lunes, 22 de diciembre de 2014

Un día un hombre dio 10 pasos en su vida. Y aquel hombre estaba orgulloso de sus 10 pasos en la vida, pues la decisión que le había llevado a dar esos pasos habían constituido todo un reto para él. La gente qué le conocía se reía de él por su pequeña y ridícula hazaña, pero lo que no sabía la gente que se reía de aquel hombre que había conseguido dar aquellos pequeños pero importantes 10 pasos es que ellos, por muchos pasos que estaban dando, siempre caminan en círculos.
Rafael Santamaría

martes, 2 de diciembre de 2014

REAL O IRREAL; original de Rafael Santamaría

Muchas veces nos imaginamos como nos gustaría que fuera nuestra vida, a ese tipo de imaginación lo llamamos sueño; cuando ese sueño es demasiado fantasioso lo tildamos de irreal, y cuando ese sueño esta fuera de todo lo inimaginablemente posible lo catalogamos de enfermizo. Lo común a estos tres tipos de sueños es la etiqueta que estamos acostumbrados a ponerles, es decir, que lo etiquetamos todo para creer que así lo entendemos.
Si nuestros sueños son reales para nuestra mente, ¿por qué para nosotros no? La mente se haya limitada por conceptos (lo juzga todo y a todo lo pone una etiqueta) para de esta manera verse incapacitada para poder desarrollar o hacer real todo lo que piensa, imagina, o sueña. Si la mente no estuviera limitada por los conceptos, no sabríamos distinguir donde están los límites de lo imaginario y lo real, ya que entonces ambas cosas serían lo mismo, y como consecuencia de esto, todo sería real al ser todo un producto de nuestra imaginación. Pero eso sería siempre contraproducente e impensable para aquellos que quieren gobernar nuestras mentes, pues una mente libre que no se auto limita y no está limitada acaba pensando por sí misma, y una mente que piensa por sí misma es ingobernable; y una mente ingobernable tiene tanta o más fuerza que las mentes que la intentan gobernar.
Es mejor entonces para nuestros gobernantes hacer como se hace con las motocicletas, es decir, limitar la mente a una “cilindrada” específica para que por mucho gas que se le dé, ésta no pueda correr más de lo que se la ha limitado que corra. Cuando lo normal sería que se nos enseñara desde pequeños a conducir la mente (motocicleta) para poder correr a la velocidad que cada uno quisiera por la carretera de esta vida  sin poner en riesgo nunca la integridad de los demás, en vez de no sólo limitar la cilindrada de nuestra mente con miedos y otros patrones y conductas de pensamiento adquiridos, sino que además se nos limita la velocidad (la forma de pensar) para que como a corderos, todos pensemos, si no de la misma manera, si de alguna manera que no sea un incordio para aquellos que intentan controlarnos. Eso sí, para contentarnos nos habilitan autopistas que están preparadas para correr: se nos dice una y otra vez a través de distintos medios que el potencial de nuestra mente es infinito, pero se nos insiste que de ciento veinte no podemos pasar: que hay cosas que no somos capaces de hacer.
Me enseñaron desde muy temprana edad a pensar en negativo, ese el pecado original de la humanidad, ¿qué cómo lo hicieron?, mostrándome sólo lo que hacía mal, eso es lo que me enseñaron a ver, o en su defecto, dando más importancia a lo que hacía mal que a lo que hacía bien. Así mi mente, por defecto, siempre de primeras pensaba lo peor (miedos); me costó mucho trabajo cambiar dicho patrón. Es como volver a nacer. Y nadie nace dos veces salvo aquel que quiere renacer a una nueva vida.

 Rafael Santamaría