jueves, 6 de agosto de 2020

LA QUEJA; original de Rafael Santamaría

La mayoría de la gente que se queja es el mismo tipo de gente que se cree perfecta dentro de su ingravidez emocional.

Quejarse sólo implica manifestar la rabia que cada uno lleva dentro para asentir que él muy probablemente tampoco intentará comprender la situación y/o, en su defecto, ayudará a resolverla.

A través de sus quejas reivindican que pertenecen a esa inmensa mayoría que vive cómoda en la queja, dejando en manos de otros la solución, o al menos, el intentar solucionarlo.

La queja es el argumento del ego para seguir viviendo en su propia hipocresía; la excusa, lo que define ése argumento.

Todos tienen siempre algo de que quejarse; ese es el dolor, la carga, que todos llevamos dentro. 
El ego.

Si se dan cuenta, la queja sólo proporciona infelicidad, quemazón,...; nos agota; trae consigo desesperanza, frustración; y sin embargo, la gente sigue buscando la felicidad quejándose. 

Pero la queja no es sinónimo de felicidad, sino de amargura.

Dejar de quejarse es intentar ponerse en el lugar del otro, es aceptar las circunstancias; es maniobrar el volante de la vida sin romper el eje de la dirección de nuestros sueños.

Quéjate, y sentirás el dolor de la vida.

Quéjate de tu trabajo, de tu esposo o esposa, de tu pareja, de tus padres, de tus hijos, o de tu salud, y sentirás la desgracia de ser un desgraciado debido a tus constantes quejas.

El dolor es queja, por eso el ego se podría decir que es el cuerpo dolor, y la queja, la verbalización con la que el ego define las circunstancias que le ha tocado vivir.

Quéjate, y el dolor te perseguirá de por vida.

Acepta, ponte siempre en el lugar del otro, y nada de esta vida podrá lastimarte.

Rafael Santamaría