jueves, 7 de enero de 2016

MEDITA; original de Rafael Santamaría


La mente de Dios, el Universo, es infinita; de hecho nuestros científicos dicen que el Universo (la mente "física" de Dios) se halla en constante expansión, y es por analogía que entonces podemos llegar a la deducción de que nuestra mente también se halla en constante expansión a través de una continua toma de conciencia.
Esto nos lleva a la conclusión de que la afirmación que hacen los científicos no quiere decir otra cosa que el Universo se halla también en su particular toma de conciencia.
Todo lo creado responde a la forma condensada y concreta de un pensamiento previo.
Yo soy la energía condensada en materia de un pensamiento concreto de Dios en su mente física.
Al ofrecerseme la capacidad de tener discernimiento propio, es mi propio pensamiento el que mantiene todas las partículas de mi cuerpo unidas (mi pequeño universo corporal) dando así forma a la entidad física con la que terrenalmente me identifico; y es mi propio pensamiento también el que cambia a cada segundo la estructura de mi cuerpo y el universo físico mental donde desarrolla su conciencia de un modo evolutivo.
De alguna forma yo soy mi propio pensamiento, pero al tener una parte de mi que va más allá de mis propios pensamientos, yo soy también la energía que está viva en mi sin necesidad de ser moldeada en estructuras más densas a través del pensamiento.
Esa energía es una conciencia que está más allá del pensamiento.
Mientras que la mente es el foco de atención de nuestros pensamientos, la conciencia, nuestra conciencia, sólo observa.
Si la conciencia en vez de observar se implica, se vuelve mente, y es entonces cuando será arrastrada por el flujo incesante de pensamientos hacia el precipicio de su propia ignorancia al olvidarse de que es conciencia, y no mente.
La meditación simplemente nos ayuda a separar mente de conciencia.
Medita.
Rafael Santamaría