domingo, 7 de febrero de 2010

EL DISCIPULO Y EL MAESTRO; original de Rafael Santamaría

Asi como la luz entra entre la maleza del bosque para alumbrar el camino, así la luz de tu Ser iluminará tu conciencia cuando entre la densidad de tus conocimientos dejes pasar tu luz.
A vosotros;
 
"- Maestro, todo este tiempo te he seguido; he seguido tus enseñanzas, he recorrido tu camino, he seguido tus pasos, he leido tus versos, he recitado tus oraciones..., pero Maestro, aunque te he seguido, honrado y venerado, y he seguido, honrado y venerado tus enseñanzas, no he visto a Dios, no he visto a ese Dios que profetizas en tus enseñanzas; no lo he visto. Y yo me pregunto Maestro, ¿cómo puedes hablar de Dios, cómo puedes dar fe de El, si sólo es el producto de una ilusión con la que comercializas tus enseñanzas?. Maestro, perdóname, pero prefiero decirte esto a seguir mintiéndome. Tu Dios yo no lo puedo ver, no lo puedo tocar, no lo he visto jamás, y empiezo a dudar que lo hayas visto tú, Maestro.
- Hijo mio, tus dudas son el pilar de tu fe, sin tus dudas, tu fe no se sustentaría, pues tu fe es el antídoto para aquello en lo que te cuesta creer pero, áun te digo más, no es sólo mi fe la que ha visto a Dios, sino, mi corazón, pero no tu corazón, sino el mio, pues el mio se purificó al volverse amor, y el tuyo aún busca quien lo purgue; y en ese error andas perdido, pues sólo tú puedes limpiarlo, sólo tú, y no otro; deja pues de buscar en otros lo que es tarea tuya, y limpia tu corazón del sobrante que lo identifica con la carne, para haciéndolo tan espiritual como lo que es, sepas amar, al ser todo tú, amor. Y aún te digo más, mi oración, esa oración que es la culminación con que toda alma se identifica con el amor que es Dios en su esencia, esa también le vio; y lo vio gracias a que no ore como orais vosotros repitiendo mis palabras, ore sintiéndome la palabra, esa palabra que comunica con el sentimiento de Dios, y esa palabra es el verbo amor. Y aún te digo más, mi ego, ese no lo vio, no lo vio y nunca me hubiera dejado verlo, pues verle hubiera supuesto para él ser lo que es ahora, nada; así pues, yo te digo: mata lo que crees que eres para llegar a ser lo que en verdad eres; deja a la mente ser mente y libérate de ella sin entrar en batalla alguna con ella; pues la mente juega con convencerte de que sus pensamientos son tuyos, y prestándole tu atención, le das tu energía, la haces más grande, más vigorosa, y a tus pensamientos, les das su sustento, les das la vida; fíjate pues cuan divina es tu energía; si la utlizaras para ver lo que hay detrás de la mente, detrás de tus pensamientos, detrás de todo juicio, verías que Dios existe, verías que Dios se puede tocar y se puede ver, y al prestarle toda tu atención, le darías toda tu energía, y entonces hijo mio, te convertirías en una de tantas esencias Divinas que hay de Dios en la tierra: te convertirías en Ti; pero para eso, deberías haber vivido mis enseñanzas; pero para eso, deberías haber sentido mis enseñanzas; pero para eso, deberías haber descubierto el amor que el Padre es en ti como tú en El a través de la oración del eterno silencio; pero para eso, deberías haber renunciado a conocerlo para así poder conocerlo; en definitiva hijo mio, es el hacer sin hacer; el estar sin estar, el ver sin ver; y tú todavía hijo mio, estás, haces y ves como hombre de Dios, no como Dios en el hombre.
Y te diría cómo es El, pero quien mejor que El para decirte cómo Es el día que lo sientas; así pues hijo mio, abandona esta forma de vida que no es tu vida, pues para encontrar lo que buscas primero has de tener claro qué estás buscando, y segundo, para encontrar lo que buscas, has de saber con que lo vas a buscar y dónde, para más tarde, saber buscarlo sin poner tu intención en buscarlo, eso sería ego, sino, con el presentimiento de encontrarlo, hallarlo, eso es intuición, esa es la Divina forma de pensar que tiene Dios a través del hombre. Búscalo a través de tu intuición. Así pues hijo mio, búscate, y en ese peregrinaje que es toda vida, encuéntrate.
- Maestro pero, ¿cómo sabré que me he encontrado?
- Cuando te conozcas, cuando conozcas de ti lo que Eres, sabrás que te has encontrado; y entonces mis palabras resonaran en tu eco por siempre y para siempre; antes, nada de lo que dije o hice será valido para ti hasta que tú no seas en ti lo que has venido a Ser. Anda, ve, pues algo especial en tu vida te aguarda impacientemente.
- ¿El qué?,  Maestro.
- Tú "

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
629 309 929