sábado, 12 de septiembre de 2015

LEVANTATE; original de Rafael Santamaría

LEVANTATE - Papá, qué deporte te gustaría que hiciera? - me preguntó hace unos años mi hijo cuando mientras hacíamos mudanza encontramos en una vieja caja de zapatos unas medallas que había ganado yo tiempo atrás. - Ni idea. Yo no lo voy a hacer, de querer hacer alguno ten en cuenta que yo sólo iré a animarte. Lo que a mi me gustaría que fuera o hiciera mi hijo muy probablemente obedezca sólo a una proyección de lo que yo nunca fui a su edad. Entendí que mi hijo era él mismo desde el día en que le reconocí como algo que no me pertenecía. Exactamente lo supe en el momento en que sabiendo amarle le permití ser él mismo, aunque él siempre haya tenido la referencia de lo que fue o ha sido su padre para saber realmente lo que él quería ser. Y he de decir que fue él el que me aficionó al rugby, y no yo el que le obligue a nadar (fui nadador), a ir al gimnasio (hice físico culturismo) o a meditar (soy un Kriya yogui) Estimular a un hijo no es hacer una fotocopia de ti bajo el epígrafe de lo que nunca conseguiste ser tú (o aún no has logrado ser), sino saber estar a su lado con tu ejemplo y tu amor para ayudarle a levantarse cada vez que él se caiga. Una frase que él nunca olvida (que siempre les digo) es: "Si caes tú, caemos los dos" Entonces, de tanto repetirsela se sacó una respuesta: - Y si caemos los dos, quién nos levantará?, papá. - Nos levantaremos juntos, hijo mío. No temais la caída, estamos hechos de un material mucho más fuerte que las "piedras" con las que tropezamos, o el "suelo" en el que caemos. Rafael Santamaría

LA VIDA EN PAREJA; original de Rafael Santamaría

LA VIDA EN PAREJA
- Papá, por qué hay tantas parejas que duran tan poco, si se suponen que se quieren? - me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
- Sí duran tan poco hijo mío, es por la calidad del amor que les une.
Yo lo entendí muy bien el día que fui a cambiar los neumáticos al coche.
- Cómo!
- Sí, verás. Deja que ten cuente.
El día que fui a cambiar los neumáticos, como en aquel momento no tenía mucho dinero y las ruedas de mi coche son muy caras, pregunte por las más baratas en un taller donde cambian las ruedas que me habían dicho que era muy económico.
Me sorprendió descubrir que en aquel sitio, por el precio de una de las ruedas originales que llevaba mi coche me ponían las cuatro. Pregunte por la marca de las ruedas. Evidentemente no tenían marca. Estaban fabricadas en China.
Y dónde está el "tongo"? - pregunté al que me las estaba poniendo. Evidentemente su precio me llevó a comprarlas "de cabeza".
- No hay tongo. Están bien, sólo que en vez de durarle entre 75 o 100. 000 kilómetros, como las que usted lleva ahora mismo, le van a durar 20 o 25.000 kilómetros; dependiendo del uso que usted le de; es decir, de como conduzca usted el coche - me contestó el mecánico.
Llevando el símil de la duración de los neumáticos a una relación de pareja, te darás cuenta de que para ir por la vida de la mano de alguien necesitas amor, es decir, en este símil: cuatro ruedas. Pero la goma de las ruedas, el neumático, se desgasta por la fricción - obvio, al no ser un amor verdadero del todo, pues ninguno nos amamos los unos a los otros como Dios nos ama, si fuera así no habría fricción - y también puede sufrir más desgaste de lo normal si la persona que conduce el coche frena bruscamente, aparca el coche dando en el bordillo con las ruedas, etc; que llevado a una relación de pareja sería empezar a hacer las cosas mal. Y qué es hacer las cosas mal?, pues por ejemplo: hacer a tu pareja aquello que no te gustaría que te hiciesen a ti si tú estuvieses enamorado de tu pareja, etc
Siendo así, tienes que entender que tristemente muchos ponen neumáticos en su relación de pareja que apenas van a "durarles toda una vida", justificandose diciendo: "para lo que cojo yo el coche". Trasladando este ejemplo a la vida en pareja: la gente no busca el amor verdadero porque tiene prisa en tener algo aunque no sea el amor (verdadero) que en verdad le gustaría vivir (conducir); y compran, como yo, los neumáticos más baratos pero, en su relación de pareja, no en el coche.
Entonces, debido a que el caucho de su amor no es el verdadero, no es del bueno, sus ruedas, su convivencia, se desgasta mucho antes. Y bien: o los cambia, cambia los neumáticos, empezando a intentar amar de verdad a esa persona; sólo lo suelen hacer cuando no les queda más remedio que pasar la ITV emocional; o circulan por la vida con las ruedas desgastadas de ese amor (caucho de las ruedas) de baja calidad con el riesgo de que en la primera tromba de agua de una tormenta emocional, el coche, su relación, se salga de la calzada, y acaben en la cuneta de la rutina al estrellarse con su coche, con su relación, en la carretera de la vida.
Es mejor pues, llevar buenas ruedas, las mejores que tu mente pueda permitirse, pues tu corazón siempre te lo agradecerá. Circulando así por la vida tienes la seguridad de que tus ruedas, tu amor, se agarraran al asfalto de la vida en pareja aunque las circunstancias emocionales no siempre acompañen. Y quién conduce por la vida en pareja sin salirse de la calzada, acaba llegando a su destino al lado de la persona que le acompaña, de lo contrario, tendrás que pasar muchas veces por el taller de los errores para cambiar de pareja hasta que sepas y demuestres que has aprendido de tus equivocaciones.
Ten encuenta que si no aprendes lo que la vida te enseña yendo por el camino, la carretera, que te trazan tus circunstancias, la ITV del karma llamara a revisión tu aprendizaje hasta que vea que estas preparado para seguir circulando por la vía del autoconocimiento. Y no hay mejor aprendizaje que una buena relación en pareja al lado de la persona que amas, que llevado al símil de los coches: nadie disfruta tanto de la conducción de su coche como aquel que además de saber conducir su coche sabe cuidarlo.
Rafael Santamaría