jueves, 28 de enero de 2010

AQUEL QUE VIO, MIRO Y SE CONTEMPLO; original de Rafael Santamaría


Como resurge de este playa lo que es asombroso e inaudito para el que lo ve, así resurgirá la voz del amor para aquel que la oiga, y su sonido, que es la armonia con que todo ser se integra en lo que Es, despertará a los vivos de corazón, a aquellos que la gloria de su salvación les hizo oir su propia voz: el amor.
A vosotros:

"Hubo una vez un hombre que se alejó tanto de Dios, que tomó como real todo aquello que le reafirmaba en su nuevo dogma, y así, se mantuvo por tiempo indefinido saboreando los placeres y sufriendo los dolores que la vida le servía en su particular modo de enterderse con ella; pero llegó el día en que hubo de rendir conceptos de si mismo ante la persona que decía amar, y no sabiendo cautivarla más que por lo que no era, rompió a llorar tras su fiasco sentimental; y aunque anduvo con los mejores psicólogos para tratar de superar su drama emocional, el vacio era tan grande que le sobrevino una muerte moral; pues toda teoría y modo de operar sembraba ya de dudas su realidad.
Y quiso entonces sentarse a dialogar consigo mismo, primero acompañado de un licor elaborado por su abuelo que mataba las penas, y viendo que tal compañía resultaba resacosa y que su eficacia se mantenía sólo mientras duraba su efecto, quiso reanudar su personal plática acerca de la vida alejándose de toda distracción para centrase mejor en su problema; y aunque no lo sabía, de aquella manera jugó a ser sabio y ondear en el conocimiento de la verdad que era; y con el tiempo, con ese tiempo que lleva impreso lo que dura una vida, llegó  a contemplarse así mismo, llegó a contemplar lo que era; y sin saber lo que veía y cómo lo veía, vio a Dios, a ese Dios que antaño rechazo por sistema, por negación y por vocación de su esnobismo; y viéndose en el espejo de la Verdad, viéndose como ese observador, como ese observador que se libera de su ego al contemplar la mente y sus pensamientos sin identificarse con el ente pensante, viéndose como lo que Es, como lo que su alma rechaza vivir y sentir: ese entramado de la mente y sus pensamientos, viéndose así descubrió que él es Todo menos lo que su mente le limita ser; y tras ese moribundo estado de conciencia latente reconoció al fin el proposito de esta vida, que no es otro que la gracia de vivir para sentir que se está vivo más allá de la muerte, y no así, lo que la falsa ley del hombre enseña como comunión con lo Divino: toda culpa  y error; pues se dio cuenta que la única forma que tiene el hombre de comprender, es tanteando con la experiencia de Ser la zona que limita todo sofisma de su verdad, y que el error, es el juego moral con el que el hombre se distrae y se aleja de lo que Es; y la culpa, la justificación de lo que cree que hace, de lo que no hace y de lo que le dicen que le queda por hacer.
Y qué decir de cuando Uno es la unidad perfecta integrada en el Todo; simplemente que nada importa de lo que aparenta tener sentido; y con esa conducta que libera al hombre de sus ataduras terrenales, paseó, antes de dejar esta vida, por cada lugar de la tierra que lo quiso recibir; y en uno de aquellos lugares en que su visita fue grata, encontrose con la mujer a la quiso conquistar en los años en los que su cautiverio emocional amaestraba su moral; y fijense como esta historia argumenta su verdad, que esta vez sin decirla nada, simplemente mirándola, la cautivo con el silencio de su mirada; ¡qué tendría aquella mirada que nada dijo y todo lo mostró!, pues sin más, aquella mujer le acompañó para buscar juntos donde morir sin levantar sospechas de su muerte.
Saquen ustedes su propia conclusión, yo, no digo nada; pues recuerden que aquel hombre no diciendo nada sabía lo que decía"

Rafael Santamaría
629 309 929