jueves, 24 de noviembre de 2016

SOMOS SERES DE LUZ; original de Rafael Santamaria

SOMOS SERES DE LUZ

a mi pareja,
a mis hijos.


Hoy es 24 de noviembre.
Estamos a un mes de la noche más larga, o la noche en que hay más ausencia de luz: el 24 de diciembre; a un mes (metafísicamente hablando) de lo que la santa (Santa Teresa de Jesús) nos revela desde su forma de sentirlo, como la noche más oscura: el momento más doloroso y crítico por el que el alma tiene que pasar a fin de liberarse de sus ataduras (identificación) con el ego.
Es todo un infierno romper esas últimas ataduras: son las más duras y las más difíciles de romper. Hay que caer en lo más profundo del particular infierno personal de cada uno para alcanzar dicha liberación.
Por otra parte, el mundo físico está lleno de señales, de señales que nos indican que debemos hacer.
Es igual que cuando vamos conduciendo. Igual. Pero sucede que nuestro grado distracción: de falta de atención, es ya patológico, y en vez de fijarnos en las indicaciones: fluir con la vida, vamos hablando internamente, es decir, estamos inmersos en la aborígene de nuestros pensamientos (estamos prestando atención a lo que nos dice la mente a través de nuestros pensamientos); y muy probablemente de esta manera: o nos equivoquemos, o tengamos que dar más vueltas para llegar al mismo sitio, o tengamos un accidente, etcétera (metafóricamente hablando)
Volviendo a la fecha que nos ocupa, desde un punto de vista metafísico todo nos viene indicado (como las señales de las que hablaba antes), pues nada de lo que vemos, sucede y/o existe es por casualidad. Me explicaré :
1- El otoño es la época del año en que se cae la hoja. El invierno, es la estación propicia pare madurar internamente el fruto que germinara en primavera.
En el hombre también se dan las cuatro estaciones, pues lo que es afuera también es adentro.
2- La noche más larga, es decir, la noche con más horas de ausencia de luz, es el 24 de diciembre, tres días después de la entrada en vigor oficialmente del invierno.
3- Dicha fecha coincide con el día en que se estableció el nacimiento de una de las personas más emblemáticas que ha dado la humanidad: Jesús de Nazaret.
¿Pero qué representa Jesús? Dejando al margen las religiones, Jesús representa un modo distinto de hacer las cosas: lo hacía todo con y por amor; dicho modelo es un objetivo para la humanidad que aún está vigente en nuestros días, pues todavía nos domina el egoísmo. Muchas personas de bien, denominadas algunas de ellas por las religiones: santas, llegaron a éste estado de conciencia puro del que Jesús sigue siendo un referente.
Por lo que dicha fecha representa el nacimiento de una conciencia basada en el amor, que de algún modo, parte de la sociedad (la religión cristiana) identifica con la persona de Jesús.
Si unimos estás tres cosas:
a) El tránsito de la estación otoñal al invierno
b) La noche con menos horas de luz.
c) El nacimiento de un hombre que dio ejemplo al mundo de que hay otra manera de hacer las cosas a través de su amor.
Tenemos:
Que cada 24 de diciembre (la noche buena) se nos ofrece la oportunidad de renacer en nosotros la conciencia cristica del amor, no sin antes pasar por el trago amargo de "la noche más oscura", a la que sólo se llega después de habernos deshecho de las hojas (de todo lo inútil proviniente de nuestros apegos) a través de nuestro particular otoño de conciencia.
Al día siguiente, el 25 de diciembre (navidad o natividad), coincidiendo con que a partir de esa fecha poco a poco van aumentando las horas de luz, se nos ofrece la posibilidad de dar culto internamente a esa conciencia que ha renacido en nosotros: de dar luz a esa conciencia, en vez de entregar nuestra energía, o luz, a los placeres sensoriales mundanos. En definitiva, de iluminarnos.
De nosotros depende pues, que esa luz, que poco a poco ocupa más horas en nuestro día a día (hasta el 24 de junio: el día más largo), se refleje también interiormente en nuestra conciencia.
Curiosamente (nada es por casualidad) todo esto sucede hasta la fecha de San Juan: la noche más corta o el día con más horas de luz. (Y somos seres de luz)
Recordar, que según los historiadores, dos eran los discípulos más queridos por Jesús:
- San Pedro: el predilecto de Jesús
- San Juan : el más amado de alguna manera por Jesús (aunque Jesús amaba a todos)
El 24 de junio representa la festividad espiritual de lo que más amaba Jesús: la humanidad reflejada en la conciencia pura de San Juan (a Dios en todos los hombres, en todas las cosas)
Como ves, si te fijas en las señales, en cada año de vida biológico de éste plano material se da un pequeño ciclo para que evolucione tu conciencia.
Ahora que está tan de moda decir que desde las instituciones corporativas nos controlan, entiende también que de alguna manera, de la cual nunca antes habías tomado conciencia, desde tiempos remotos se estableció en la tierra un camino difícil de ver, para el que sólo se ocupa de sus asuntos mundanos, que te indica a donde tienes que ir y cómo.
Pero como dijo el Maestro;
“quien tenga oídos para oír que oiga"
quien tenga los oídos de su conciencia preparados para entender lo que digo, que tome conciencia.
Rafael Santamaria

martes, 22 de noviembre de 2016

DESPIERTA; original de Rafael Santamaria

¿Soñar es pensar con la imaginación? - me pregunto.
Pero...:
¿Qué sueño es el que persigo, que al final es ese mismo sueño el que me persiguen a mí?
¿De dónde me viene tanto afán de ensoñación, de dónde ésas místicas realidades que van más allá de éste mundo y su creación?
¿Por qué veo sin ver cuando estoy soñando, y cuando dejo de soñar, creo que estoy despierto porque mis ojos ahora ven, y antes sólo creían ver?
¿Qué es un sueño, y qué es soñar? ¿Es acaso soñar: volar en un vuelo donde la imaginación te transporta a donde quieres estar?
¿Pero de dónde proviene el privilegio de nuestra imaginación? ¿Quién nos la dio y para qué? ¿Acaso el que nos la dio tan bien sueña, y sueña con nosotros? Y si somos un sueño, ¿por qué podemos soñar?
Y si fuera así, ¿entonces somos producto de una imaginación que sueña con nosotros en un sueño en el que se nos permite soñar?
Y la muerte, ¿también es un sueño aunque parezca tan real?
De ser así, ¿qué es real?; ¿real es tan sólo un sueño que a nosotros nos parece real?
Demasiada confusión para ser todo un sueño. Tiene que haber algo que te diga cuando sueñas y cuando no; algo que te diga si sueñas o estás despierto.
Pero, ¿y cómo despertar?
Y, ¿qué es estar despierto?
Despierto es: ¿saber cuando sueñas y cuando no? ¿Y cómo se puede saber éso? ¿Observando mis sueños en vez de soñar con ellos?
Entonces deduzco que: si sueño con ellos (con mis sueños) está claro que vivo mis sueños, y por lo tanto lo que sueñe me parecerá real; pero si los observó, estaré despierto en la realidad de mis sueños sabiendo que tan sólo son éso: un sueño.
Pero, ¿y cómo se observa sin caer en un sueño?
No lo sé.
Espera, ya lo tengo: ¿Y si mantuviese mi atención en observar mis sueños en vez de dejarme llevar por ellos?
Entonces tendría conciencia de cuando sueño. Eso debe ser lo que llaman despertar o estar despierto en tu propio sueño.
Y,¿qué es meditar?, sino soñar despierto en una realidad ficticia producida por la mente que sueña adormecida por el ego.
Vale pero y, ¿cómo llegar a Dios si sólo soy un sueño que está dentro de otro sueño (su sueño)?
¿Despertando en Él? ¿Y cómo se despierta en Él: tomando conciencia de mis sueños, o de que todo es un sueño?
Deduzco entonces: que si mi mente adormecida por el ego sueña esta realidad mental, y por lo tanto todo es en mente, porque todo está en mi mente, significa también: que todo es un sueño porque todo está en mis sueños, y es producto de mi imaginación (de mis sueños). Entonces tan sólo tengo que despertar.
¡Despierta!
Medita
Rafael Santamaria

PRÓXIMO TALLER ON LINE DE MEDITACION.
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senseirsan@gmail.com

lunes, 21 de noviembre de 2016

TU ALMA GEMELA; original de Rafael Santamaria

La ilusión de proyectar algo en común con la persona de la cual nos hemos enamorado nos invita a vivir en pareja.
La convivencia en pareja saca todos nuestros defectos. Este tipo de convivencia tiene que ser visto como la oportunidad que se nos presenta de poder aceptar todos nuestros defectos (aceptarnos tal y como somos) antes de eludirlos proyentandolos sobre nuestra pareja como si fueran suyos.
Al aceptar todos nuestros defectos nos estamos demostrando un amor incondicional.
Cuando nos damos cuenta, a través de una relación de pareja, que los defectos que vemos en el otro no son de él sino nuestros, muy probablemente estemos en presencia de nuestra alma gemela.
Nuestra alma gemela es aquel espejo en el que nos vemos reflejados, el cual nos aporta un aprendizaje sobre nosotros mismos a la vez que nos llena de ilusión.
La cristalería de la vida está llena de espejos, pero para encontrar tú el tuyo: tu alma gemela, debes antes haber enseñado a tu corazón a mirar dentro de sí mismo.
Rafael Santamaria

jueves, 17 de noviembre de 2016

UN CUERPO DE LUZ; original de Rafael Santamaria

Nuestro cuerpo físico se alimenta a través de una red eléctrica (invisible a simple vista para el ojo humano), constituida por un nutrido conjunto de cables (llamados meridianos en la cultura china), que a modo de arterias, venas, y capilares, llegan a todas las partes de nuestro cuerpo suministrando la correspondiente energía (Chi o Qi en la tradición china) Esta energía sale de siete centrales eléctricas (o chakras) distribuidas a lo largo de la columna vertebral, y es la que se encargará en nuestro organismo (a nivel celular, entre otras cosas), de la elaboración, el aprovechamiento y la distribución inteligente, de la energía obtenida por el metabolismo de los alimentos ingeridos mientras el alma siga identificada con el cuerpo físico.
El cuerpo humano se mueve a través de impulsos eléctricos que tienen su origen en el sutil campo eléctrico del hombre (también llamado cuerpo astral) El conjunto de luces y colores que irradia el campo eléctrico de cada individuo es el aura.
La mente, a través de nuestro cerebro, es el interlocutor entre nuestro cuerpo eléctrico o astral y el cuerpo físico.
Nuestra alma al encarnarse, trae consigo de experiencias anteriores, una serie de cargas, tanto positivas como negativas (es lo que se conoce en la tradición hindú como Karma), que polarizan la mente (que va a utilizar esa alma en este plano físico de conciencia para seguir evolucionando) hacia unos hábitos u otros, y hacia una serie de situaciones o experiencias en la vida u otras.
Dicha polaridad, aunque lo pueda parecer, no es fija, ya que se puede cambiar a través de nuevas instrucciones u ordenes mentales que provengan de nuestro interior o conciencia.
Decir, que a la mente interior: aquella que interioiza la atención, se le llama conciencia o mente superior; y a la mente exterior: aquella que se deja arrastrar por el mundo exterior constituido por las sensaciones y el deseo, se le llama mente sensorial o mente inferior.
Cuando la atención del hombre se encuentra atrapada en las sensaciones y estímulos que recibe del mundo exterior y en los deseos, el hombre se encuentra identificado con su mente inferior, y la energía de su cuerpo eléctrico se pierde o se gasta al ir en continuo viaje sin retorno de dentro hacia afuera: de nuestro cuerpo eléctrico o astral hacia el exterior. Esto produce el deterioro físico del cuerpo humano. Es lo que nosotros llamamos vejez.
Decir también que la vejez prematura (lo que nosotros llamamos enfermedad) es la consecuencia de un gasto desproporcionado, a nivel energético, de una parte o partes, de nuestro cuerpo, al vivir una situación en particular de forma exagerada.
Recordar también que la sangre eléctrica que recorre nuestro cuerpo eléctrico o astral, es la emoción; y que de igual manera que la sangre física corre por nuestras venas y arterias, así y de la misma forma, nuestras emociones (nuestra sangre emocional) corre por los meridianos o cables eléctricos de nuestro cuerpo astral o luminoso; y sólo una sangre pura, libre de toda polaridad negativa, proporciona verdadera salud a nuestro cuerpo astral.
La reencarnación de nuestra alma en otro cuerpo físico es debida como consecuencia a que el cuerpo astral todavía no goza de una buena salud y tiene que regresar al hospital, que para el alma es esté plano físico de conciencia, a sanar sus viejas heridas emocionales a través de la medicina que supone para ella (para el alma) la toma de conciencia a través del aprendizaje que conllevan las experiencias sanadoras que le haya tocado vivir de nuevo en la tierra.
Pero cuando la atención del hombre es dirigida hacia dentro, como así sucede en la meditación, el hombre se identifica con su mente superior y la energía de su cuerpo eléctrico alimenta a su cuerpo luminoso o astral en un bucle constante de suministro ininterrumpido de luz que lo que hace es que nuestro cuerpo físico se ilumine. El cuerpo físico es la carga de conciencia (o boletín de notas escolares) con que el alma viene a aprender a este plano material o escuela.
La experiencia física del alma por tanto es el cuerpo humano. Si el cuerpo humano se ilumina, la carga de conciencia del alma desaparece, es decir: el cuerpo humano ya no le es necesario como experiencia para seguir aprendiendo, con lo que el alma no necesitaría de más experiencias en éste plano físico de conciencia para seguir evolucionando.
Rafael Santamaria

TALLER DE MEDITACION
(impartido por Rafael Santamaria)
17-18 de diciembre
Más información: senseirsan@gmail.com

martes, 1 de noviembre de 2016

LA VERDADERA BELLEZA; original de Rafael Santamaría

CONVERSACIÓN EXTRAIDA DE ESOS MARAVILLOSOS MOMENTOS QUE TE DA LA VIDA PARA APRENDER

- Mamá, ¿por qué te maquillas?
- Para estar guapa.
- ¿Es qué no lo eres?, mamá
(Una cosa es como eres y otra cómo te ves. La falta de autoestima te roba todo tu poder: aquello que eres)
- Si, pero quiero estar aún más guapa.
- Pero mamá, ¿cómo puede alguien ser más guapo de lo que ya es?
- ¡Ay!, gracias cariño; te quiero.
- De nada mamá; pero sigues maquillandote.
- Cariño, tengo que verme guapa.
- Yo no tengo que maquillarme para verme guapa, mamá.
- Tú no tienes qué gustar a los hombres, cariño.
- Claro mamá; YO SÓLO TENGO QUE GUSTARME A MI MISMA. He ahí mi verdadera belleza madre.

Quién tenga oídos para oír que oiga.

Rafael Santamaría