viernes, 14 de mayo de 2010

LA PRINCESA Y EL LEÑADOR; original de Rafael Santamaría

Si hay una Sagrada Escritura, no la busquéis ni en los cielos ni en los libros sagrados, pues en la biblioteca de la vida, se encuentra un libro llamado amor; siéntelo, y habras culminado la mejor lectura que el hombre pudo hacer de si mismo.
A vosotros:

"En la historia de la vida, hubo una vez un amor que hizo historia; al escuchar su leyenda, ésta, cauterizó todas las heridas que hasta la fecha, de amor sangraba mi corazón.
En el reino del gran monarca Elder el Grande, expiraba la fecha en la que su único vástago, la princesa Laila, debía desposarse con alguno de los pretendientes que la habían pedido la mano. Pero fue paseando por los bosques prohibidos del reino, donde estraviada y sin encontrar la salida en tan frondoso bosque, halló en su camino a un joven leñador talando un enorme y gigantesco árbol.
- Perdonad joven leñador, no se cómo salir de este bosque;¿podríais vos decirme que camino tomar?
- Permitidme preguntaros una cosa: ¿por qué entrasteis en este bosque si no conocíais la salida?
- Por curiosidad joven leñador, por curiosidad y atrevimiento supongo.
-¿Y por qué no utilizáis esa misma curiosidad y atrevimiento para salir de él?, ¿o son vuestros miedos los que os paralizan esa curiosidad y atrevimiento?
- Y tú, joven leñador, ¿no estabas talando un árbol?, ¿por qué no terminas de talarlo en vez de arremeter contra mi?
- Daos cuenta mi joven dama, que el árbol y su tala, son sólo una excusa en este mundo que llamáis real, para yo poder conoceros; y que vuestro extravío en este bosque, no figura como tal en los designeos del Destino, pues perdida en este bosque, encontrásteis la salida que a vuestra vida buscabais: yo.
-¿Vos?, vos sois un osado joven que intenta aprovecharse de una extraviada muchacha que le pidió ayuda.
-Vos os lo habeís dicho todo, no yo; abrid vuestros oidos : "una extraviada muchacha que le pidió ayuda". Mi joven dama, ¿qué es lo que no veis que yo si veo?; si queréis salir de este bosque, entonces seguid la senda de ese camino, pero si lo que queréis es salir de vuestro camino y encontrar la senda que os lleve a vuestro verdadero camino, entonces, mi joven dama, quedaos a mi lado.
Y así fue que, de aquel bosque la princesa no salió hasta que su padre, el Rey Elder, fue en su busca y captura para retonarla al castillo; y utilizando todo su ejercito, el Gran Elder se adentró con su milicia en aquellos parajes, y no paró hasta encontrarla.
Y queriéndola robar de los brazos del hombre al que amaba, ella sollozo ante el rey su padre:
-¿Pero no veis padre que le amo?
- Lo que veo hija mía, es que debes cumplir con tus obligaciones.
- ¿Y cuáles son mis obligaciones padre?.
- Desposarte con quien te merezca como reina y gobernar como reina el reino que heredaras de tu padre el rey.
- Eso padre, son tus obligaciones para conmigo; ni tan siquiera son mis obligaciones para contigo, esas serían,en todo caso padre, amarte. Mis obligaciones padre, son todas aquellas que me inviten a ser feliz, y entre ellas esta la de amar y ser amada; así pues padre, cumplo con creces mis obligaciones, pues amo y soy amada.
El rey, enojado por la palabras de su hija, y viéndola unida a aquel leñador, mandó ejecutar al joven usurpador de su hija. Y cumpliendo la orden del rey, un puñado de soldados dieron muerte al joven leñador.
- ¿Pero no ves padre que le amo y el amor no muere si es amor?.
- Lo que veo es que ha muerto aquel que me robo a mi hija.
- Lo que no ves padre, es que la que tu llamas tu hija ha muerto con él; porque la vida nace con amor, y cuando desaparece el amor padre, desaparece la vida; desaparace todo.
Y dicho esto, la princesa se desplomó y allí muerta se quedó.
Cuando uno murió, el otro ya estaba muerto; cuando la muerte se los llevó, como a uno los trato; y cuando el reino de los cielos los recibió, el amor los bendijo y los hizo eternos. Mas cuenta la leyenda que al poco de morir la princesa, un soldado de la guardia personal del rey se dirigió al monarca:
- Señor, ¡oh gran señor!; creedme en lo que os dígo, pues yo se bien que es cierto. Vuestra hija no se equivocaba al decir sus últimas palabras, pues el sustento de toda vida es el amor, y vos, mi señor, no amábais a vuestra hija, pues aún con vida estáis mientras yo mi señor, aquí y ahora muero de amor por quien más quiero.
Y aquel soldado pereció a los pies del Gran Elder que, viendo la verdad antes sus ojos, suspiró al cielo y pidió clemencia; mas el cielo ya se había pronunciado, y el Gran Elder moriría avergonzado.
Pues todo un reino tuvo y su nombre fue venerado, mas a la hora de demostrar la valia del corazón que atesoraba como grande, le vino grande tal nombre, pues de amor carecía la valentía de la que acorazaba sus sentimientos; no supo amar ni ser amado, y por tal desgracia, fue olvidado.
De su hija y aquel joven leñador, la leyenda no cuenta más que, no hay noche que del reino de los cielos, no baje hasta la tierra un joven leñador en forma de hombre, para convencer a una joven princesa sin realeza que defender, de que su destino no es otro que ver y oír la realidad de su Ser: el amor.
Y dicho esto, me voy a ver si por algún lugar de los que conozco, otro "leñador" deshace el hechizo con que la cultura del hombre tiene maniatado el sentimiento de la vida : EL AMOR.
Hasta ahora"

Rafael Santamaría
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