado de ser.
-Me enseñaron que la edad importa, y el sensei aprendió que cumplir años no envejece, contarlos si.
-Me enseñaron a creer en Dios bajo el epígrafe de un deidad externa, y el sensei aprendió a creer en si mismo, y en el reino de Dios que se encuentra en cada uno de nosotros.
-Me enseñaron a rezar bajo el rito de la oración, y el sensei aprendió a ser oración al orar sin mas rito que el amor.
-Me enseñaron que en el vicio esta el placer, y el sensei aprendió que el placer es desvincularse de todo vicio.
-Me enseñaron a señalar y apartarme del indigente, y el sensei aprendió del indigente, la facultad de separarse de todo aquello en lo que el ego del hombre deja su señal.
-Me enseñaron a tener miedo a mis miedos, y el sensei aprendió de sus miedos la verdadera libertad, pues cuando los desecho de si, se vio libre de toda atadura mental.
-Me enseñaron que el éxito del hombre depende de la cuantía de sus responsabilidades, y el sensei aprendió que el éxito que mide al hombre, no es medible, al menos, nada de este mundo puede medirlo; y aprendió también que la única responsabilidad que tiene el hombre es ser responsable con lo que siente que es.
-Me enseñaron a no mentir y a decir siempre la verdad, y el sensei, aún siguiendo esta doctrina, aprendió que la mentira y la verdad participan de una misma Verdad que esta fuera de toda posible conjetura a través de esa dualidad con la que el ego hombre mide lo que cree cierto o falso.
-Me enseñaron a criticar para ser crítico y catalogar bajo una moral social, y el sensei aprendió que la única moral es la de la expansión de la conciencia cuando ésta se abre sin ánimo de crítica.
-Me enseñaron que es lo bueno y que es lo malo, y el sensei aprendió que nada es bueno ni nada es malo; pues fuera del contexto de esa efímera dualidad, lo importante, lo real, es que es, no lo que es o dicen que es.
-Me enseñaron a ser bondadoso, piadoso, y sincero con el mundo que me rodea, y el sensei aprendió que en ese mundo que le rodeaba también estaba él, y que sólo empezando a ser bondadoso, piadoso, y sincero con él mismo, el mundo que le rodeaba, podría sentir la bondad, la piedad, y la sinceridad que todos llevamos dentro; es decir: el amor.
- Me enseñaron a reprimir mis emociones en la catarsis del adulto, y el sensei aprendió que la pureza e inocencia del amor de un niño, basta para pedir asilo en el cielo; y niño se volvió para no crecer jamás como crece el que se hace llamar hombre adulto.
- Me enseñaron que el entretenimiento disipa el vacio existencial cuando éste resuena con fuerza en nuestro interior, y el sensei aprendió que si él existia era porque tenía un proposito, y que ese proposito iba más allá del puro entretenimiento existencial; y así, indago en las leyes causales, y viendo una causalidad tras otra en su vida, confirmo que su vida no era casual, sino causal; y averiguando dicha causa, se encontró a si mismo; y al verse, no vio más que la matriz de su existencia: el origen de todo; sólo vio amor; y al vivir por el amor que vio, comprendió que de lo que le habían enseñado, sólo merecía la pena aquello que él había aprendido, y que de lo que él había aprendido, sólo merecía la pena aquello que aún le quedaba por aprender. Y tomando conciencia de esto, se desvinculó de toda forma de aprendizaje para Ser él su propio maestro.
No vine para enseñar, vine para aprender; pero si mi aprendizaje sirvió a alguien de inspiración, bendito sea éste mi aprendizaje y aquellos que lo supieron ver y les sirvió"  

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
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