sábado, 28 de septiembre de 2013

EL AMOR NUNCA MUERE SI ES AMOR;original de Rafael Santamaría

-Maestro; tengo una duda. Usted dice que el problema de nuestra infelicidad está en nosotros, y no en la persona que está junto a nosotros. Pero desde ese punto de vista, entonces, si yo no soy feliz con la mujer con la que estoy, no es culpa de mi esposa, sino mía. ¿No es así?
-Lo primero hijo mío, la culpa no existe nada más que para aquel que busca culpables, aun cuando en esa búsqueda sea uno mismo quien también llegue a incriminarse como culpable. Pues la culpa es una invención puramente del ego; ya que la culpa se vale de una justificación cargada de reproche para no dejarte ser objetivo con la Verdad. Y recuerda que sólo la Verdad te hará libre.
-Era una forma de hablar para que me entendiera, Maestro.
-Lo sé. Verás, es cierto que tu felicidad no puede depender jamás de nadie más que de ti; mas la cuestión no es preguntarte si tu mujer te hace feliz o no, o si al ser infeliz tú contigo mismo, también lo eres con aquella persona con la que convives. La pregunta hijo mío, es si aún crees que puedes seguir haciendo feliz a esa persona con la que convives sabiendo de ante mano que ella desea que tú le sigas ayudando a ser feliz, o, mejor aún, preguntate si crees que puedes hacerla ver el amor que lleva dentro.
-Pero Maestro, para poder hacerla feliz, primero he de ser feliz yo; ¿no cree?
-Correcto. Pero tu felicidad no necesariamente depende de hacer felices a los demás, sino de saber hacer felices a todos aquellos que se dejan ayudar por ti para ser felices gracias a ti.
-Creo que no le he entendido.
-Hubo un Maestro de Galilea que hablaba a la gente. Él sabia que muchos aún dormían en el sueño profundo de la ilusión que es ésta vida, y por eso aunque les habló a todos, sólo despertó a todos aquellos a los que pudo mostrarles el amor que llevaban dentro, y a aquellos les convirtió porque aquellos, entiende bien, se prestaron a ser convertidos. Les hablaba a todos, sí; pero se rodeó sólo de aquellos a los que supo hacer felices mostrándoles el amor que llevaban dentro; pues sólo ellos le siguieron, ya que sólo ellos creyeron en Él. Si tu esposa no cree en ti, tu esposa nunca te seguirá allí donde vayáis por muy juntos que creáis estar. Y no me refiero a que te siga a un lugar concreto, sino a que te siga en el viaje que es esta vida.
-¿Y no será que el que no cree en ella soy yo?, Maestro.
-Quizás, pero también puede ser ella misma la que ya no consigue hacerte creer en ella. Las preguntas si nos quieren sacar de dudas han de ser formuladas desde todos los ángulos cuestionables.
-¿Y cómo puedo saber quién es el que ha dejado de creer en el otro?
-¿Otra vez vuelves a buscar culpables?, hijo mío. Recuerda que eso es ego.
-Tiene razón, Maestro.
-Que más te da quién sea. Entiende bien que ante la duda, o ante la búsqueda de culpables, el amor no existe.
-¿Me está diciendo que si dudo de ella, o de mi matrimonio, es que ya no la amo?, Maestro.
-La Verdad se esclarece cuando desaparecen las dudas. Quita pues toda duda, y mira entonces que Verdad te queda.
-¿Y si no me quedase nada?, Maestro.
-Entonces es que no había nada.
-Pero entonces significaría que jamás hubo nada, pues usted dice que el amor nunca muere si es amor.
-Exacto. Así es.
-¿Entonces por qué me casé si no la amaba?, Maestro.
-Buena pregunta, hijo mío; pero esa respuesta sólo la conoces tú.
Kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui