martes, 2 de febrero de 2016

LA LUNA y EL SOL; original de Rafael Santamaría


- Papá, cuéntame otra vez la historia de cómo se encontraron la Luna y el Sol? - me dijo en cierta ocasión mi hija.
- Vale - contesté yo - Hace ya mucho tiempo, le dijo la Luna al Sol justo antes de partir como cada día con los primeros rayos de la mañana - Prometeme una cosa, prometeme que en cualquier lugar y ante cualquier circunstancia, me buscarás, me buscarás mirando al firmamento de los sueños, y aunque tus ojos no me vean, tu corazón me buscará, y me seguirás buscando hasta que salga de la noche para hacer nuestro sueño realidad.
- Qué, qué quiso decir?
Nadie, salvo el Sol, supo nunca interpretar aquellas palabras.
Pero firme como un roble, y con una fe en sí mismo inquebrantable, entrenando su mente y siguiendo los consejos de su corazón, anduvo el Sol entre la oscuridad que soportan las tinieblas de la desconfianza y el pesimismo, el miedo y la nostalgia, lo que no llega y lo que parece que nunca llegará, buscando a su Luna en el firmamento de los sueños que se hacen realidad.
Y como quiera que suceda, que cuando el amor: la Luna, se sincera con la fe que hay en uno mismo: el Sol, es cuando nuestras ilusiones encuentran su sitio en nuestra realidad, y así lo que se busca se encuentra, y lo que se encuentra, es lo mismo que se andaba buscando de uno mismo, la Luna: el corazón, sin ser vista por nadie más que el Sol: el alma, salió de su escondite oculto, la noche: los miedos, para hacer de su sueño: la vida, un lugar de encuentro entre el Sol y ella.
Entiende pues hija mía, que en el desván de las buenas intenciones mueren todos nuestros mejores propósitos. Se entonces tú firme y recia como el Sol, a la vez que soñadora como la Luna. Y allí, en el único sitio donde todo es posible, ocurrirá lo que tanto deseas que suceda.
Rafael Santamaría