sábado, 23 de octubre de 2010

HIJOS DE DIOS; original de Rafael Santamaría

Todo lo que se os pide es que relajéis vuestra mirada y miréis con los ojos del niño que lleváis dentro, para que así, vuestro PADRE que está en los cielos, os reconozca como hijos suyos al mirarle como EL os mira: con amor. 
A vosotros:

"Por como el viento nace del aire, se dice que es aire sin dejar de ser viento. Pero por como el aire se agita al ser viento, el aire cambia de nombre sin dejar de ser aire aunque pase a llamarse viento.
Así es el hijo de Dios en el hombre. Pues tal y como Dios ES en el hombre, el hombre es hijo de Dios sin dejar de ser hombre; pero tal y como el hombre se olvida de SER Dios al ser hombre, el hombre deja de ser hijo de Dios al verse sólo como hombre.
Pues en verdad os digo que nacisteis con la divinidad que os hace hijos de Dios, pero de aquella divinidad sólo se acuerdan unos pocos. Recordar quienes SOIS es el propósito de toda vida. Aquel que recuerda SER hijo del Padre, aquel sabe quién ES y por qué ha nacido; pero aquel que olvida el origen de su existencia, aquel vaga entre vidas buscando el sentido a su vida.
Y al no encontrarse renuncia a toda búsqueda, sin saber antes que toda búsqueda pasa antes por no encontrarse.
Y en el lamento de su sufrimiento echa la culpa de todo a aquel con que se cruza en su vida; y a tal error le acompaña la gran verdad llamada mentira bajo la cual el hombre se identifica. Pues de su necedad no sale para no sentirse herido, ya que es el orgullo su mejor tesoro, y la envidia, su mayor aliado.
Y así nace el EGO.
Y alimentándose de la ignorancia el ego se hace fuerte; y bajo la tiranía del miedo el ego construye en el hombre su fortín, su morada; y en ella vive alentado por el hombre que dejó de SER Dios para no ser nada. Y es ahora cuando el hombre sin Dios, sin su Origen, no vale nada.
¿Pues de qué vale el mayor hallazgo arqueológico si la fecha que lo valida no tiene sello que lo certifique?. ¿Qué vale pues el hombre como hombre si su caducidad no lo certifica como inmortal?; sin embargo, cuando el hombre se reconoce en su alma como hijo de Dios, su valor es infinito, pues su caducidad es ilimitada y su valor incalculable.
Pero el Ego es mañoso en las formas, y bajo las formas atrapa al hombre que duda; pues toda duda es sinónimo de incredulidad. Y Dios no tiene dudas; y quien las tiene, no cree en Dios; no cree en el lado más espiritual que el hombre posee, su alma: el espejo con que Dios puede verse reflejado en el hombre.
Mas detrás de todo ego se alza la verdad de Dios llamada alma, y en ella el hombre haya consuelo, pues es ahí donde el consuelo da la vida, al ser esa vida, el consuelo que Dios ES en el hombre.
Pero cuánto tarda el hombre en encontrar el camino que le regrese a su CASA. Pues cuántas guerras ha de lidiar el hombre siendo su peor enemigo él mismo en virtud de lo que cree que es él.
Así pues, el hombre que acude a Dios en vísperas de su muerte es porque a vislumbrado la VERDAD al hacerse ésta tangible sólo cuando el ego no quiere oír hablar de muerte.  
De la misma manera, yo os invito a sobre poneros a la muerte antes de que ésta acuda a haceros una visita en vista de vuestra ignorancia. ¿Cómo?, alistáos en la mayor contienda que el hombre tuvo jamás: sus miedos; y vencidos estos, reconoceréis al impostor que se hace pasar por vosotros: vuestro Ego. Y en duelo a muerte, ganaréis seguro; puesto que vuestra alma es eterna y al reconoceros en ella, vuestro ego estará perdido; saldrá huyendo.
Así pues, dad fe al propósito de vuestra vida al inspiraros en la intuición que posee vuestra alma; y si hacéis así como yo os digo, el hombre que nació de Dios, volverá a Dios como el hijo del hombre que se reconoció en Dios, su PADRE. Y entonces Dios será en vosotros lo que siempre fue: AMOR.
Mas todo aquel que aletarga su búsqueda y ralentiza su encuentro con Dios, no es más que un embustero sediento del mana que da la vida; embustero éste, incapaz de reconciliarse con la Verdad que es en él : Dios. Pues no quiere beber ni oír hablar del agua divina que en él apagaría la sed que nada le calma; pues es en su papel de víctima donde se regocija al ser antes sus hermanos el sediento al que Dios nunca quiso socorrer y dejo morir de sed. 
Y así vaga el hombre entre las tinieblas, tinieblas que él mismo ha creado a la sombra de la luz. Porque la luz existe para el que quiere verla; y porque la luz que no se ve, es luz que no brilla por falta de intensidad, por falta de fe, por falta de amor, por falta, en definitiva, de fe en el amor.
Y tened en cuenta que de igual manera que el alma entra en el cuerpo y pierde su consciencia al identificarse con la mente; es, desligándose de la mente como el alma recupera su consciencia; esa consciencia que le hace recordar que es una parte de Dios: la parte que legitima al hombre como hijo de Dios.
Pues en verdad os digo, que aunque son muchos los caminos que llevan a Dios, tantos como almas disciernen en su camino, disciernen en el conocimiento, Dios no se moverá del camino hasta que vea que entendéis que el camino a EL sois vosotros.
Dios está en vosotros, de la misma forma que vosotros estáis en Dios. No os vayáis a buscarlo lejos, tan lejos que luego no encontréis el camino de regreso a vosotros, el camino de regreso a Dios; es preferible permanecer tan cerca de vosotros como os sea posible, para que cuando Dios se busque así mismo en vosotros, vosotros os reconozcáis en EL como hijos Suyos.
Que así sea" 

Rafael Santamaría
629 309 929