jueves, 17 de noviembre de 2016

UN CUERPO DE LUZ; original de Rafael Santamaria

Nuestro cuerpo físico se alimenta a través de una red eléctrica (invisible a simple vista para el ojo humano), constituida por un nutrido conjunto de cables (llamados meridianos en la cultura china), que a modo de arterias, venas, y capilares, llegan a todas las partes de nuestro cuerpo suministrando la correspondiente energía (Chi o Qi en la tradición china) Esta energía sale de siete centrales eléctricas (o chakras) distribuidas a lo largo de la columna vertebral, y es la que se encargará en nuestro organismo (a nivel celular, entre otras cosas), de la elaboración, el aprovechamiento y la distribución inteligente, de la energía obtenida por el metabolismo de los alimentos ingeridos mientras el alma siga identificada con el cuerpo físico.
El cuerpo humano se mueve a través de impulsos eléctricos que tienen su origen en el sutil campo eléctrico del hombre (también llamado cuerpo astral) El conjunto de luces y colores que irradia el campo eléctrico de cada individuo es el aura.
La mente, a través de nuestro cerebro, es el interlocutor entre nuestro cuerpo eléctrico o astral y el cuerpo físico.
Nuestra alma al encarnarse, trae consigo de experiencias anteriores, una serie de cargas, tanto positivas como negativas (es lo que se conoce en la tradición hindú como Karma), que polarizan la mente (que va a utilizar esa alma en este plano físico de conciencia para seguir evolucionando) hacia unos hábitos u otros, y hacia una serie de situaciones o experiencias en la vida u otras.
Dicha polaridad, aunque lo pueda parecer, no es fija, ya que se puede cambiar a través de nuevas instrucciones u ordenes mentales que provengan de nuestro interior o conciencia.
Decir, que a la mente interior: aquella que interioiza la atención, se le llama conciencia o mente superior; y a la mente exterior: aquella que se deja arrastrar por el mundo exterior constituido por las sensaciones y el deseo, se le llama mente sensorial o mente inferior.
Cuando la atención del hombre se encuentra atrapada en las sensaciones y estímulos que recibe del mundo exterior y en los deseos, el hombre se encuentra identificado con su mente inferior, y la energía de su cuerpo eléctrico se pierde o se gasta al ir en continuo viaje sin retorno de dentro hacia afuera: de nuestro cuerpo eléctrico o astral hacia el exterior. Esto produce el deterioro físico del cuerpo humano. Es lo que nosotros llamamos vejez.
Decir también que la vejez prematura (lo que nosotros llamamos enfermedad) es la consecuencia de un gasto desproporcionado, a nivel energético, de una parte o partes, de nuestro cuerpo, al vivir una situación en particular de forma exagerada.
Recordar también que la sangre eléctrica que recorre nuestro cuerpo eléctrico o astral, es la emoción; y que de igual manera que la sangre física corre por nuestras venas y arterias, así y de la misma forma, nuestras emociones (nuestra sangre emocional) corre por los meridianos o cables eléctricos de nuestro cuerpo astral o luminoso; y sólo una sangre pura, libre de toda polaridad negativa, proporciona verdadera salud a nuestro cuerpo astral.
La reencarnación de nuestra alma en otro cuerpo físico es debida como consecuencia a que el cuerpo astral todavía no goza de una buena salud y tiene que regresar al hospital, que para el alma es esté plano físico de conciencia, a sanar sus viejas heridas emocionales a través de la medicina que supone para ella (para el alma) la toma de conciencia a través del aprendizaje que conllevan las experiencias sanadoras que le haya tocado vivir de nuevo en la tierra.
Pero cuando la atención del hombre es dirigida hacia dentro, como así sucede en la meditación, el hombre se identifica con su mente superior y la energía de su cuerpo eléctrico alimenta a su cuerpo luminoso o astral en un bucle constante de suministro ininterrumpido de luz que lo que hace es que nuestro cuerpo físico se ilumine. El cuerpo físico es la carga de conciencia (o boletín de notas escolares) con que el alma viene a aprender a este plano material o escuela.
La experiencia física del alma por tanto es el cuerpo humano. Si el cuerpo humano se ilumina, la carga de conciencia del alma desaparece, es decir: el cuerpo humano ya no le es necesario como experiencia para seguir aprendiendo, con lo que el alma no necesitaría de más experiencias en éste plano físico de conciencia para seguir evolucionando.
Rafael Santamaria

TALLER DE MEDITACION
(impartido por Rafael Santamaria)
17-18 de diciembre
Más información: senseirsan@gmail.com