sábado, 6 de septiembre de 2014

A LOS BUSCADORES DE LA VERDAD; original de Rafael Santamaría

Puesto que cuando nosotros soñamos no discernimos si estamos soñando o no hasta que despertamos (ya que mientras soñamos nuestro sueño nos parece real); y considerando que somos un sueño dentro de ésta vida: ésta vida en forma de sueño que se proyecta como una realidad en la infinita pantalla mental de Dios mientras Él sueña con nosotros, se podría decir entonces que somos un pensamiento, un sueño de Dios vivo en su propio Sueño. Por qué entonces Dios puede soñar con nosotros y a nosotros nos cuesta tanto soñar con Él? Lo primero es que no podemos soñar con Él, sino en Él, matiz importante; lo segundo, es que Julio Verne podía soñar con todos y cada uno de sus personajes mientras les daba vida en sus visionarias novelas, pero cada uno de esos personajes, siendo una parte intrínseca de su creador, jamás podría decirse que son el Creador mismo. Por eso Julio Verne podía soñar con todos ellos y darles vida en su mente (para más tarde plasmarlo en sus libros), mientras que ellos (siendo parte de él) no podían soñar con Él.
Más a diferencia de los personajes escritos por Julio Verne, se nos ha dado la capacidad de darnos cuenta de que somos un sueño, una ilusión creada por una Mente que va allá de todos nuestros conceptos mentales. Cuando el pensamiento (la mente) deja de pensar por si mismo, deja de manifestar su individualidad a través de su propia ilusión (su propia mente), es entonces cuando está preparado, y no antes, para poder ser absorbido por la Mente de la que proviene y fundirse en Ella (soñar en El)
El yo se manifiesta en el mi a través de sus creaciones. Si vives enfrascado en la engañosa envoltura del mi: mis hijos, mi trabajo, mi coche, mi casa, mis pensamientos, mis emociones, etc; nunca podrás ser consciente ni tomarás conciencia del yo que las ha creado (conócete a ti mismo). De la misma forma al ser cada uno de nosotros un "mi": un sueño de Dios, una creación del Yo Creador, y vivir su creación separada de Él (del Yo que la creo) pues vivimos absortos en la más absoluta individualidad del "mi" creyendo que tal forma de vida es la única y verdadera, nunca podremos conocer a nuestro gran Yo, ése Yo que nos creo y del que formamos parte inseparable de Él.
Rafael Santamaría