No te quedes en tu isla desierta, allí donde los víveres de la verdadera felicidad escasean. Mejor construye la balsa de la esperanza con los troncos de tu esfuerzo, y hazte a la mar ahora que aún ves el horizonte espiritual que deseas alcanzar.
E iza la vela mayor de tu intuición para surcar el ancho mar de la ignorancia que te rodea; pero mientras cruzas el océano de tu ego, permanece atento en constante meditación para no sucumbir ante el fuerte oleaje de sus tentaciones; pues el viaje será largo y el tiempo estará revuelto.
Ten fe pues en tu timonel: tu corazón; que lo que te aguarda es cien veces mayor que lo que ahora tienes.
Y aun teniendo buena mar, recuerda que los piratas de tus malos hábitos siempre andarán al acecho para recuperar su botín: Tú.
Y no sigas la cartografía de otros, que aun teniendo todos el mismo Destino, cada uno ha de llegar a Él por diferentes caminos.
Dejate guiar siempre por lo que intuyes que sabes para poder alcanzar la orilla del Conocimiento.
Y no siembres más dudas en tu isla desierta, o los primeros brotes de tus miedos no te permitirán nunca hacerte a la mar en busca de conocimiento.
Se pues como ése capitán que tomando el mando de su mente consigue llegar a buen puerto en medio de una tempestad emocional.
Y espera a que las aguas estén mansas de las emociones que generan tus pensamientos si de verdad ansias ver por ti mismo cuan profundo es la oscuridad de tu ego.
Y no lleves más tripulación que tú mismo, que lo que en la otra orilla te aguarda, nos espera a todos por igual; y es el alma de cada uno la que ha de alcanzar su propia orilla divina y espiritual.
Rafael Santamaria
miércoles, 14 de septiembre de 2016
miércoles, 7 de septiembre de 2016
EL CAMINO; original de Rafael Santamaría
Has de pasar por la noche más oscura, la más tenebrosa, y la más lúgubre antes de poder ver el sol;
has de sentir el vacío más profundo y la soledad más dolorosa antes de conocer la perfecta compañía;
has de hervir sobre las aguas de tus propios miedos para descongelar así tus inseguridades;
has de sentir en toda su magnitud la debilidad, la frustración y el olvido para vencer la angustia;
has de perderte y andar perdido para conocer bien cuál es tu camino;
debes convivir diariamente con quien pueda herir a tu ego para conocer bien cómo sanar esas heridas;
debes luchar temiendo tus fuerzas pero sin darte tregua alguna para enfrentándote a ti mismo hallar gloria en tu contienda.
Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco es difícil, tan sólo es parte del camino.
Rafael Santamaria
has de sentir el vacío más profundo y la soledad más dolorosa antes de conocer la perfecta compañía;
has de hervir sobre las aguas de tus propios miedos para descongelar así tus inseguridades;
has de sentir en toda su magnitud la debilidad, la frustración y el olvido para vencer la angustia;
has de perderte y andar perdido para conocer bien cuál es tu camino;
debes convivir diariamente con quien pueda herir a tu ego para conocer bien cómo sanar esas heridas;
debes luchar temiendo tus fuerzas pero sin darte tregua alguna para enfrentándote a ti mismo hallar gloria en tu contienda.
Nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco es difícil, tan sólo es parte del camino.
Rafael Santamaria
viernes, 2 de septiembre de 2016
MAESTRO...; original de Rafael Santamaría
-Maestro; ¿cómo le gustaría que fuera su vida?
-No deseo que sea de ninguna manera, pues cualquier circunstancia que contraviniera mis deseos de cómo desearía que fuera mi vida me haría sufrir. Acepto mi vida tal cual es.
-¿Cómo le gustaría que le amasen?, Maestro.
-Prefiero enfocar mi atención en cómo me gustaría poder y llegar a amar.
-¿Hay alguien que ocupe ahora mismo su corazón?, Maestro
-Nadie puede ocupar algo que no está hecho para ser ocupado.
-Bueno, me refería a sí hay alguien especial en su vida.
-En mi corazón hay sitio para todos. Todo el mundo es bienvenido. Por eso sí hay alguien especial en mi vida es todo aquel que se cruza en mi vida.
-¿Y si la persona que se cruzase en su vida fuera mala?
-Nadie llega a tu vida sin previa invitación. Todo el que llega a tu vida es para enseñarte algo; y todo el que se va de tu vida es porque ya no tienes nada más que aprender de él.
-¿También se puede aprender cosas de la gente mala?, Maestro
-Tantas como todas aquellas cosas que tengas en sintonía con la maldad de la persona que tienes que aprender.
-Maestro, ¿por qué aprendemos antes lo malo que lo bueno?
-Porque nos es más fácil, ya que nuestra energía se ha dejado imantar social y culturalmente hacia el lado negativo de las cosas.
-Y Maestro, ¿cómo puede encontrar paz en este mundo?
-No buscándola en éste mundo.
-¿Y en qué mundo la busca?
-En el mio propio.
-¿Y cuál es su mundo propio?, Maestro
-Mi alma.
Rafael Santamaria
-No deseo que sea de ninguna manera, pues cualquier circunstancia que contraviniera mis deseos de cómo desearía que fuera mi vida me haría sufrir. Acepto mi vida tal cual es.
-¿Cómo le gustaría que le amasen?, Maestro.
-Prefiero enfocar mi atención en cómo me gustaría poder y llegar a amar.
-¿Hay alguien que ocupe ahora mismo su corazón?, Maestro
-Nadie puede ocupar algo que no está hecho para ser ocupado.
-Bueno, me refería a sí hay alguien especial en su vida.
-En mi corazón hay sitio para todos. Todo el mundo es bienvenido. Por eso sí hay alguien especial en mi vida es todo aquel que se cruza en mi vida.
-¿Y si la persona que se cruzase en su vida fuera mala?
-Nadie llega a tu vida sin previa invitación. Todo el que llega a tu vida es para enseñarte algo; y todo el que se va de tu vida es porque ya no tienes nada más que aprender de él.
-¿También se puede aprender cosas de la gente mala?, Maestro
-Tantas como todas aquellas cosas que tengas en sintonía con la maldad de la persona que tienes que aprender.
-Maestro, ¿por qué aprendemos antes lo malo que lo bueno?
-Porque nos es más fácil, ya que nuestra energía se ha dejado imantar social y culturalmente hacia el lado negativo de las cosas.
-Y Maestro, ¿cómo puede encontrar paz en este mundo?
-No buscándola en éste mundo.
-¿Y en qué mundo la busca?
-En el mio propio.
-¿Y cuál es su mundo propio?, Maestro
-Mi alma.
Rafael Santamaria
Suscribirse a:
Entradas (Atom)