viernes, 23 de mayo de 2014

CONCIENCIA; original de Rafael Santamaría

Todo fue creado a partir de una Conciencia única.
El pensamiento es una forma limitada de conciencia.
La verdadera conciencia va más allá del pensamiento.
Tu mente es el portal a tu conciencia, pero la conciencia no es mente.
A la conciencia que se identifica con el cuerpo se le denomina ego.
En el alma está tu conciencia espiritual.
La realización del Ser, no sólo es el despertar de la conciencia espiritual de tu alma, sino la unión de ésta con la Conciencia que lo impregna todo.
La vida en el plano material está concebida para el despertar de la conciencia espiritual de cada alma.  Cada uno va despertando su conciencia espiritual según evoluciona el desarrollo de la sensibilidad de ésa conciencia espiritual.
La sensibilidad de la conciencia espiritual se halla en el corazón cuando éste se encuentra libre de todo deseo.
Tus deseos son las necesidades que te genera tu ego.
La intuición es la sabiduría del alma, ésta sabiduría es una memoria espiritual que da acceso al Conocimiento.
El Conocimiento es la uva de la vid que conduce a la realización del Ser.
Pero el Conocimiento sin la sensibilidad de un corazón carente de todo deseo acaba siendo mera filosofía.
El Conocimiento requiere pues de la sensibilidad del corazón para la realización del Ser.
En la realización del Ser el amor lo impregna todo.
El amor es la unión de Conocimiento y Sensibilidad (corazón)
Cuando el amor es el que realiza las acciones el apego al resultado de las mismas desaparece.
Cuando el apego desaparece, el alma se libera de sus ataduras carnales.
Para el común de las almas encarnadas la conciencia espiritual se despierta a través de experiencias traumaticas, o vivencias de naturaleza conflictiva para nuestro ego.
La almas encarnadas que gozan de una menor amnesia espiritual son incitadas por una inquietud interior (proveniente de su corazón) al despertar de la conciencia. Normalmente estás almas vagan en busca de conocimiento hasta que su inquietud es más grande que su ignorancia espiritual.
Rafael Santamaría