viernes, 30 de junio de 2017

EL MUNDO ESTÁ FALTO DE AMOR; original de Rafael Santamaría

En cierta ocasión fui a buscar a mi hijo al colegio.
Como no le encontraba empecé a buscarle por las aulas. Al final le encontré en una clase que no era la suya. Estaba en un rincón. 
- ¿Qué haces ahí? - le pregunté a mi hijo. 
Pero la que me respondería sería la profesora que le vigilaba.
- Está en el rincón de pensar, ha hecho una cosa mal y necesita reflexionar.
- Ninguna reflexión conduce al aprendizaje si no hay arrepentimiento. Y si no le enseña a perdonarse nunca aprenderá. El chaval sólo está esperando a que usted le diga que ya se puede ir, previo reconocimiento de que ha hecho mal. Pero se ha preguntado usted si de verdad ha aprendido algo, algo que vaya más allá de las consecuencias que se derivan de sus actos.
Usted le está enseñando a que se culpe, a que se aislé en un rincón y vea que ha hecho mal. Y yo le estoy invitando a que le enseñe que también existe un rincón del perdón en el cual debe estar después de haber interiorizado su falta. 
A Dios no le preocupan nuestros errores, sino lo que hagamos con ellos.
Y bien, ¿ dónde está el rincón del perdón?
- ¡Cómo! - exclamaría - que está diciendo usted.
- Sí, necesita un rincón del perdón, si no aprende a perdonarse no aprenderá jamás; créame. 
A cierta edad, al hombre le empiezan a pesar sus faltas. Las ve, sabe de sus errores, aunque le cueste muchas veces reconocerlos, y le cuesta reconocerlos porque no ha aprendido a perdonarse. Se cree que como ha hecho mal ya por eso ya es malo, cuando lo que no sabe es que si aprende de sus errores, se convertirá en un hombre sabio.
Cuando el hombre es viejo, su carga (de faltas) es inmensa. Nunca la aligeró, nunca se perdono. Su gesto de cansancio le cambia la expresión de la cara. Esta cansado. Se ha hecho viejo.
Yo le invito a que desde su puesto de trabajo haga que estos niños sean unos ancianos joviales cuando envejezcan, gracias a que no sólo les enseñó a ver sus errores y sus consecuencias, sino y lo que es más importante: les enseñó también a perdonarse, para a través de ese amor con el que han sabido perdonarse, saber perdonar a otros cuando les ofendan.
Si usted quiere que el mundo cambie, enseñe amor. 
Un año más tarde tuve la ocasión de visitar de nuevo el interior del colegio. Nunca encontré el rincón del perdón.
Nos han enseñado a juzgarnos por nuestras faltas, y así es muy difícil aprender; me dije.
El mundo está falto de amor.
Rafael Santamaria

lunes, 22 de mayo de 2017

OCUPA TU SITIO ENCONTRANDO TU ESPACIO; original de Rafael Santamaría





Muy probablemente nos pasamos toda la vida buscando nuestro espacio: nuestro lugar dentro de nosotros mismos, un lugar que nos han enseñado a creer que está en los momentos que vivimos en lugares que no tienen nada que ver con nosotros (a nivel espiritual); y así oímos hablar de sitios de moda, de sitios donde ir a comer, de lugares de ocio donde recompensarnos después del estrés sufrido durante la semana. Lugares que no ocupan más que un espacio transitorio en nuestra vida de un tiempo que malgastamos por no tomar conciencia que el tiempo en este plano material es vida, y debe ser empleado para encontrar nuestro sitio dentro de nosotros mismos. 

En la vida todo son espacios, espacios delimitados por el tiempo que pasas en ellos. 

Por ejemplo: el espacio que ocupas al encontrar tu sitio en la vida. 
Este es uno de los espacios más difíciles de encontrar, pues por norma general ocupamos lugares ajenos, lugares de otras personas, o lugares que nos han dicho o enseñado, porque no sabemos cuál es nuestro sitio en la vida. Y sin un espacio donde interactuar que sea nuestro, porque ese es nuestro verdadero sitio, nos sentiremos perdidos.

El espacio que ocupan ciertas personas en tu vida. 
Este es un espacio de vital importancia, porque las personas que están en tu vida, de alguna manera, forman parte de tu sitio en la vida.

El espacio que necesitas para ti para sentirte vivo. 
Este es el espacio más importante.
Es un espacio interior que normalmente exteriorizamos y compartimos con los demás. Si está muy exteriorizado, o, muy repartido entre​ personas tóxicas o poco afines a nosotros, nos sentiremos agotados.

El tiempo que necesitamos para encontrar nuestros espacios se llama vida, y se fragmenta en las unidades mentales de: pasado, presente y futuro. 
El espacio y el tiempo se anexionan formando la tercera dimensión. 
Cuando el tiempo y el espacio se interiorizan llevando la atención al interior, aparece la cuarta dimensión. Y según es la dimensión espacial donde vivimos así es nuestra conciencia. 

La conciencia son los ojos del alma, ella ve según es tu trabajo conciencial. Cuando el hombre ha limpiado de sus ojos el velo de las cataratas de la ignorancia (espiritual), su conciencia está libre de ego; es entonces cuando el alma se ve así misma como un reflejo del Espíritu; es entonces cuando ocupa su espacio, como dijo Jesús, "a la derecha del Padre", o en plena sintonía con Él: "yo y mi Padre somos uno"
Rafael Santamaría





martes, 4 de abril de 2017

SE TU; original de Rafael Santamaría

- Papá, qué te gustaría que fuera de mayor? - me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
- Tú.
- Ya estamos. Puedes ser más explicito?, por favor papá.
- De acuerdo:
Un hombre tenia un gran terreno. Como era nuevo en esto del campo, decidió escuchar la opinión de los demás y dividirlo en dos para sembrar por separado en cada uno de ellos semillas diferentes para recoger frutos distintos.
En el primero lo tenía claro: sembró tomates, le encantaban los tomates. Y en el segundo, sembró patatas, porque así se lo recomendaron sus vecinos agricultores.
El primer terreno le dio siempre hermosos tomates que saboreaba todos los días y a todas horas. Estaba súper contento con sus tomates. Pero el segundo, el de las patatas, o se le morían, o le salían malas. Y eso le enervaba. Madre mía!, cómo se enfadaba con las patatas. Un poco más..., y el disgusto y la frustración le hubieran quitado las ganas de comer sus deliciosos y queridos tomates. Pero con el tiempo se dio cuenta que sembrar, y cultivar algo que no quieres, siempre da malos frutos.
Entonces, decidió sembrar sólo lo que le gustaba; y sembró tomates en los dos terrenos, aún bajo el descontento y la crítica de sus vecinos agricultores.
Y se le dió tan bien la siembra de tomates, que se hizo famoso por la calidad que tenían éstos; y con el tiempo, no tuvieron más remedio sus propios vecinos que reconocer su éxito comprándole a él los tomates; pues eran los mejores de toda la comarca.
El éxito pues hijo mío, está en el cariño, la atención y los cuidados que le prestas a las cosas.
Si eres lo que tú quieres ser nunca fracasaras.
Entiendes ahora?
Por eso te digo: se tú, porque siendo lo que tú quieras ser el éxito siempre estará asegurado.
Rafael Santamaría

miércoles, 8 de marzo de 2017

OBSERVA, MEDITA; original de Rafael Santamaría



Debes dejar que el aire entre
Debes dejar que el aire salga.
No intervengas. Fluye.
Observa la dualidad de tu respiración.
Observa el aire. Olvídate de controlarlo.

Del mismo modo:
Deja que el pensamiento venga.
Pero deja tambien que el pensamiento se vaya.
No lo retengas.
No acumules pensamientos. No te formes ideas. No te crees prejuicios. Deja de opinar en base a tus pensamientos.
Déjalos ir y venir.

Pues al igual que el aire entra en el cuerpo, así el pensamiento entra en la mente.
Quien aquieta la respiración aquieta su mente.

Y observa como la mente se vacía de todo pensamiento con tan sólo observarla.

Cuando la mente se detiene por completo, la respiración cesa; pero el hombre no muere, sino que entra en un estado de éxtasis o trance.

Cuando el hombre entra en estado de trance, se da cuenta de su verdadera naturaleza.

Morador de moradas, siente la vida, la vida que vives, y la vida que Eres. Estás en ambas, en ambas vives, pero sólo una eres tú.

Medita.

Rafael Santamaría

martes, 14 de febrero de 2017

LA LUNA Y EL SOL;. original de Rafael Santamaria g

Y le preguntó la Luna al Sol:
- Y cómo podré saber qué lo que siento por ti es amor?
- Fácil hermana Luna,- le contestó el Sol - averigua primero lo qué es el amor, y luego mirá a ver si coincide con lo que sientes por mí.
- Y cómo averiguo lo que es el amor? - le preguntó la Luna
- Eso hermana Luna, es difícil, - le contestó el Sol - porque cada camino tiene su peregrinaje; y eso quiere decir que el tuyo sólo puedes recorrerlo tú.
- Pero..., y tú me quieres?
- Entiende que mi amor no ha venido a socorrer al tuyo, por lo que es mejor que encuentres primero el amor en ti para saber con certeza que ese mismo amor es lo que sientes tú por mi.
- Pero..., y si descubro que no te amo?
- Es mejor hermana Luna amar con el corazón que con los ojos.
Anda, ve, no tengas miedo, busca en tí lo que desearías encontrar junto a mí. Pero búscalo primero sola, que si lo encuentras, ya tendrás tiempo de compartirlo.
Y la Luna se distanció del Sol como la noche del día; y un día:
- Hermano Sol, ya sé lo que es el amor.
- Y qué es?, hermana Luna
- Eso hermano Sol, es difícil de explicar; cada camino tiene su peregrinaje, y eso quiere decir que el tuyo, sólo puedes recorrerlo tú.

Quién tenga oídos para oír que oiga.

Rafael Santamaría

SAN VALENTÍN; original de Rafael Santamaria

Por aquel entonces Valentín era un hombre sin corazón. Me cuentan que a la edad de dieciséis años una mujer le robó todo el amor que tenía; y que durante años nunca pudo reponerse de aquel infame hurto.
Con el corazón todavía entregado al pasado, una mañana decidió abandonar la aldea en busca de soledad, pues había oído decir que convivir en soledad reparaba todo mal de amores.
Pasarían muchos años sin que nadie supiera nada de él. Mas un buen día bajó hasta el pueblo.
Nadie le reconocía. Con el semblante cambiado parecía otro.
Me cuentan que vino buscando a la mujer que antaño le robó el corazón. Pero ella ya no estaba. Se había casado con un terrateniente del norte. Aunque bien sabido era por todos que  no era feliz con aquel hombre.

- Vengo a perdonarla. Dónde está?
- No está aquí. Buscas en vano. Marchó hace tiempo.
- Decirla si viene que la he perdonado. Que no la guardo rencor.
- Pero, si se llevó tu corazón!
- No amigo, se llevó lo que yo creía que era mi corazón.

Tras aquellas palabras Valentín regresó a la montaña. Y nadie más le volvió a ver.
Mas me cuentan que en la casa donde vivió siempre se veía salir humo de la chimenea, gritos de niños jugando, y una mujer tan bella de amor como lo era su corazón.
Qué cómo lo consiguió?
Dicen que aprendiendo a perdonar.
Yo sólo sé que la única vez que subí a la montaña, allí donde él vivía, una paz conquistó mi alma.
Así que creo yo que el verdadero amor sólo lo conquista quien ha encontrado la paz de su alma, como Valentín la encontró.
Rafael Santamaría