lunes, 22 de diciembre de 2014

Un día un hombre dio 10 pasos en su vida. Y aquel hombre estaba orgulloso de sus 10 pasos en la vida, pues la decisión que le había llevado a dar esos pasos habían constituido todo un reto para él. La gente qué le conocía se reía de él por su pequeña y ridícula hazaña, pero lo que no sabía la gente que se reía de aquel hombre que había conseguido dar aquellos pequeños pero importantes 10 pasos es que ellos, por muchos pasos que estaban dando, siempre caminan en círculos.
Rafael Santamaría

martes, 2 de diciembre de 2014

REAL O IRREAL; original de Rafael Santamaría

Muchas veces nos imaginamos como nos gustaría que fuera nuestra vida, a ese tipo de imaginación lo llamamos sueño; cuando ese sueño es demasiado fantasioso lo tildamos de irreal, y cuando ese sueño esta fuera de todo lo inimaginablemente posible lo catalogamos de enfermizo. Lo común a estos tres tipos de sueños es la etiqueta que estamos acostumbrados a ponerles, es decir, que lo etiquetamos todo para creer que así lo entendemos.
Si nuestros sueños son reales para nuestra mente, ¿por qué para nosotros no? La mente se haya limitada por conceptos (lo juzga todo y a todo lo pone una etiqueta) para de esta manera verse incapacitada para poder desarrollar o hacer real todo lo que piensa, imagina, o sueña. Si la mente no estuviera limitada por los conceptos, no sabríamos distinguir donde están los límites de lo imaginario y lo real, ya que entonces ambas cosas serían lo mismo, y como consecuencia de esto, todo sería real al ser todo un producto de nuestra imaginación. Pero eso sería siempre contraproducente e impensable para aquellos que quieren gobernar nuestras mentes, pues una mente libre que no se auto limita y no está limitada acaba pensando por sí misma, y una mente que piensa por sí misma es ingobernable; y una mente ingobernable tiene tanta o más fuerza que las mentes que la intentan gobernar.
Es mejor entonces para nuestros gobernantes hacer como se hace con las motocicletas, es decir, limitar la mente a una “cilindrada” específica para que por mucho gas que se le dé, ésta no pueda correr más de lo que se la ha limitado que corra. Cuando lo normal sería que se nos enseñara desde pequeños a conducir la mente (motocicleta) para poder correr a la velocidad que cada uno quisiera por la carretera de esta vida  sin poner en riesgo nunca la integridad de los demás, en vez de no sólo limitar la cilindrada de nuestra mente con miedos y otros patrones y conductas de pensamiento adquiridos, sino que además se nos limita la velocidad (la forma de pensar) para que como a corderos, todos pensemos, si no de la misma manera, si de alguna manera que no sea un incordio para aquellos que intentan controlarnos. Eso sí, para contentarnos nos habilitan autopistas que están preparadas para correr: se nos dice una y otra vez a través de distintos medios que el potencial de nuestra mente es infinito, pero se nos insiste que de ciento veinte no podemos pasar: que hay cosas que no somos capaces de hacer.
Me enseñaron desde muy temprana edad a pensar en negativo, ese el pecado original de la humanidad, ¿qué cómo lo hicieron?, mostrándome sólo lo que hacía mal, eso es lo que me enseñaron a ver, o en su defecto, dando más importancia a lo que hacía mal que a lo que hacía bien. Así mi mente, por defecto, siempre de primeras pensaba lo peor (miedos); me costó mucho trabajo cambiar dicho patrón. Es como volver a nacer. Y nadie nace dos veces salvo aquel que quiere renacer a una nueva vida.

 Rafael Santamaría

jueves, 25 de septiembre de 2014

LA EXISTENCIA DE DIOS; original de Rafael Santamaría


LA EXISTENCIA DE DIOS; original de Rafael Santamaría
-Maestro; demuestreme la existencia de Dios?
-Hubo una vez un rey...
-Qué tiene que ver un rey con la existencia de Dios?, Maestro
-Hubo una vez un rey que era aficionado al buen arte de la escultura. Su destreza no era ni buena ni mala, pero al ser el rey, nadie se atrevía a opinar acerca de los bustos que hacia. Un día, lleno de envidia por la fama que se había ganado merecidamente un escultor que residía a las afueras de la comarca, le mandó llamar ante su presencia y le dijo;
"Me he enterado que casi eres tan bueno como yo con tus manos. Te reto a que en tres días me construyas el mayor busto que jamás hayan visto mis ojos"
El escultor accedió. A lo que el monarca prosiguió:
"Pero lo harás tan sólo con tus manos. Sin utensilio alguno"
A lo que el afamado escultor replicó:
"Ni las manos más fuertes podrían esculpir una piedra. Eso es imposible"
De igual manera a ti te digo que "con las manos" del intelecto y la razón es imposible hacer lo que tú me pides: que te demuestre la existencia de Dios.
Rafael Santamaría

domingo, 14 de septiembre de 2014

NO TENGAIS DUDAS; original de Rafael Santamaría


No tengáis dudas, que la duda en sí es ignorancia; más bien albergar fe, que la fe en sí es sinónimo de sabiduría. Pues en el proceso de aprendizaje que es la vida no hay errores; ya que da igual cuanto os equivoquéis, o lo equivocados que penséis que estáis; pues quien aprende de sus errores, nunca se equivoca.
La misión que trae cada uno a éste plano es experimentar lo que ha venido a aprender y aprender de esas experiencias; y esa misión se repite y se repetirá una y otra vez hasta que llegue el día en que la última experiencia que tengáis que aprender sea la del “entendimiento” de lo qué ES el alma. Y no olvidéis que en el camino de la conciencia cada uno aprende de sus propias experiencias lo mejor que puede; así pues, que nadie juzgue a nadie, pues nadie ha de ser juzgado salvo por el Amor que nada juzga pues todo lo ama.
El alma, al encarnarse, es tentada una y otra vez a olvidarse de su propia identidad, y con el tiempo, el alma cede en su voluntad de saber quién ES abandonándose a los placeres de los sentidos; aquellos que sólo muestran la dicha de lo que es temporal y efímero: los placeres de éste mundo. Sumida entonces a la voluntad del ego: personaje con apellidos y nombre que cada uno representa en éste plano, el alma (el hijo) se olvida del Padre (del Espíritu de lo Eterno); y así, cada uno, según sea su grado de ignorancia o aturdimiento, ha de recuperar la memoria espiritual en la escuela de la vida.
Y es con cada experiencia, bajo la tutela del aprendizaje, como cada uno acumula las piezas del conocimiento que ha ido consiguiendo encarnación tras encarnación, y poco a poco, al ir combinándolas, la silueta de ese puzle incompleto que es su alma, va tomando forma según su conocimiento se acerca más y más a la Verdad; a esa Verdad que es Dios en cada uno de vosotros.
Y mientras el hombre no camine por el sendero del conocimiento, la enfermedad le recordará que es un enfermo mientras no profundice en su propio destino: llegar a Ser uno con Dios. Así pues, la enfermedad tan sólo es la manera a través de la cual el cuerpo os invita a tomar conciencia de lo enfermo y perturbado que está vuestro corazón. Y recordad, que aunque la gran biblioteca del saber está en el alma, sólo los puros de corazón entienden y tienen acceso a dicho conocimiento. Pues todo lo que un hombre puede llegar a saber de Dios está en su corazón.
Si la mente del alma es Dios, los pensamientos del alma son el amor. Así pues, por cuanto vuestra mente no esté en la mente de Dios: el alma, vuestros pensamientos no serán los pensamientos de Dios: el amor. Fijar pues, toda vuestra atención, toda vuestra energía, toda vuestra mente, en vuestro interior, para que todo lo que salga de vosotros venga desde lo más profundo del corazón; y por cuanto hagáis esto, la enfermedad no tendrá enfermo en donde coexistir; pues un corazón puro no enferma si no es por falta de amor.
Y no os dejéis engañar por todo aquello que no existe más allá de la muerte; pues carece de sentido una vez abandonado este cuerpo, y con ayuda de la fe, ser constantes en vuestro cometido; pues si la fe mueve montañas, ninguna montaña estará segura en su sitio mientras vosotros sigáis teniendo fe. Ya que el enfermo es aquel hombre que se ha alejado de su propósito en esta vida, y la enfermedad, es la oportunidad que tiene el hombre de comprender que está enfermo, es la oportunidad que tiene el hombre de comprender que se ha alejado del aprendizaje que tiene como misión en esta vida. Todo cuanto le sobreviene al hombre es todo cuanto el hombre ha de aceptar para poder evolucionar. Cuando se discrepa de la voluntad del alma, cuando se discrepa de los designéos divinos, el hombre se revela como hombre y muere víctima de la enfermedad que no es otra cosa que una manifestación más de la ignorancia. Pero cuando el hombre vive por y para su constante evolución, el alma, una vez terminada su misión, se despoja de la materia que es el cuerpo, sin dolor, sin sufrimiento, sin enfermedad aparente. 
Aquel que trata sólo la enfermedad, aquel vivirá ligado a los síntomas, y los síntomas son sólo apariencias externas de algo interno. Pero aquel que profundiza en su interior a través los síntomas externos, aquel hace de su enfermedad el conocimiento interno que le llevará a comprender mejor quién Es.
El destino no es más que el uso que hacéis del aprendizaje que es vuestra vida; así pues, aquel que encuentra su destino, aquel encuentra sentido a su vida; y aquel sabrá entonces, que no hay más vida que la vida que hay detrás de la muerte.

Rafael Santamaría

jueves, 11 de septiembre de 2014

EL PASEO; original de Rafael Santamaría



En cierta ocasión, hace ya muchos años, al terminar mi jornada me fui a pasear; era pronto, y me podía permitir el lujo de volver andando; aún así, busqué la excusa de decir que tenia que ir a hacer un recado para salir de mi rutina y darme aquel paseo.
Al principio caminé sin saber hacia dónde caminaba, me recordaba a los primeros años de mi vida adolescente; luego, me dejé llevar sobre mis propios pasos sin saber a dónde me dirigía (seguía recordándome a mi vida) para acabar caminando por inercia. Entonces buscando un banco me pare, me pare para sentarme y meditar hacia donde quería llevar mis pasos (los pasos de mi vida), es decir, cuál era la dirección exacta de la excusa de aquel paseo. Y cuando la supe, me incorporé y me puse a caminar de nuevo. Tome rumbo hacia una tienda aunque sabia de antemano que por la hora que era estaría cerrada cuando llegará. Pero lo importante era el paseo; lo importante era salir de la rutina.
Al principio empecé a caminar pensando, pero siempre pensaba en lo mismo; y para estar pensando en lo mismo que pensaba todos los días no había tomado yo la determinación de darme aquel paseo, así que dejé de pensar. Entonces me fijé en el paisaje que me acompañaba, él consiguió distraer mi atención lo suficiente como para hacerme olvidar todos mis pensamientos.
Mientras caminaba deleitandome la vista con aquel paisaje nuevo para mi conocí a alguien, a alguien que decía ser yo, pero que yo no reconocía cómo yo. Empezamos a hablar, más bien él hablaba y yo escuchaba, y al final acabamos intimando. Me habló de mi, de mis verdaderos sentimientos; de mis sueños escondidos, y de mis miedos. Aquel "tipo" me conocía muy bien, parecía uno de esos videntes que te describen cómo eres con sólo ver tu palma de la mano. Yo le escuchaba como cuando oyes narrar a alguien sus extraordinarias "hazañas" para abrirse paso en la vida. Me contaba cosas a las que no daba crédito pero que sin embargo sabia que eran verdad. Me sorprendía oírle, a la vez que me entristecia; "por qué no te habría escuchado antes", llegué a pensar más de una vez; pero supongo que él (quién quisiera que fuera él) siempre estuvo ahí, en mi corazón, sólo que yo, no siempre estuve allí: en mi corazón.
Al reconocer sus palabras como ciertas acepte la verdad de mi vida y de mi propio ser, fue entonces cuando noté como el corazón me empezó a latir de nuevo. Aquel latir supuso un nuevo bautismo en mi vida. Fue como una segunda oportunidad.
Al llegar a casa, tome prestado de mi memoria los momentos más importantes de aquel paseo, y por lo que recordaba de aquella conversación me di cuenta que había estado hablando conmigo mismo.
Por primera vez en mi vida me había escuchado sin juzgarme, gracias a aquello, se me brindó (me di) la oportunidad de empezar a conocerme.
Más tarde, mucho más tarde, entendí que quién escucha sin juzgar a alguien está amando a la persona a la que escucha; de lo que deduje que aquél día, en aquel paseo, empecé por fin a amarme de nuevo.
Ahora cada vez que paseo ya no hablo solo, pues reconozco en mi esa voz que me habla; que no es otra voz que la mía cuando consigo escucharme a mismo.
Rafael Santamaría

sábado, 6 de septiembre de 2014

A LOS BUSCADORES DE LA VERDAD; original de Rafael Santamaría

Puesto que cuando nosotros soñamos no discernimos si estamos soñando o no hasta que despertamos (ya que mientras soñamos nuestro sueño nos parece real); y considerando que somos un sueño dentro de ésta vida: ésta vida en forma de sueño que se proyecta como una realidad en la infinita pantalla mental de Dios mientras Él sueña con nosotros, se podría decir entonces que somos un pensamiento, un sueño de Dios vivo en su propio Sueño. Por qué entonces Dios puede soñar con nosotros y a nosotros nos cuesta tanto soñar con Él? Lo primero es que no podemos soñar con Él, sino en Él, matiz importante; lo segundo, es que Julio Verne podía soñar con todos y cada uno de sus personajes mientras les daba vida en sus visionarias novelas, pero cada uno de esos personajes, siendo una parte intrínseca de su creador, jamás podría decirse que son el Creador mismo. Por eso Julio Verne podía soñar con todos ellos y darles vida en su mente (para más tarde plasmarlo en sus libros), mientras que ellos (siendo parte de él) no podían soñar con Él.
Más a diferencia de los personajes escritos por Julio Verne, se nos ha dado la capacidad de darnos cuenta de que somos un sueño, una ilusión creada por una Mente que va allá de todos nuestros conceptos mentales. Cuando el pensamiento (la mente) deja de pensar por si mismo, deja de manifestar su individualidad a través de su propia ilusión (su propia mente), es entonces cuando está preparado, y no antes, para poder ser absorbido por la Mente de la que proviene y fundirse en Ella (soñar en El)
El yo se manifiesta en el mi a través de sus creaciones. Si vives enfrascado en la engañosa envoltura del mi: mis hijos, mi trabajo, mi coche, mi casa, mis pensamientos, mis emociones, etc; nunca podrás ser consciente ni tomarás conciencia del yo que las ha creado (conócete a ti mismo). De la misma forma al ser cada uno de nosotros un "mi": un sueño de Dios, una creación del Yo Creador, y vivir su creación separada de Él (del Yo que la creo) pues vivimos absortos en la más absoluta individualidad del "mi" creyendo que tal forma de vida es la única y verdadera, nunca podremos conocer a nuestro gran Yo, ése Yo que nos creo y del que formamos parte inseparable de Él.
Rafael Santamaría

martes, 26 de agosto de 2014

LA VERDAD; original de Rafael Santamaría

-Maestro, qué busca aquel que se halla buscando la verdad?
-A sí mismo fuera de sí mismo.
-Y aquel que la encuentra?, Maestro. 
-Aquél ha encontrado la verdad en sí mismo.
-Entonces, qué es la verdad?, Maestro. La verdad es uno mismo?
-La verdad, cuando es mente, es todo aquéllo que tu mente te haga creer que es verdad. 
-Y cuándo no es mente?, Maestro 
-Cuando no es mente, entonces es la verdad. 
-Entonces Maestro, la mente nos engaña?
-Tus pensamientos te engañan. 
-Y la mente no?, Maestro.
-La mente es atención. Cuando tu mente está en tus pensamientos, tu mente se está dejando influenciar por tus pensamientos. 
-Maestro, pero no es la mente la que piensa? 
-Si tu mente es la que piensa, entonces quién eres tú? 
-Yo soy mi alma; usted lo ha dicho. 
-Si tú eres tu alma, y tu mente según tú es la que piensa, cómo te explicas entonces que lo que piensa tu mente pueda afectar a tu alma?
-Porque mi alma está identificada con mi mente?, Maestro 
-Casi, porque tu alma se halla identificada con tus pensamientos a través de tu mente. Si tu mente en vez de fijarse en los pensamientos centrase su atención en el alma, verías esta vida desde otra perspectiva. 
-Y cómo puedo fijar mi atención en mi alma?, Maestro 
-Recogiendo la mente en sí misma.
-Y cómo se hace éso?
-Recogiendo el poder de tu atención, tu mente, y llevándolo hacia el interior. 
-Hacia qué interior? 
-Hacia el interior de uno mismo.
-Y dónde está ése interior de uno mismo?, Maestro
-En el silencio interior.
-Y dónde está ése silencio interior?, Maestro 
-En la paz de tu alma. Cuando el alma deja de identificarse con los pensamientos a través de la mente, el alma se halla de nuevo en paz, deja de sufrir, se ha encontrado a sí misma; tan sólo hay que invertir la dirección de la mente, la dirección del poder de nuestra atención, para que el alma vuelva a encontrarse en paz, vuelva a encontrarse consigo misma. 
-Si pero, y a dónde llevo la atención de mi mente para que mi alma deje de identificarse con los pensamientos? 
-A tu respiración. Haz que tu respiración sea mente. 
-A mi respiración!, Maestro.
-Si, a tu respiración. Cuanto más observes tu respiración ésta, al igual que tu mente, más silente se volverá; hasta que llegará un momento en que desaparecerá, al igual que tus pensamientos. Entonces el alma, libre de todas sus ataduras: libre de la mente, y libre de la respiración con que se halla sumisa la mente, decide a voluntad si quiere volver a identificarse con la mente y "respirar": creer que necesita de la respiración para poder seguir viviendo identificándose a través de la mente con el pensamiento de que ella es el cuerpo que habita, o vivir en la inmensidad de su propia conciencia.
-Pero, y qué tiene que ver la respiración con el alma?, Maestro 
-El alma necesita respirar para vivir? 
-Para ser ella misma no, pero para desenvolverse en éste plano material a través del cuerpo físico sí.
-Y tú quién quieres ser: tu alma, o la identificación de tu alma con éste plano físico? La respiración hijo mío, es el cordón umbilical que ata tu alma a éste cuerpo físico mientras tu alma siga creyendo que necesita de ése cordón para poder vivir porque se encuentra identificada con el pensamiento: yo soy éste cuerpo, y con todos los consiguientes pensamientos que se derivan de éste primer pensamiento.
-Maestro, pero si mi cuerpo deja de respirar me muero. 
- Todo es pensamiento, hijo mío; dime sino quién muere?: el pensamiento de que necesitas respirar identificado éste con la forma corpórea de tu cuerpo, o la conciencia de tu alma? 
-El pensamiento de que soy un cuerpo y necesito respirar, Maestro 
-La existencia como realidad de ése cuerpo físico que habitas está sujeta únicamente al pensamiento de que tú eres ése cuerpo. Cuando ése pensamiento se desvanece por la falta de identificación con él, surge una conciencia presencial libre de todo pensamiento. Surge la verdad. Pero dime: dónde está para ti la verdad? Qué te dice tu intuición? 
-Qué está más allá de todo lo que conozco? 
-Así es. Está más allá de todo lo que conoces porque tan sólo conoces las cosas a través de tus cinco sentidos y el poder de tu razonamiento. Debes calmar tu corazón calmando tu mente y tu respiración. Cuando tu corazón se encuentre en paz, él te llevará al conocimiento de las cosas más allá de tus cinco sentidos.
-Y qué es más importante Maestro, la mente o el corazón? 
-Todo lo que es importante para tu mente es importante para tu corazón. Para qué los divides si ambos van juntos y son uno sólo? No te das cuenta de que al dividirlos aparece en ti el sentimiento de individualidad, y éste no es otra cosa que el origen del pensamiento yo soy éste cuerpo? 
-Pensaba que el corazón era prioritario. 
-Quién pensaba que el corazón es prioritario, tú: tu alma, o tu ego: tu forma de pensar basada en la individualidad de las formas? Hijo mío, todo pensamiento lleva al error cuando éste procede de la interpretación de las cosas. Todo es mente, todo es la atención que pongas sobre tus pensamientos.
-Y cuándo la atención, la mente, no la centramos en nuestros pensamientos?, Maestro 
-Entonces la mente está en silencio, y la atención, la mente, se vuelve conciencia presencial. 
-Y Maestro, qué es la conciencia presencial?
-Hijo mío, algún día entenderás que cuando la mente, el ego a través de la mente, deja de interpretar, de opinar, de razonar, de buscar motivos..., no es, y nunca ha sido, la "intérprete" de cada situación de tu vida, como hasta ahora viene sucediendo, sino que ella es por derecho propio el "compositor", el creador de cada momento de tu vida. Tu alma ha venido a expresarse a través del potencial de la mente, y no ha exclavizarse en torno a sus juicios y deseos. Y ésta es una parte de la verdad que deberás descubrir antes de hallar ante ti la verdad. 
Rafael Santamaria

lunes, 25 de agosto de 2014

A MIS HIJOS; original de Rafael Santamaría

-Cuanto más tiene el hombre más pobre es, pues es su deseo de tener lo que lo empobrece.
-No te entiendo, papá.
-Yo tampoco.
-Fijaros si no en aquellos que empezaron no teniendo nada: lo "amargamente" felices que eran, y cuando obtuvieron lo que ambicionaban, cuan vacíos se encontraron al no poder llenar con la materialización de sus deseos banales las arcas de la felicidad.

En la continua búsqueda de ése "algo más" que ansia todo ser humano para poder ser feliz siempre se encuentra el hombre, más tarde o más temprano, vacío ante todo "eso" que él creía que le podía hacer feliz (se encuentra vacío ante toda ésa felicidad que pensaba que podría obtener a través de la satisfacción de sus deseos), ya que el limitado mundo de las formas (la materia) no puede satisfacer nunca los anhelelados "deseos" del alma por reencontrarse con su Hacedor; pues he ahí, ciertamente, la verdadera felicidad.
El materialismo, y su primogénito: el consumismo, agotan poco a poco las escasas y ya difusas, para el hombre, fuentes espirituales con las que verdaderamente se alimenta la felicidad de nuestros corazones; pues el hombre quiere siempre lo que no tiene al sentir siempre un vacío que no sabe cómo llenar con lo que tiene.

-Papá, por qué muchas personas no son felices con lo que tienen? - me preguntó en cierta ocasión mi hija.
-Porque lo que tienen no puede hacer feliz a sus corazones.

Y así de nuevo me viene a mi mente la misma frase: cuanto más tiene el hombre más pobre es (más vacío, espiritualmente hablando, se siente)
Un alma vacía de Espíritu es siempre un alma pobre, y un alma pobre no deja de ser nunca una pobre alma.
Es el querer tener: la expresión física de nuestros deseos, lo que retroalimenta a nuestro ego no dejando así escapar al alma de la finitud de la prisión corpórea que le supone su identificación con el cuerpo.
Es así que el deseo, condicionado por el materialismo, "aturde" al alma. Y tan grande es la ensoñación con la que sueña el alma a través del cuerpo físico, que ya no sabe el alma ni quién es, ni a qué ha venido a éste plano debido a la intensa atracción "cegadora" que crea constantemente a través de la mente la conciencia corpórea (o ego) hacia los objetos de su deseo.
La primera vez que oi decir de mi hijo en tono censurador: "Papá, estás amargado!" (Jamás he reprimido el que mis hijos se expresarán si al hacerlo no perdían la compostura) No pude sino darme cuenta de cuan grande era mi "tristeza" al ver que constantemente enfocaba mi atención tan sólo en aquello que deseaba y no tenía mi conciencia corpórea. Y efectivamente, reflexionando, estaba amargado (mi ego estaba amargado. Aunque sin duda ésta es, muchas veces, una condición sin ecuánime de nuestro ego)
La mente atrae hacia tu vida lo que piensas, por ello siempre eres atraído hacia toda clase de cosas físicas ya que vives pendiente de tu cuerpo físico; si vivieras más pendiente de tu alma, ten por seguro que otro tipo de cosas atraerías a tu vida.
Pero..., cómo puede vivir un hombre más pendiente de su alma que de los pensamientos de su mente?; fácil, mi querida alma hermana: SE TÚ, y no lo que tu manipulada mente quiere que seas a través de sus pensamientos para al final acabar no siendo nada.
Olvida toda ambición mundana si tu deseo es empezar a recordar aquellas riquezas que por derecho le pertenecen a tu alma.

-Papá, cuáles son los tesoros del alma?- me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
-Aquellos que busca el corazón del hombre en las formas materiales de éste mundo sin darse cuenta de que anidan en lo más profundo de su Ser.

El hombre que intenta poseer todo lo que cree que es suyo acaba sufriendo, antes o después, la pérdida de lo que nunca le perteneció. De ahí que el despertar espiritual suele empezar a manifestarse en aquellas almas que han padecido la pérdida inesperada, física o sentimental, de un ser querido, ya que no es sino a través de una "pérdida" como el corazón puede empezar la desintoxicación mental que tiene hacia sus apegos.

-Papá, tú echas de menos a alguien?- me preguntó en cierta ocasión mi hijo cuando veníamos de dar el pésame a unos amigos que habían sufrido la pérdida de un ser querido.
-Si, a mi, solamente a "mi".
-A ti?
-Sí a mi, a un yo muy especial basado en el amor que todos llevamos dentro. Y no sabes cuánto a veces puedo llegar a extrañarme.
-Y a mi no me echas nunca de menos?
-Tú siempre estás aquí - dije tocándome la zona del pecho donde se asienta el corazón - en mi corazón hijo mío; por eso cada vez que me extraño a mi, también te extraño a ti.

La meditación, o el hecho de meditar, es tan difícil como nuestro ego, nuestra mente identificada con el cuerpo, quiera que sea; sin embargo, es la única forma de romper los sutiles lazos que crea la ilusión de nuestro ego de que sólo somos un cuerpo, y de que ésta vida es la única vida que existe.
Todo lo que en esta vida queramos alcanzar tiene la compleja tarea de llevarse a cabo a través del auto dominio mental. No se puede dominar la mente si no es retomando el control de la atención (mental) y llevando a cabo una continua observación (auto análisis) de nuestros pensamientos.
Lo fácil requiere poco adiestramiento mental, pero lo que para nuestra mente ha sido catalogado como difícil, requiere el noble desafío del constante enfrentamiento a nuestros miedos; éstos, nuestros miedos, no son más que auto limitaciones impresas en nuestro subconsciente que hacen que veamos las cosas difíciles o imposibles.
Al miedo sólo se le vence cuando uno se da cuenta de que el miedo no es suyo aunque esté ahí (Una vez tuve miedo porque pensaba que el miedo era mío)

-Papá, tú por qué no tienes miedo?- me preguntó en cierta ocasión mi hija.
-Cómo quieres que tenga algo que no es mío?, hija mía.

El hombre es víctima de sus deseos y del apego que tiene hacia éstos. Tanto es así, que con la llegada de la muerte física, al alma, aún identificada con el último cuerpo que habitó, se le busca (su propio karma le busca) otro cuerpo para que pueda satisfacer así los deseos terrenos que no consiguió materializar antes de su muerte (El alma, en sintonía con el último cuerpo físico que habitó, es atraída por su karma hacia éstos deseos)
Dicho de otra manera, el cuerpo físico sólo "se crea" (sólo viene de nuevo a éste plano) ante la necesidad de satisfacer los deseos incumplidos de vidas ulteriores; pues de qué otra manera si no se sentiría atraída el alma a éste plano material si no es porque aún está identificada con la conciencia corpórea, y ésta a su vez aún anhela el plano sensorial de los placeres y las formas físicas?
El deseo se transforma en deuda (karmica) cuando a través de la acción, nuestros actos, sumisos a la voluntad de nuestros deseos, contradicen la voluntad divina o acción correcta. Y es que el alma no desea nada, pues todo lo tiene; ya que no necesita nada para Ser quien ya es.

-Papá, cómo puedes saber si lo que has hecho es lo correcto?- me preguntó en cierta ocasión mi hija.
-Cuando la conciencia de mi corazón no tiene dudas, entonces hija mía sé que he hecho lo correcto.
-Papá, y qué es la conciencia?
-Esa vocecita interior que procede de nuestra alma y que sólo escuchamos cuando nuestra mente está en silencio.

El alma también se puede liberar de su conciencia corpórea a través de la acción correcta. Por el contrario, puede quedar atrapada, como así sucede, en la rueda karmica de las reencarnaciones a través de sus acciones incorrectas (influenciadas éstas siempre por insaciable "sed" del ego)
Algo que olvida con facilidad el hombre es que los deseos nunca satisfacen al que sueña con ellos, pues una vez se obtiene de ellos lo que se busca, éstos dejan de tener el interés con el que fueron la fuente de deseo; y siempre aparece un nuevo deseo que nos ciega para mantenernos en la oscuridad de la ignorancia de nuestro ego.
Todo deseo siempre ofrece un halo de inevitable atracción permanente hasta que uno no se libera de él satisfaciendolo: agrandando así a su ego, o deshaciéndose de él en su mente: venciendo la tentadora voluntad de su ego hacia ése deseo.

-Papá, cómo se puede vencer a la mente?- me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
-No haciéndola caso.
-Y cómo se hace eso?
-Retirándole toda tu atención.

El ego hace que la mente, nuestra mente, está esteriorizada (y el corazón también) a través de nuestros cinco sentidos; es decir, ambos: corazón y mente, están más pendientes de todo lo que sucede "de puertas afuera", que en el interior de nosotros mismos; pues es sólo despertando nuestro sexto sentido: la intuición, como se puede interiorizar la mente armonizandola con nuestra alma.
Al estar nuestro corazón al servicio de la mente, debido a la constante identificación del alma con el cuerpo (ego), nuestro corazón se llena de egoísmo, vanidad, soberbia y orgullo, sentimientos éstos subordinados a los pensamientos de una mente comandada por el ego.
Cuando el alma se desprende de todos los deseos que le pide el cuerpo, el corazón se libera del yugo de la mente, y la mente al fin se encuentra de nuevo al servicio del alma (como en los orígenes de la creación); y con una mente libre de ego, el alma puede materializar cualquier cosa a través de la mente.
Al desprenderse el corazón de la semántica del lenguaje que tiene toda mente "infectada" de ego, el corazón se halla libre del léxico que emana de todo deseo; es lo que se llama tener un corazón puro.
Si se pide con ese corazón libre de todo deseo, cualquier cosa que se pida se materializará.
Lo que sucede en ésos casos es que un corazón puro no suele ser un corazón pedigueño a título personal.
Sólo cuando te has desecho de aquello que tu ego te "impone" hacer, es cuando estás preparado para llevar a cabo lo que tu alma desea (ha venido a) hacer.
Un corazón lleno de amor no pide nada (no desea nada), ya que todo lo tiene; es nuestro egoísmo el que nos hace sentirnos vacíos de corazón, pues es nuestro egoísmo el que vacía poco a poco de amor nuestro corazón, y el que nos hace pedir (desear), a través de ése vacío, un sin fin de cosas que sin duda aún nos hace sentir todavía más vacíos.

-Papá, cómo se vacía el corazón de todo deseo material? - me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
-Amando.

Y puesto que el amor atrae más amor, no hace falta tener una gran mente o una mente virtuosa y brillante para llegar hasta Dios, sino sólo un gran corazón lleno de amor. Tanto es así, que al devoto que medita abstrayendo su mente de todo pensamiento tan sólo le bastaría con sentir su verdadero amor para poder llegar a Dios a través de su meditación.

-Papá, si como tú dices somos cuerpos de luz, por qué no vemos la luz de nuestros cuerpos?
-Dime una cosa hija mía: tú puedes ver la luz de tu habitación a oscuras?
-No.
-Y qué tienes que hacer para ver luz en tu habitación?
-Encender la luz.
-Pero eso no quiere decir que tu habitación no tenga luz, sino sólo que no está encendida; verdad?
-Sí, papá.
-Pues lo mismo pasa con el cuerpo de luz del hombre: para poder ver la luz del cuerpo primero tienes que encender su "luz".
-Y cómo se enciende ésa luz en el cuerpo?, papá
-A través del amor hija mía, pues el amor es la luz del alma.

Es por eso que aquel que busca meditar para encontrar a Dios ha de buscar antes su propio amor para a través de la expresión de éste encontrar a Dios en su meditación; pues si no, de cualquier otra manera tan sólo conseguirá, a lo sumo, dominar su mente, pero no hallará a Dios.
La mente oculta a Dios tras la continua aparición de pensamientos provenientes del juicio y la razón debido al incesante acumuló de deseos con que busca auto satisfacerse nuestro ego, pero aún cuando alguien pudiera detener su mente éste no encontraría a Dios si antes no descubre lo que es el verdadero amor. Sin embargo, encontrando el verdadero amor dentro de uno mismo el torrente continuo de pensamientos cesa al desaparecer los deseos, ya que el amor nada desea, pues Él ya todo lo ES.
Sólo el amor aporta en verdad la tan ansiada quietud mental.
Ama al Señor sabiendo que Él se encuentra en el corazón de cada ser humano por muy extraviada que se halle la vida de quien aún no vislumbre, como tú, el todopoderoso amor de Dios que yace oculto en cada átomo de la creación.
La materia, nuestro cuerpo físico, puede reducirse (convertirse) a energía (luz) con el simple control de la respiración.

-No se te corta la respiración cuando el amor te viene de dentro?; papá- me dijo mi hija en una ocasión.
-Si hija mía, así es.
-Y no sientes cómo si flotaras?
-Si, yo también siento como si flotara hija mía.
Por el tipo de preguntas creo que le empezaba a gustar un compañero de clase.
-Y papá, cómo puedo retener ésa sensación?, casándome?
-No crees que eres un poco joven para eso?
-Entonces cómo?
-Amando a Dios.
-Sólo?
-Sólo.
-Y amando a un chico no?
-Si amas al hijo de Dios que hay en el interior del corazón de ése chico también.
-Ah!, vale; menos mal.

Sé que el verano de la auto realización en Dios sólo llega después de vivir en todo su esplendor la primavera espiritual del alma; así pues, tras vivir interiormente el otoño de la vida: aquel que se inspira deshojando los vagos recuerdos que aún se tienen de quiénes Somos (hijos de Dios); después de un invierno de soledad: de convivencia con uno mismo en las más duras y adversas circunstancias climatológicas que puedan deparar la propia ignorancia que tiene el hombre de si mismo; llega la tan ansiada y ferviente primavera espiritual (del alma) que espera siempre latente en el interior del corazón de cada uno de nosotros con su amor y desbordante alegría.

-Papá, qué observas tan meditabundo?- me preguntó en cierta ocasión mi hijo.
-Hoy como siempre hijo mío, me asomo por la ventana de mi corazón y veo que al fin ha llegado la primavera. Es que acaso tú no la ves?
-Qué primavera?, papá; si estamos en invierno.
-La del alma hijo mío, la del alma.
-Papá, es que no lo sabes!; para poder ver lo que tú ves, hay que tener el corazón que tú tienes.

"gracias"

Rafael Santamaria

martes, 29 de julio de 2014

LA LIBERACIÓN; original de Rafael Santamaría

 No eres más que una conciencia llena de apegos que intenta deshacerse de sus lazos corpóreos a través de la realización espiritual que acomete cada día con las experiencias que le marcan la pauta del aprendizaje a seguir para liberarse de su ego. Tu conciencia siente que está confinada en un cuerpo porque es lo que le han hecho pensar desde siempre. No ve ni siente más allá de lo que hace a través del cuerpo que habita. A ése cautiverio de constante identificación mental con el cuerpo se le conoce como ego. Cuando llega la muerte, la conciencia se ve obligada a abandonar forzosamente el cuerpo. Sin otro particular conocimiento que los apegos a la forma física que habitó y al mundo material en donde vivió, la conciencia se va de éste mundo casi como vino; pero no son sino los deseos que aún guarda la conciencia y el pobre bagaje de su aprendizaje espiritual los que la llevan a volver de nuevo al mundo material bajo otra forma, otro cuerpo distinto al que habitó por última vez, para resolver encarnación tras encarnación el entramado de su esencia. El mundo sensorial que experimenta nuestra conciencia a través de los sentidos cada vez que se encarna en un cuerpo físico, la lleva una y otra vez a consumir la energía vital (de la que principalmente se alimenta nuestro cuerpo físico) en el campo emocional de la vida, gobernado éste por nuestras reacciones. Para nuestra conciencia apegada al cuerpo (ego) nada es indiferente, pues todo se lo toma a título personal haciendo de cada situación de la vida un acontecimiento especial al juzgarlo desde una perspectiva mental asociada a su forma de pensar. Expresándose (y también no expresándose: "tragandoselo") a través de las reacciones, el mundo emocional en el que vive nuestra conciencia es todo su mundo; un mundo lleno de altibajos difícilmente gobernable por una mente inquieta subordinada al juicio y la opinión. Sumisa a sus propios instintos emocionales nuestra conciencia cae una y otra vez en el arquetipo de la reacción condenandose así al exilio del mundo espiritual del que procede. La conciencia va a la deriva emocional a través de una mente sin control. La observación de la mente ayuda al control de tu mente. Cuando el control de la mente se torna quietud a través de la concentración, el misterio de lo que somos se revela ante nosotros como una paz interior que emana desde los más profundo de nuestro ser. Antes esa paz, el hombre primero se postra para luego más tarde erguirse al reconocerse en ella. Una vez que la conciencia del hombre se reconoce en ésa paz, el amor divino que emana de su alma inunda su corazón. En el momento en el que el amor que hay en el corazón del hombre es igual al que hay en su alma, el ego se desvanece por completo y el hombre al fin se libera de la incesante sucesión de nacimientos y muertes en las que se hallaba atrapado por su constante identificación con su conciencia corpórea.
 Rafael Santamaría

domingo, 20 de julio de 2014

EL ESPEJO; original de Rafael Santamaría



Ajeno a tu perspectiva mental del bien y del mal, ajeno al carácter que constituye tu personalidad, ajeno a todo lo que te produce dolor, enfermedades o por el contrario bienestar, ajeno a todo éso y mucho más se encuentra una paz que mora en ti, la cual no conoces no porque no esté presente ti, sino porque hasta ahora no te has tomado la molestia de conocer.
Esa paz no es más que el espejo donde Dios se observa cuando se contempla a sí mismo a través de ti. 
Cuando ése espejo se vuelve hacia los demás, hacia lo externo, nuestro ego no permite que nuestra paz interior se manifieste: no permite que haya paz a través de los juicios y opiniones que vertimos sobre los demás, y por ende, de ésta manera nuestro ego no permite que Dios se contemple a través de nosotros: que Dios se manifieste a través de nosotros; es entonces cuando nos vemos reflejados en los demás sin darnos cuenta de que los defectos que tan tajantemente rechazamos en los demás a modo de crítica, o las virtudes que tanto admiramos y ensalzamos en otros no son más que nuestros propios defectos o virtudes reflejados en el espejo que proyectamos cuando nos contemplamos en los demás: cuando nos proyectamos en lo externo. 
Sin embargo, cuando nos contemplamos a nosotros mismos nuestro espejo se interioriza, y cuánto más profunda se vuelve ésa contemplación a través del más incólume silencio interior, más nítido es el reflejo de Dios en el espejo de nuestra calma interna.
Quien mantiene ésa calma interior en éste mundo lleno de tribulaciones conoce a Dios, y por ende, Dios le conoce a él. 
Somos como espejos que cuando se enfocan en lo externo sólo conocen o proyectan lo externo, y viven en el limitado mundo de los pensamientos originados a través de una mente obtusa dominada por nuestro ego; ése espejo entonces se vuelve opaco a una luz interior que vive en cada uno de nosotros y que es el reflejo del espíritu de Dios en nosotros.
Pero cuando ese espejo se interioriza, del basto mundo interior enama una luz que hace de nuestro espejo un reflector de paz a la vez que se vuelve traslúcido e inmutable ante la dualidad y las tribulaciones que constantemente nos asaltan en éste mundo material. Nada te perturba entonces, y ya nada te puede perturbar.
Sí sólo ves lo que quieres ver, tú espejo, tú mente, está limitado por tu forma de pensar. Cuando el espejo, la mente, se limpia de todo pensamiento, la mente no conoce límites porque en ése espejo, en ésa mente, todo se refleja (y no sólo una parte: la parte que tu ego quiere ver, la parte que tu ego quiere o le interesa que se refleje); y será entonces cuando tu espejo no conocerá los límites impuestos por el ego, y será entonces cuando tú espejo se hallará preparado para reflejar la gozosa paz interior que anida en ti.
Sí pudiéramos conocer la paz que hay en todas las cosas, conoceríamos a Dios.
Si pudiéramos vivir en él corazón de todas las cosas, viviríamos en Dios.
Rafael Santamaría

miércoles, 18 de junio de 2014

Yo Soy Conciencia; original de Rafael Santamaría



La conciencia es presencial; es el Yo Soy (conciencia). La mente es pensamiento, es ego; es la identificación con yo soy esto, yo soy es aquello, yo pienso esto, yo soy así...; a través de cada uno de nuestros pensamientos.
La conciencia todo lo abarca según se expande a través de Si misma. La mente está limitada por sus propios pensamientos.
Cuando obras a través de tu forma de pensar, obras condicionado por dicha forma de pensar. Y de quién es ésa forma de pensar?, es tuya, o te has identificado con ella para construir a través de ella el yo soy esto, el yo soy aquello, etc (para construir el ego)?
Cuando se obra a través de la conciencia, de una conciencia no identificada con la mente, la acción no requiere ni busca recompensa o premio; no busca fin en sí misma; es decir, la acción no está condicionada por la búsqueda de un fin.
El hombre es mente mientras se encuentra subordinado a su actividad mental. Cuando la actividad mental cesa en el hombre, una conciencia, libre de toda identificación con la mente, surge a través de la paz interior que se halla más allá de todo pensamiento.
Cuando el hombre observa su mente lo hace a través de su conciencia.
El hábito de observar la mente despierta al hombre del sueño de su mente al descubrir que tiene una Conciencia libre de de todo pensamiento.
Cuando la conciencia ya no está identificada con la mente, entonces los deseos, las aversiones y los gustos o preferencias van desapareciendo de nuestro corazón dejándo poco a poco a nuestro corazón libre de todo condicionamiento.
Cuando el corazón se ha purificado de todo deseo, gusto o aversión, entonces, y no antes, la Conciencia está preparada para expandirse siendo ella misma a través de la esencia de su verdadera naturaleza: siendo amor. De no ser así, la conciencia no podrá expandirse debido a que el corazón aún está ligado a través de la mente a los condicionamientos que ésta le impone a través de sus deseos, gustos y aversiones.
Rafael Santamaría

lunes, 9 de junio de 2014

PAPÁ, TÚ POR QUÉ TE CASASTE?; original de Rafael Santamaría


-Papá, tú por qué te casaste?
-Qué yo por qué me casé?..., buena pregunta. Supongo que por experimentar lo que era estar casado, para llamar la atención de tus abuelos (paternos), por estatus, es decir, para tener un estado civil que parece que te da una posición social distinta a la de estar soltero..., es difícil de explicar hijo mío.
-No te casaste por amor?
-No, creo que no hijo mío; porque por amor he llegado a la conclusión de que no es necesario casarse.
-Entonces, si no te casaste por amor, por qué te casaste?
- Ya te lo he dicho.
- Pero, por qué?
- Tú, por qué te casarías con alguien? Dime.
- Pues por amor.
- Qué amor?
- Pues por amor, papá.
- Pero por qué amor?
- Yo me casaría con una persona si la amo.
- Tú me amas?
- Qué!
- Más de una vez me has dicho que me quieres.
- Vale, sí; te quiero.
- Cásate conmigo.
- Papá!
- Ah!, claro; perdón que soy tu padre. Osea que tú te casas no por amor a alguien, sino que te casas para..., mejor dicho, por la definición que tienes en tu mente de lo que tú llamas matrimonio. Y sabes qué?, que muy probablemente, si no tomas conciencia antes, te acabes casando por todas aquellas razones por las que a tu mente le gustaría casarse. No te casas tú, en verdad se casa tu mente. 
- Papá!, no te quedes conmigo.
- Qué son los celos?
- Qué celos?
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Papá!
- Te gusta alguna chica en el colegio?
- Si.
- Y a ella le gustas tú?
- Papá!
- Y a ella le gustas tú?
- No.
- Qué sientes cuando ves que la chica que te gusta se fija en otro chico?
- Duele!
- Dónde y cómo duele?
- No lo sé.
- Vale, está bien. Y tú crees que ese dolor que sientes es amor?
- Pues yo creo que sí.
- Pues no, te equivocas; simplemente te gusta. Es el hecho de no poder tener lo que te gusta lo que te hace encelarte con aquello que deseas y no tienes, y eso te acaba produciendo dolor. Cuando un deseo se convierte en una necesidad para tu mente, por el motivo que sea, no vamos a entrar ahora en detalles, tu mente no puede quitarselo de la cabeza. Si ese deseo hace referencia a una persona: hombre o mujer, tu mente lo idealiza a través de las similitudes que encuentra dentro de los esquemas mentales (archivos mentales) con los que ella ha aprendido (o le han enseñado) lo qué es una relación de pareja. Cuando tu mente idealiza una cosa, tu mente vive o pasa mucho tiempo, en esa cosa que ha idealizado; es decir, que no deja una y otra vez de dar vueltas, de pensar, sobre esa misma cosa. Si ése estado de idealización al que esta sometida tu mente corresponde con una relación de pareja, tu mente te hace sentirte enamorado a través de unas emociones que ponen en funcionamiento distintas partes de tu cuerpo. Tu enamoramiento surge por atracción hacia una persona cuando ésta te gusta por muchas cosas además de por su forma física; pero en el amor, en el verdadero amor, no hay gustos, ni formas ni atracción, es decir, no hay condiciones, no hay nada mental, sólo amor. 
- A mamá le has contado todo esto?
- Tú que crees?
- Que no.
- Verás; hace ya muchísimos años, una vez salió de puerto un gran barco dirección a las antípodas en busca de tesoros. Mucha gente se enroló en aquel barco pensando en los tesoros que prometía aquella gran aventura. Pero el viaje fue largo, muy largo, y cuando llegaron a su destino, no encontraron más que aborígenes de aquel lugar defendiendo su territorio.
- Así es el matrimonio?
- No tiene por qué, escucha: Muchos tuvieron que esperar a que el barco zarpara de vuelta para volver a sus casas, y cuando regresaron con las manos vacías, muchos les preguntaron que por qué habían ido hasta allí, si allí no había nada; a lo que más de uno respondió: "Siempre pensamos que allí habría algo. Y hasta que no llegamos allí y pudimos comprobar con nuestros propios ojos que allí no había nada, no supimos que en verdad no había nada allí". Hijo mío, todo estaba en sus mentes, y en lo que habían idealizado con aquel gran viaje. Ahora da igual lo que yo te cuente de por qué me casé y todo este rollo que te he metido, si tu mente te quiere hacer pasar por esa experiencia del matrimonio, tú buscaras, como hice yo, la persona más afín a tus condicionamientos mentales que te pueda ayudar a hacer realidad tu experiencia matrimonial; y hasta que no pases por esa experiencia, hasta que compruebes por tus propios ojos que quien se casa es tu mente, nunca entenderás mis palabras; pues sólo la experiencia da el conocimiento.
Rafael Santamaria

domingo, 8 de junio de 2014

ÉSO, NO ES AMOR; original de Rafael Santamaría



- Tú no me amas.
- No?
- No.
- Entonces, qué es éso que siento yo por ti?
- Éso que dices sentir tú por mi no es amor.
- Ya, pero si no es amor, entonces qué es?
- Son sentimientos que proceden de tu mente, y no de tu corazón.
- Mi mente puede sentir?
- Tu mente puede hacer todo lo que tú quieras que haga.
- Pues esos sentimientos se parecen mucho al amor.
- A qué amor?, al que tú crees que es amor y está en tu mente, o al amor de verdad?
- Y cómo es el amor de verdad?
- El amor de verdad está más allá de lo que tu mente piensa que es el amor.
- Pero tú me gustas.
- Pero eso no es amor.
- Y me caes bien.
- Éso, tampoco es amor.
- Pero si me caes fenomenal y siento que estamos hechos el uno para el otro!
- Sigue sin ser amor.
- Viviría contigo hasta el fin de mis días!
- Lo que me cuentas, es el esquema mental de lo que tu mente ha idealizado que es el amor. Para ti, para tu mente, mientras tú sigas identificado con tu mente, todas esas cosas juntas, y alguna más, son las que encienden el "led" de enamorado en tu mente. Pero eso, no es amor.
- Y una pregunta: tú me amas?
- Yo siempre te he amado.
- Y por qué nunca me lo has dicho!
- No tenía por qué, ya que siempre te lo he demostrado.
- Y por qué yo nunca me he dado cuenta?
- Porque no sabes lo que es el amor.
- Sabes lo que te digo?
- Qué?
- Que te amare, aunque para ello tenga que descubrir qué es el amor. Por dónde empiezo? 
- Por dónde empiezas el qué?
- Por dónde empiezo a buscar qué es el amor?
- Por ti.
- Por mi?
- Sí, por ti.
- Y por qué parte de mi empiezo?
- Empieza. Bastará con éso.
- Me esperarás?
- A qué te refieres?
- A que si me esperarás hasta que regrese de saber qué es el amor.
- Sabes que siempre estaré aquí, esperándote.
- Aunque tarde toda una vida en saber qué es el amor?
- Aunque tardes toda una vida en saber qué es el amor. 
- Éso que me acabas de decir es amor, verdad?
- Sólo cuando se dice con el corazón.
- Entiendo. Volveré.
- Lo sé.
- Y me esperarás aquí, verdad?
- Aquí mismo; como te he dicho antes.
- Cómo puedo saber que es verdad lo que me dices?
- Porque yo te amo.
- Y cómo sabes que me amas de verdad?
- Eso sólo se sabe cuando se conoce el verdadero amor. 
- Y tú lo conoces?
- Lo conozco de la misma manera que me he conocido a mi misma.
- Y dónde me esperarás?
- Cada 17 de octubre vendré a este mismo lugar; y a esta misma hora, aquí estaré esperándote hasta que caiga la noche.
- Y si no regreso nunca, porque nunca encontrara el amor?
- Eso no es condición para que yo deje de amarte, o para que no venga hasta aquí cada año a esperarte.
- Podría morir.
- El amor nunca muere, sólo muere el que espera algo del amor.
- Y tú, cómo encontraste el amor?
- De la misma manera que lo encontrarás tú; buscándolo; buscándote.
- Te echaré de menos.
- Y yo a ti.
- Sabes qué?; tengo miedo.
- De qué?
- De no encontrar el amor y de no volver a verte?
- Ése mismo miedo que ahora tienes tú es el que hace a la gente ser conformista haciéndola resignarse con un idea puramente mental de lo que es el amor, idea muy distinta de lo que realmente es el verdadero amor, tan sólo porque les asusta que todos sus esquemas acerca de lo que creen que es el amor se vayan al traste y se queden sin unas pautas mentales a seguir a la hora de poder "sentir", si se puede decir así, el amor que hay dentro de ellos cuando se imaginan a través de su mente que están enamorados de una persona. 
- Tendrás razón, pero entiendo perfectamente los motivos de sus miedos.
- No temas; tus miedos tan sólo están en tu mente. No son reales.
- Para mi sí.
- Para ti sí lo son porque aún estás identificado con todo lo que pasa por tu mente.
- Y qué puedo hacer?
- Observar tu mente.
- Y con eso es suficiente?
- Créeme si te digo que sí lo es.
- Entonces qué hago: busco el amor, u observo mi mente?
- Ambas cosas llevan a un mismo fin. Cualquiera que elijas para empezar tu búsqueda te llevará a la otra. 
- No estoy muy convencido de lo que me cuentas.
- Nada de lo que yo te diga podrá convencerte; sólo tu propia experiencia podrá despertar en ti tu conocimiento. 
- Y qué es el Conocimiento?
- La conciencia llena de sabiduría.
- Tú has adquirido el Conocimiento?
- Preocupate de adquirirlo tú más que de preguntar quién lo ha adquirido.
- Pero tú lo tienes?
- Encuentra el amor, y ése mismo amor cuando lo encuentres responderá a todas tus preguntas. Y al quedar todas tus preguntas contestadas habrás adquirido el Conocimiento.

Aquel hombre marchó no muy convencido ni de lo que tenía que buscar, ni de lo que tenía que hacer para encontrar lo que se suponía que debía buscar. 
Y tanto tardó en encontrar lo que iba buscando, que el tiempo pasó y pasó y no respetó los años que hicieron mella en ambos.
Habían pasado 40 largos años. Era 17 de octubre, y aquel hombre, convertido ya en un anciano, llegó hasta el lugar donde 40 años antes había iniciado su búsqueda; la búsqueda del amor.

- No pensé que estarías?
- Yo, sin embargo, siempre intuí que volverías. Lo encontraste?
- El amor?
- Sí.
- Sí, lo encontré.
- Dónde?
- Donde siempre había estado.
- Respuesta correcta. Es obvio que lo has encontrado. 
- No lo habría encontrado sin ti. Gracias.
- En verdad es él, el amor, el que se reencuentra con cada uno de nosotros cuando cada uno de nosotros nos demostramos a nosotros mismos, a través de haber expandido nuestra conciencia más allá de los límites de nuestro cuerpo físico, habernos preparado para descubrir el amor que llevamos dentro de nosotros mismos.

Rafael Santamaria