Cuando alguien te escucha, de alguna manera está respetando lo que tienes que decir.
No es lo mismo escuchar, que ceder la palabra con el único fin de esperar a que esa persona termine de hablar sin haber prestado atención a lo que ha dicho.
La mayoría de la gente hoy en día sólo cede la palabra en un alarde de que sabe escuchar; de ahí que se haya perdido el respeto de manera generalizada.
Censuramos a los demás.
Pensamos que sus comentarios son irrelevantes, que no tienen ni idea; en definitiva, anulamos a los demás brillando nosotros a costa de apagar la luz de otros.
Es el acto más cruel que tiene el ego, pues con él se vanagloria de su supuesta superioridad.
Y si se pierde el respeto ya no se ama; pues el que no tiene respeto a la persona que dice amar, no la ama, la manipula a su antojo.
La libertad del amor comienza el dia en que nuestro corazón escucha antes de hablar para así poder sentir a la otra persona a través de sus palabras.
Rafael Santamaría