viernes, 5 de febrero de 2016

EL MURO; original de Rafael Santamaría

Ustedes tienen la mente llena de ideas. Es imposible entonces que ustedes puedan ver a Dios con tanto pensamiento como hay en sus mentes. Como mucho, ustedes se imaginan, o se pueden llegar a imaginar lo que es Dios, por lo que hay en su mente acerca de la definición o concepto que tienen ustedes acerca de Él; definición, que por otra parte, ha sido consensuada por opiniones e ideas de otros, nunca por ustedes mismos y su intuición; pero verle no pueden verle, no se engañen. Y Dios no está en su imaginación, sino en sus corazones. Pero ustedes sólo ven sus pensamientos, nunca su corazón. Es lo que les han enseñado a hacer, y es lo que hacen.
Da igual que ustedes crean o no crean. Que lo llamen Dios, Divinidad o Universo. Pues todo procede de lo mismo al ser todo lo mismo.
Pero para ver a Dios, la Realidad, lo que de verdad existe y está tras el muro de su mente, para ver lo que verdaderamente hay en sus corazones tras ése muro de las lamentaciones, de las penas y el sufrimiento, es decir, tras el muro de su mente, ustedes tienen que derribar su propio muro, sus propias limitaciones, su propia mente infectada de ego.
Cómo?
Ustedes tienen que allanar su camino a través de una continua introspección sobre ustedes mismos, llegar hasta su propio muro, y una vez allí: derribarlo.
Éste no se derriba con pico y pala, sino con una inconmensurable fuerza de voluntad que ustedes ya tienen pero que no utilizan.
El muro es infranqueable si no se derriba, así que no especulen: no se auto engañen diciéndose: "lo voy a saltar, lo voy a rebasar"
No busquen bordearlo, eso es lo que llevan haciendo vida tras vida en éste periodo ilimitado de encarnaciones. Derribenlo ahora y ya.
Siéntese frente a su muro y contemplenlo. Simplemente contemplenlo.
Sus ladrillos están hechos de pensamientos que no soportan que se les observe.
Y perseveren en su contemplación. Pronto verán un hueco en su muro. No es el momento de pasar todavía a través de él (de ése hueco), pues no se trata de pasar al "otro lado", sino de derribar su muro.
Cuando su muro de deshaga, ustedes serán libres.
La verdadera libertad no tiene límites semejantes a sus muros. La verdadera libertad lo comprende todo, y no sólo aquello que ustedes tienen en el interior del cerco que limita sus mentes.
Sientense y contemplen su muro. No hay otro camino. Simplemente contemplenlo.
Mediten.
Rafael Santamaría