miércoles, 12 de agosto de 2015

YO SOY MI MEJOR AMIGO; original de Rafael Santamaría


Hace mucho, mucho tiempo, reflexione intuitivamente y me di cuenta de que para conocer a alguien tenías, o tienes, que hacerte amigo suyo, o de otra manera es muy difícil ganarte su confianza: su amistad; y así poder llegar a conocerle.
Me viene a la memoria mi infancia, como me juntaba con aquella gente que quería conocer. También recuerdo mi adolescencia y aquellas chicas que me gustaban y a las que quería conocer en profundidad para saber si teníamos en común algo más que la pura atracción física.
De estos pequeños recuerdos y a través de una introspección y su consiguiente auto análisis deduje que para poder conocer a alguien primero tenía que hacerme su amigo (como hacia de pequeño), de otra forma, no podría conocerle porque no me diría nada, no tiene ni tengo su confianza; y si no es mi amigo cómo pretendo entonces que me cuente algo, como pretendo entonces que se sincere conmigo.
Llevándolo al plano puramente personal, es decir, conmigo mismo, intuí que para conocerme de verdad tenia que hacerme mi amigo.
Suena raro o ridículo, pero es la verdad; pues observandome me di cuenta también que la primera enemistad que tenia era conmigo mismo, así difícilmente me podía conocer si estaba enfadado conmigo mismo. Por éso un buen día decidí de pronto hacerme mi amigo, o visto de otra manera, ser amigo mío, poco a poco eso sí, como hacíamos en nuestra adolescencia con la gente que queríamos conocer y entablar una amistad, para así poder conocerme mejor.
Y lo hice diciéndome que no era para encontrar el amor de mi vida ni el amigo fiel, pero al cabo de unos segundos de tener ese pensamiento pensé...,o si, o si era para encontrar ése amor de mi vida en mi y así a la vez poder encontrarlo fuera de mi, y también para llegar a encontrar en mi al amigo perfecto.
Mi amistad conmigo mismo, como cualquier otra amistad verdadera, se basa en la sinceridad y el respeto. Llevados a la práctica ambos valores me conducirían más tarde al conocimiento de mi mismo. Este conocimiento de mismo me llevaría por la senda de la aceptación. Y una vez que te aceptas a ti mismo todo fluye. Entonces no hay problemas ni circunstancias adversas. La mente cambia el "chip" y ves las cosas sin el formato con el que antes te habías programado para poder verlas; es decir, la ilusión que habías creado o se había creado desde tu mente para vivir las cosas (lamentablemente las vives como las ves desde tu mente)
Y si os dais cuenta una verdadera relación de pareja se basa al fin y al cabo en una amistad entre dos polos opuestos; pero los polos opuestos no se refiere a gustos distintos como algunos creen, sino a personas (entes físicos) de distinto sexo; es decir, a una amistad con tu contrario en cuanto a las características principales con las que tu alma se ha encarnado: hombre o mujer. Si tu alma se ha encarnado en un cuerpo de hombre pues con una mujer; y viceversa (y si alguno o alguna quisiera extrapolarlo al plano homosexual, ni que decir tiene que siempre hay uno que hace de mujer y otro de hombre)
Si no existe ésta estrecha amistad entre hombre y mujer la relación antes o después se debilitará hasta llegar a un punto muerto en que muere y desaparece, puesto que sin los pilares de la sinceridad y el respeto ninguna relación se sostiene en el tiempo.
Sí tu pareja no es tu mejor amigo, malo.
Y sí tu no eres tu mejor amigo, entonces todavía peor; que por qué peor, porque de ésta manera te será muy difícil encontrar un verdadero compañero de vida: tu pareja.
Entiende que sólo cuando lleguéis a entablar una verdadera amistad con vosotros mismos sabréis como queréis que sea esa misma amistad con alguien del sexo opuesto, y será entonces cuando estaréis preparados para tener una amistad con un hombre o una mujer que muy probablemente os llenará tanto como os habéis llenado previamente vosotros con vosotros mismos.
Sin una verdadera y sincera amistad con uno mismo el conocimiento sobre uno mismo se diluye a través de las continuas justificaciones con las que nos convertimos en unos hipócritas, y es como consecuencia de nuestra hipocresía que nos acabamos enemistando con nosotros mismos por ser unos mentirosos.
Rafael Santamaría