sábado, 20 de marzo de 2010

ESMERALDA; original de Rafael Santamaría

El que contempla la fe de su alma, contempla a Dios; el que contempla a Dios a través de la fe de su alma, contempla lo que ES: amor.
A vosotros:

 "En el jardín real de las mil flores, Esmeralda era la única flor que llegado el otoño, no perdía su hoja; el rey, que era una persona sabia en el cuidado de las plantas, no daba crédito a lo que sus ojos veían; entonces, ordenó vigilar a aquella flor día y noche. Para sopresa suya, fue informado de que uno de sus hijos menores hablaba todos los días con Esmeralda, y ello, le confirmó la sospecha de que algo había tras aquella mágica flor.
El rey mandó llamar a su hijo para averiguar que extraña oración le dedicaba a aquella flor con la que conseguía mantenerla siempre joven y viva. Cuando el infante llegó ante su padre el rey, y fue preguntado por el supuesto encantamiento que impregnaba a aquella flor, el niño contestó:
- Sólo la escuchó padre, porque noto que me habla. Sólo eso, la escucho.
El padre, que no entendía nada, se indignó:
- ¡Qué te habla!, ¡qué te habla!; ¿y qué te cuenta?, si se puede saber.
- No dice nada padre, más bien, es su silencio quien me habla.
- ¡Su silencio!, ¡su silencio te habla!. ¿Eso es todo?. ¿Cómo puede hablar el silencio?
- Si padre, su silencio me habla.
- Bien, bien, y..., dime, ¿qué te cuenta ese silencio?
- Nada padre, el silencio nunca cuenta nada y lo cuenta todo padre. El silencio padre, es la única forma de hablar con la que nunca te equivocas si le escuchas. El silencio padre, habla cuando todos los demás ruidos callan. El silencio padre, es el amor a uno mismo, es el misterio de la soledad que desea quien se ama y ha descubierto el amor. El silencio padre, con el que Esmeralda me habla, es el amor que me demuestra sin decir nada. Ella padre, siempre esta ahí porque sabe que yo siempre estaré junto a ella; porque en el silencio que nos une, está el amor que ningún hombre entenderá hasta que contemplé la flor con la que se reconozca; y yo padre, en Esmeralda, he encontrado mi flor, he encontrado mi esencia; por eso padre, todos los días la contemplo sin buscar explicaciones; por eso padre, todos los días la miro cerrando mis ojos y la veo; por eso padre, ella vive en mi como yo en ella.
Padre, aunque son muchos los reinos que has conquistado, el reino de Esmeralda no se conquista con el arte de la buena espada, ni tan siquiera todos tus tesoros podrían comprarlo; el reino de Esmeralda padre, es el reino de la fe en uno mismo, de la fe en tu esencia; es el reino de la divina contemplación de uno mismo. Es padre, la gratitud de SER sin pensar ni desear; y el SER padre, sólo comtempla; y es en la contemplación, donde se reconforta con lo que ES. 
- ¡Hijo,tu locura bien merece un buen castigo! ¡A partir de ahora, estarás recluido en tus aposentos hasta nueva orden!
Esmeralda fue muriendo día tras día; pero lo increible de esta historia, es que según se apagaba la vida de uno, se apagaba la vida en el otro; y cuando la muerte se los llevó, el silencio que nunca antes nadie había escuchado, se escuchó. Y hasta allí, hasta aquel jardín del silencio, fueron y han ido, los más venerados hombres de fe a orar; pues allí se forjó el silencio de la contemplación, el silencio de la oración; el silencio de una flor, que nada decía diciéndolo todo.
Asi es el amor de la oración en el silencio interior; así es el amor que se siente en el arte de la contemplación, en el arte del SER."


Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
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