miércoles, 13 de enero de 2016

LA MONTAÑA; original de Rafael Santamaría


Al igual que los ríos, por normal general, desembocan en el mar; así nuestros pensamientos confluyen en el océano de nuestra mente.
Pero, de dónde vienen esos pensamientos?
Sabemos que los ríos nacen en las montañas; pero, y los pensamientos?, de qué montaña nacen?
Lo que has de entender es que sabemos que un río nace en una montaña porque alguien se tomó la molestia de escalar esa montaña y ver que aquel río tenía su origen, su nacimiento, allí, en lo alto de ésa montaña.  
De lo que se deduce que para conocer el origen de tus pensamientos tendrás que escalar, o subir, una montaña, tu montaña (pues son tus pensamientos)
Pero, y cuál es ésa montaña que eres tú?
El paisaje de ésta vida está incompleto sin un montaña. Según su propia definición: "Una montaña es una eminencia topográfica (elevación natural de terreno) superior a 700 m respecto a su base"
Deduzco entonces, que una montaña es aquéllo que se eleva por encima del terreno que la asienta cuando su elevación esta por encima de una determinada altura.
Si este terreno es uno mismo en su estado evolutivo más simple: aquel donde la conciencia es llana; la montaña, su montaña, supondrá un estado de conciencia elevado según sea la altura misma de su montaña, de su conciencia.
Entonces, los pensamientos nacen de la conciencia?
Si y no.
El pensamiento nace de una conciencia que todavía no se ha liberado del ego.
El buen alpinista y aventurero de la vida busca siempre el nacimiento del torrente de sus pensamientos en la conciencia de su montaña.
Y escala chakra tras chakra en la conciencia de su montaña hasta alcanzar la cima del conocimiento; y desde allí observa como nacen todos y cada uno de sus pensamientos en el río, que lleva en sus caudalosas aguas, la conciencia de su ego.
Pero cuando ésto sucede, el buen alpinista de la conciencia ya no se deja arrastrar por la corriente de sus pensamientos, como le sucedía antaño, como tampoco su conciencia va a parar, junto con sus pensamientos, al mar de la agonía mental donde confluyen todos y cada uno de sus pensamientos. Ya no.
Pues una vez allí, en la cima de su conciencia, puede divisar desde aquella altura (conciencial) el cielo y la tierra, descubriendo que hay algo entre el cielo y la tierra que da nombre a su propia imagen; imagen ésta que no es sino el reflejo de propio conocimiento libre éste de todo ego.
Rafael Santamaría