miércoles, 1 de abril de 2020

SIN ÉTICA NO HAY MORAL; original de Rafael Santamaría

Cuando has vivido en el lujo de lo superfluo, lo necesario se convierte en un artículo de primera necesidad.

Estamos muy lejos de saber apreciar lo que tenemos, pues nos han enseñado a tener tantas cosas, que apreciarlas todas se convirtió hace años en una tarea inútil.

Pero cuando la vida es lo único que importa, todo lo demás se vuelve innecesario.

Hemos aprendido a mentirnos tanto, a engañar con nuestros pensamientos a nuestros sentimientos, que nos hemos quedado sin ética y moral.

Somos una generación que no sabe lo que quiere porque han elegido por nosotros nuestros valores, enseñandonos a no pensar; pues el raciocinio, nuestro raciocinio, está enfermo.
Sólo sabemos razonar egoístamente, sólo sabemos imponer nuestro criterio, y a eso lo llamamos dialogar.

El diálogo, nuestro dialogo, con otra persona, se ha convertido en un monólogo a la espera de que la persona con la que conversamos acepte nuestro punto de vista como criterio único.

Hemos llenado nuestra vida de un vacío tan profundo, que ya nos da miedo bajar hasta ahí abajo para saber qué se esconde en las profundidades de nuestro vacío.

Pero mientras no desmantelemos nuestras excusas y sus argumentos, viviremos en la justificación y el miedo de nuestro propio auto engaño.

Rafael Santamaría

EL CAMINO, Y LA TÉCNICA; original de Rafael Santamaría

El acto de respirar no nos da la vida, pues hay vida en el vientre de una madre sin necesidad de respirar.
Y pienso luego existo, tampoco es cierto; pues más allá de mi forma de pensar y mis pensamientos, también existo.

Éstos sutiles comentarios y ocurrencias por mi parte, me llevaron a tener que abandonar una clase de yoga; se me invitó a que abandonara la sala.

Todo es vida - exclamé antes de irme - porque Dios está en todas las cosas, y Dios mismo es vida.

Supongo que el que plantea interrogantes nunca es bien recibido por aquel que se gana la vida sin que nadie le cuestione aquello que enseña.

Un yogui es aquel que pone su pensamiento en Dios y establece así contacto con Él.

La primera vez que fui a una clase de yoga, mi pensamiento no sé ni dónde estuvo; pero en Dios les puedo asegurar que no.

Preocupado de si hacía bien los ejercicios me establecí en la conducta del juicio; muy lejos, por otra parte, de donde está Dios.

Viendo que el camino que me enseñaban sólo flexibilizaba mi cuerpo y no mi mente, busqué a Dios a través de la oración; aunque he de puntualizar que en algunas escuelas me enseñaron a, lo que yo llamo: "hiperventilar los pulmones", como simiente del genoma de Dios en el hombre.

El mantra de la oración, cuando es el corazón mismo el que ora, atrae circunstancias a tu vida, propicias para que suceda lo que tú mismo estás invocando.
Lo supe, cuando lo pude comprobar por mí mismo.

Cuando mi oración me reveló el camino, el Maestro se me apareció.
Fue entonces cuando mis clases de yoga se centraron en saber reconocer mis errores, y la técnica de la respiración me ayudó a saber verme sin juzgarme.

El Maestro siempre es uno mismo cuando uno mismo sabe aprender de sus errores; si bien todo Maestro necesita de quién le haga ver sus errores hasta que él mismo sepa verlos sin necesidad de que se los hagan ver.

¿Si la respiración es la técnica, pero no es el camino, cómo se llega a Dios?, se preguntarán.

Unan la técnica y el camino; y cuando lo hayan unido, separense de ello; está el que medita (ustedes), la acción de meditar (la respiración), y el objeto de la meditación (el camino a Dios, o Dios mismo)

Tras ese velo, ya no hay camino ni hay técnica, como tampoco existen ustedes en la idea de la individualidad que gobierna su mente; todo es lo mismo, todo es Uno.

Cuando vean el Uno, sabrán que han estado siendo engañados por ustedes mismos (su ego) por eones, en un supuesto individualismo egocéntrico que les mantuvo alejados de esa esencia que son ustedes mismos: cuando su mente sintoniza con su alma y se une a ella través de su conciencia.

La paz sea contigo
Om Shanti

Rafael Santamaría