martes, 29 de septiembre de 2009

EL TESORO MEJOR GUARDADO ESTA DENTRO DE TI, original de Rafael Santamaría

Crea yo en lo que crea, que mi fe siempre atesore mi fortuna; y llegado el momento, que sea mi alma la que administre mis riquezas.
A vosotros:

"Un afamado rey amasaba la fortuna más grande que jamás hubiera podido desear hombre alguno. La tenía vigilada día y noche con su guardia personal, compuesta de los hombres más leales que nunca pisaron la faz de la tierra. Tres puertas, siete llaves y un laberinto de tres acres separaba al rey de su amado tesoro. Todas las noches, antes de ir a acostarse, revisaba que su tesoro siguiera en su lugar. Y una vez al mes, le gustaba contabilizar sus riquezas.

De entre todos sus súbditos sólo él conocía el camino secreto que atravesaba el laberinto de los tres acres. Cada puerta se abría en un sentido que sólo conocía él, y cada llave tenía su propia cerradura que sólo el rey sabía distinguir.

Pasaron los años y el rey, que no tenía descendencia, envejeció. Con los años había ido perdiendo la memoria y le costaba identificar a que cerradura le correspondía cada llave, tanto fue así, que llegado el momento, las fuerzas no le permitían sujetar la llave y girarla para abrir la puerta. Y tuvo que contentarse con creer que el tesoro seguía en su lugar. Pero según la vejez se adueñana más y más de su cuerpo, a duras penas podía redordar cual era el camino secreto que llevaba hasta la cámara del tesoro. Su fe, en que su fortuna seguía intacta, era lo único que le mantenía unido a su tesoro. Cuando su fe se empezó a debilitar su cuerpo le empezó a abandonar.

LLegado el momento, el rey murió, y murió con la duda de si su tesoro había sido pura invención, o de verdad existió alguna vez.

Así, y de la misma forma, se encuentra guardado en nuestro interior el mayor tesoro que jamás hombre alguno pudiera imaginar. En nuestra infancia, atravesamos el laberinto de nuestro cuerpo sin mirar atras, recordamos perfectamente que llave abre cada cerradura de nuestro corazón gracias a la inocencia, y las puertas de nuestra alma se abren de par en par sólo con mirarlas. Pero según avanzados en edad y corrompenos la inocencia de nuestro corazón, el recuerdo se hace vago y el cuerpo se vuelve rígido y corrupto. La verdad, el camino, se hace difuso, y se pierde toda esperanza.

Sólo los que tienen fe pueden ver el camino, y de entre ellos, sólo los puros de corazón abriran las puertas de su alma, y de entre todos estos, sólo misericordiosos compartirán el tesoro con su hermanos; y ellos serán los hombres mas afortunados de la tierra, porque el tesoro que amasaron no es del reino de los vivos, sino del eterno reino de los no muertos"

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
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