sábado, 31 de agosto de 2013

LA TIERRA PROMETIDA; original de Rafael Santamaría


Mientras me abstraía cada vez más en el silencio de mis pensamientos,  y me sumía en la más absoluta quietud; llegó un momento en que perdí la sensación del cuerpo (no lo sentía) La conciencia seguía despierta, no es como cuando duermes, quizás fue ahí cuando mi conciencia llegó a estar más despierta que nunca; y más tarde, lejos de poder saber dónde estaba, pues la referencia mental del espacio y el tiempo desaparecen, “te vas”. Pierdes toda referencia de quién eres (en este plano material) y de dónde estás (la relatividad del espacio- tiempo) Ves las cosas de un modo diferente, pero no porque no las veas; sino porque simplemente las observas.  No hay apariencias (sombras), es todo Realidad (luz) Por fin hay paz; pues nada te turba, nada te engaña. La felicidad existe; la percibes como parte de ti, no tienes que salir a buscarla. Tampoco hay que buscar a quién amar, ya que todo es amor; pues es incongruente buscar algo que ya existe en todas partes. No te ves, sólo te sientes. No es que estés más vivo que antes, es que te das cuenta de que eres Vida.   
Abre tu mente para ser conciencia; es todo lo que me traje de “aquel lugar”. Separa la mente de tu ego para poder tomar conciencia.  ¿Pero si la mente está infectada de ego, cómo desinfectarla si el contagio es total? 
Diariamente somos infectados por pensamientos que nos atemorizan: nos limitan, y nos condicionan: no nos permiten ser libres, ser nosotros mismos (en esencia)
El caso más evidente lo vi hace algunos años en la reacción que tuvo una las personitas que en esta existencia están bajo mi tutela ante la palabra cáncer, me di cuenta que ya había sido “infectado”. Algo o alguien en el colegio, o en algún otro sitio, le había enseñado (por decir algo) la parte más negativa de esta enfermedad; puesto rápidamente lo asoció con la muerte.  Tiré del hilo conductor y quise saber que entendía él por la muerte; y efectivamente, en su explicación, su mente, que aún no había alcanzado los nueve años de edad, estaba “infectada”; le habían limitado ya a una conciencia totalmente corpórea.  
Es como cuando limitan la potencia de una moto a menos de la mitad del caballaje con el que sale de fábrica. Será muy bonita y todo lo que tú quieras, pero ya no tienes las prestaciones originales con las que salió de fabrica. Así es el alma, “limitada“ por las consecuencias que ha de sanar por las acciones de vidas pasadas (la Ley Universal del Karma), aún se limita más debido a la continúa infección a la que somos, o nos dejamos, someter.  
Cuánto error hay en lo que se piensa; y con qué rapidez se piensa sin llegar a pasar todos esos pensamientos por el observatorio de la conciencia. 
Borrar toda la información (la forma de pensar y sus consiguientes reacciones) que se tiene del mundo y de la gente es muy duro; pues si se hace, entonces uno ha de empezar de cero. 
Romper ciertos esquemas sobre los que se han edificado unos cimientos para poder tener algo a lo que agarrarse significa que uno, aparentemente, se queda sin nada a lo que sujetarse. 
Pero es preferible ser libre para aprender a andar, aunque te lleve más de una vida hacerlo; que andar con las muletas del ego para nunca más saber andar sin ellas. 
No hemos avanzado tanto como se piensa; la esperanza de vida sigue siendo mortal, es decir, sigue estando limitada a cuando se muere el cuerpo. Tampoco es que la gente vive más, sino que se la mantiene viva a través de la dosis masiva de unos medicamentos que cronifican sus enfermedades a través de unos síntomas.  Por que, ¿qué es estar verdaderamente vivo? Somos el cliente perfecto de las grandes industrias farmacéuticas; que junto con las aseguradoras,  llevan el mercantilismo de esta sociedad. 
Tenemos seguros por todo (coche, casa,  de vida, de defunción, fondo de pensiones…), tenemos miedos  por todo; lo peor es que algunos de ellos te los impone la sociedad. Es decir, nos han hecho inseguros, miedosos;  nos han enseñado a ver las cosas de un modo negativo, nos han hecho negativos. 
Desde muy pequeños hemos entregado nuestra mente, la hemos abierto a lo una serie de ideas y pensamientos que la han limitado; por eso, salir a la Luz y deshacerse de esa negatividad que nos controla; como dijo F.S.Shinn: es sacar a los hijos de Israel (a tu alma) del sometimiento del Faraón  ( del sometimiento de su ego) a través del Mar Rojo ( a través de sus dudas, sus miedos, y sus resentimientos) Y sólo hay un Moisés que lo pueda hacer: Tú. 
Claramente la expansión de la conciencia se lleva a cabo poniéndose siempre uno en el lugar del otro. No es sino de esta forma como la conciencia del yo individual se debilita dejando paso así a la conciencia del Yo superior, o alma. El desarrollo de está expansión de conciencia va ligado al desarrollo de la intuición. 
Cuando alguien se plantea la duda de qué es lo correcto, es siempre porque no quiere hacer aquello que en su interior sabe que es lo correcto; y para ello busca justificaciones que lo avalen. Pues lo correcto es ponerse siempre en lugar del otro, e intuir, que es lo que me gustaría a mí que hiciesen si yo fuera el otro. 
La capacidad de amar va ligada a la capacidad de saber escuchar con el corazón, pero el corazón sólo escucha si se sabe poner uno en  la situación del que le habla. 
Es decir, olvídate de tu yo individual, y según avances en tu camino, profundiza en la verdad de cada uno de tus pensamientos.  Descubre luego que el silencio todo lo explica, y que en la quietud, todo se encuentra. 
No demores más tu tiempo. El Faraón (tu ego) te hace construir pirámides para él, cuando es en tu tierra prometida (en el Reino de los Cielos) el lugar donde  un día fuimos, y el lugar donde algún día tendremos que volver a SER.
kriya yogui Rafael Santamaría
@kriya_yogui