Muchos seran los que te dirán de lo que careces pero pocos los que se acercarán a ti preguntandote qué necesitas.
Pues entiende que no todos los que llegan a tu vida llegan para quedarse, ni todos los que se van de tu vida se van para no volver.
Y que quien de verdad te ama no opina de ti, ni critica tus errores, más bien te hace verlos; es decir, te trae luz a tu vida.
Pero aún con esa luz, tú cuando hablas con los demás, sólo te oyes a ti mismo; de ahí tu sordera. Y una luz sin oídos que oigan, sigue dando lugar a la oscuridad.
Sólo el humilde se muestra tal y como es, por eso, percibete sin la necesidad de juzgarte.
Nunca sanarás tu pasado si no aprendes a saber perdonarte por tus errores. Y un pasado enfermo deriva siempre en una mente enferma.
La felicidad pasajera que ofrece cualquier tipo de placer sólo conlleva a la búsqueda de nuevos placeres, de nuevas sensaciones; pero entiende que seguir esta práctica no conduce más que a la tortuosa rueda de la infelicidad.
Cuánta magia tiene el hombre que sabe amar y que pocos trucos necesita para ser feliz.
Rafael Santamaría