jueves, 30 de julio de 2020

LA VOLUNTAD; original de Rafael Santamaría

He llorado en mis más tristes desencuentros y en mis más grandes infortunios, con lágrimas que a veces no salían debido a que un gran dolor las retenía no permitiéndome llorar, llegando tan sólo a emocionarme sin saber que en verdad estaba llorando por dentro.

He vivido en ese mar de lágrimas que supone el dogma social sin saber nadar él, y sin poder naufragar entre sus condicionamientos.

He sentido el desazón más allá de esta vida, llenándoseme mi vida de la más absoluta tristeza. 

He fracasado cada vez que he intentado algo, y he sufrido cada vez que lo intentaba de nuevo. 

He llegado a caerme en mi propio camino, y hasta he llegado a caerme sin haber tropezado; inclusive, han llegado a empujarme para que me cayese otra vez, y que así desistiese en mi empeño de levantarme una vez más.

He llegado entonces, a estar más tiempo en el suelo, víctima de mis caídas, que andando con paso firme en la vida.

He vivido en la agonía del día a día, he sucumbido a mis miedos, me he dejado atormentar por mis pensamientos más negativos, he soñado con mis peores pesadillas, he visto el drama de la vida, pero jamás de los jamases, he dejado que nada de todo esto viviera en mi o me acompañara de por vida.

He permitido el insulto, la vejación, y hasta he llegado a ceder los dominios de mi propia voluntad; he dejado en manos de otros mis ilusiones, he rendido pleitesía a los ideales de los demás; he sucumbido a los encantos y la seducción de la pereza, la vaguería y el desánimo; me he permitido desistir en mis metas utilizando las mismas excusas que emplearon los demás para no intentarlo una vez más; pero jamás de los jamases, he permitido que ese fuera mi modo de vida.

Darse por vencido, es vivir en la falsa comodidad de que no se puede, y al no poder, hay que abandonar; pero abandonar es abandonarse, y abandonarse es dejar de vivir.

La fuerza del alma proviene de la voluntad.

La voluntad es la que nos hace fuertes e indestructibles, además de imperecederos más allá de todo lo que perece víctima de su comodidad. 

Quien no utiliza la voluntad, es vulnerable y manipulable; y muere sin saber que ya estaba muerto.

Por eso, cuando te falte la confianza en ti mismo, ten paciencia contigo hasta que tu fe regrese a tí.
O cuando estés cansado, tómate un descanso. 
O cuando te falte el aliento, si lo necesitas parate para recobrar fuerzas. 
O cuando no sepas qué hacer, si hace falta no hagas nada; pero jamás de los jamases abandones tu suerte al olvidó; porque tu suerte eres tú, ya que con tu actitud eres tú, y no otros ni tus circunstancias, el que decide tener suerte o no en esta vida.

Rafael Santamaría

viernes, 24 de julio de 2020

LAS ILUSIONES; original de Rafael Santamaría

-Maestro; ¿cómo puedo olvidar a la persona que amo?

 -Hijo mío, no puedes olvidar a una persona a la que amas, eso es imposible; pero si puedes no estar pensando constantemente en ella.

-Pero yo quiero olvidarla, yo quiero dejarla de amarla; Maestro.

-El verdadero amor es una puerta que sólo se abre en una única dirección. No puedes pues dejar de amar así como así.

-¡Pero duele!, Maestro

-Lo que te duele no es lo que la amas, sino todos esas ilusiones venidas a menos que generaste mientras la amabas. 
En verdad, es la película que te creaste la que al ver como no llegará a estrenarse en las salas de los cines de la realidad de tu vida crea en ti un sentimiento de decepción por haber descubierto que todo era ficción: una realidad creada y manipulada por tu ego.

-¡Qué me está contando!, Maestro.

-Generamos ilusiones constantemente, casi todas ellas fuera de la realidad en que vivimos. 
Las creamos porque necesitamos creer en algo que nos haga ilusionarnos. Y aunque sufrimos, porque como te he dicho, obedecen a un contexto muy lejano a la realidad en que vivimos, es como una droga a la que nuestro ego nos ha hecho volvernos adictos.

-Entonces, ¿el amor es una ilusión?, Maestro.

-¡No!, no lo es; pero genera en nosotros ilusión. Y cuando el ego se apodera de esa ilusión, crea un película que nada tiene que ver muchas veces con la realidad.

-¿Entonces?

-Entonces, la próxima vez que conozcas a alguien que remueva tu corazón, no pienses en el mañana ni hagas planes de futuro. Vive lo que el momento te da, y disfruta de lo que tienes en ese momento. Y cuando se acabe...

-¿Por qué se tiene que acabar?, Maestro.

-En un mundo en lo que todo lo que nace muere, todo lo que tiene un principio tiene un final. No vivas este final como una tragedia, sino como una experiencia. Sólo así entenderás que la vida está llena de experiencias, y que todas ellas conducen a la felicidad.

Rafael Santamaría

martes, 21 de julio de 2020

MIS ERRORES; original de Rafael Santamaría

Recién estrenada mi paternidad cometí con mis hijos muchos de los errores que mis padres habían cometido conmigo y de los que tanto me había quejado por el dañó que me habían supuesto.

He de reconocer que mi ignorancia me tenía totalmente ciego y no podía ver cómo es que estaba repitiendo con mis hijos la misma conducta, hasta las mismas frases, que tanto me marcaron en mi vida.

Heridas que aún sangraban, y que sin embargo, yo mismo hacia a los demás, en este caso a mis hijos, hiriendo con la misma sangre que me hirió a mí: mi mismo sufrimiento, pensando que de ese modo hacía lo correcto, y que esa forma de educar era la buena.

Nunca me paré a pensar de verdad qué estaba haciendo o qué hacía; pensaba que pensaba, pero nunca ciertamente reflexioné poniéndome en el lugar del otro, en éste caso: en el de mis hijos, acordándome de cuando yo era un niño, despertando así la conciencia.

El milagro me llegó rezando. 

Por aquel entonces no sabía meditar, así que rezaba y rezaba, pero parece ser que de poco me servía rezar, pues todo seguía igual, hasta que un día oré con el corazón y todo cambió.

Mi conciencia pidió ayuda, y ella misma, despertando del sueño profundo de mi ego, me ayudó.

Empecé a pensar de otra forma, veía las cosas de distinta manera, tan distinta, que me vi solo con mi nueva forma de pensar.

No encajaba, ni yo ni mis actos, pero me sentía mucho mejor comigo mismo que antes.

Les empezé a pedir perdón cada vez que me equivocaba. Les enseñé que su padre no era perfecto para que nunca así buscarán la perfección, sino que buscaran el ser sinceros consigo mismos; pues he ahí la verdadera perfección.

Empecé a compartir con ellos mis emociones y mis sentimientos, para que me vieran como un padre real y cercano. 
Hoy en día ellos mismos comparten conmigo sus emociones y sus sentimientos. 
La distancia es el olvido sólo cuando se deja de hablar con él corazón.

Nunca les hable de mis problemas preocupándome en exceso por ellos, para que vieran que todo en la vida es solucionable si no te preocupas en demasía, aún cuando la solución que la vida te de contraríe la voluntad de tus intereses personales.

Les permití, y les permito, que me corrijan si estoy equivocado para que se den cuenta de que cuando uno es padre, nunca se deja de aprender; y que la vida misma en sí, es un continuo aprendizaje donde no hay que buscar siempre intentar llevar la razón.

Les mostré mis errores para que vieran la imperfección que acecha en cada circunstancia que te toca vivir en la vida; pero a la vez les mostré las enseñanzas que llevan implícitas cada uno de esos errores, para que vieran el lado divino que existe en cada situación.

Dejé de enseñarles a orar y a meditar; pues un dia entendí que al igual que un hombre si se relaja, flota en el agua, aunque él piense que no sabe nadar, así y de la misma manera, todo hombre puede conseguir comulgar con Dios: basta entonces con estar siempre tranquilo y relajado para flotar en sus aguas; pues quién es de los que piensa que necesita nadar para no ahogarse, al final se cansará de tanto bracear y se ahogará víctima de su propio ego y su forma de pensar.

Busca entonces hijo mío la calma en tí, observa que en realidad todo es quietud, y que es tu forma de pensar lo que agita todas las cosas volviéndolas susceptibles de interpretación, y por ende, de sufrimiento.

Rafael Santamaría






viernes, 17 de julio de 2020

LAS PELÍCULAS DE NUESTRO EGO; original de Rafael Santamaría

La mente se podría decir que es la pantalla de cine que utiliza nuestro ego para proyectar sobre ella el pasado y el futuro, lo que ya pasó y lo que creemos que nos va a pasar. 

Salir de esa sala de proyección mental es salir de los raíles del pasado y el futuro para quedarnos en la estación del presente; pues ningún tren pasa antes por esperarlo con más ansiedad, ni ningún tren que ya se fue regresa de vuelta para volver a pasar. 

La mente de nuestros pensamientos pasado y futuro, vaticina o recuerda, y con ésta forma de proceder anclada en el subconsciente, la mente compara, es decir, saca conclusiones. Las conclusiones no son más que juicios u opiniones con los que se reafirma constantemente nuestra manera de pensar a través de nuestros esquemas mentales, unos esquemas mentales que obedecen a una programación neuro lingüística recibida desde pequeños con el único fin de que nuestro cerebro, reservorio de una gran cantidad de energía, trabaje en unos mínimos que garanticen su nulidad.

Todo lo que es tiempo pertenece a la mente inquieta. Al salir de la atmósfera que crea el tiempo mental la conciencia se hace presente: uno empieza a tomar conciencia de la única realidad posible y existente a través de la manifestación de un yo interno, inmutable e impersonal, que va más allá del nombre, apellidos, nacionalidad y raza, el cual existe y existirá siempre y en todo momento.

Todo lo que vivimos es una película mental que dirige el guionista de nuestro ego protagonizada por todos y cada uno de nuestros pensamientos. 

Por norma general suele ser un drama debido a la carga negativa de nuestros pensamientos.

Pero todo ésto no es real, sólo existe en nuestra mente. 
Una vez que nos metemos en la película de nuestros pensamientos nuestra realidad es mental; y ésta realidad es tan creíble para nosotros como credibilidad demos nosotros a cada uno de nuestros pensamientos.

Cuando una persona no sabe salir de su mente a voluntad cae en el automatismo de sus pensamientos subconscientes; a través de ésta dinámica la persona se vuelve más y más mentalmente dependiente de una mente que aún teniendo un potencial infinito (a través del uso de la energía de su cerebro) ha sido reducida a su mínima expresión al estar limitada por los pensamientos pasado-futuro que no la permiten salir del bucle de una constante preocupación.

La mente queda reducida a ése bucle, a ésa espiral de pensamientos repetitivos que constituyen nuestra forma de vivir el día a día de nuestra vida.  

Cuando la mente es observada por la propia mente, la mente se interoriza y una conciencia interna empieza a tomar presencia despertando zonas hasta entonces dormidas del cerebro.

La observancia de la mente por la propia mente conduce a la liberación del ego.

El ego no es más que un proyector de películas que utiliza las salas del cine de tu mente para hacerte creer que tu vida y la vida es cómo te cuenta él a través de los intereses creados con sus películas. 

Cuando consigues salir del cine de tu mente te das cuenta de que todo lo que vives como real tan son películas mentales de tu ego.
 
Rafael Santamaría

jueves, 16 de julio de 2020

EL RESPETO; original de Rafael Santamaría

Cuando se pierde la comunicación se pierde el respeto, y se pierde el respeto porque ya no se pone interés en escuchar lo que tiene que decir la otra parte.

Cuando alguien te escucha, de alguna manera está respetando lo que tienes que decir.

No es lo mismo escuchar, que ceder la palabra con el único fin de esperar a que esa persona termine de hablar sin haber prestado atención a lo que ha dicho.

La mayoría de la gente hoy en día sólo cede la palabra en un alarde de que sabe escuchar; de ahí que se haya perdido el respeto de manera generalizada.

Censuramos a los demás.
Pensamos que sus comentarios son irrelevantes, que no tienen ni idea; en definitiva, anulamos a los demás brillando nosotros a costa de apagar la luz de otros.

Es el acto más cruel que tiene el ego, pues con él se vanagloria de su supuesta superioridad.

Y si se pierde el respeto ya no se ama; pues el que no tiene respeto a la persona que dice amar, no la ama, la manipula a su antojo.

La libertad del amor comienza el dia en que nuestro corazón escucha antes de hablar para así poder sentir a la otra persona a través de sus palabras.

Rafael Santamaría

miércoles, 15 de julio de 2020

ESA VERDAD; original de Rafael Santamaría

Por el hecho de que unos mientan, tú no tienes que cansarte de decir la verdad.

Por el hecho de que los que mienten sólo saben mentir, tú no tienes que cansarte de defender la verdad.

Y por el hecho de que los mentirosos necesiten de la mentira para vivir, tú no tienes que renunciar a la decir y defender la verdad aunque tu entorno esté lleno de mentirosos.

El honor es eso, es decir la verdad y mantenerse fiel a ella con tu palabra, aún cuando tu vida misma esté en juego.

Y si hoy día se ha perdido el honor, es porque la mayoría de la gente vive en la mentira.

Ya no hay honor.
Pues, ¿quién tiene honor? si casi todo el mundo miente e intenta convencerte de su farsa para hacerla así una verdad a los ojos de los demás.

Sólo hay hipocresía: una incoherencia entre lo que se predica y se da ejemplo.

Se critica para luego hacer lo mismo (que se critica) pero como lo hago yo, si vale.

El yo y lo mío, ha sustituido a la verdad.

El yo y lo mío, vive de la mentira a través de las justificaciones.

El yo y lo mío, es el radicalismo sectario que tiene como ideología propia el "todo vale" si lo hago o lo digo yo.

El yo y lo mío es ego.

Y es que el mundo se ha vuelto loco por el simple hecho de habernos dejado impregnar de la energía de un egoísmo que ha ido creciendo poco a poco, hasta normalizarse y hacerse cotidiano en nuestras vidas.
Pues, ¿quién no es egoísta hoy en día?, y ¿a quién le importa serlo?; a nadie, se ha normalizado. Está bien visto ser egoísta, es algo común; ya que somos egoístas hasta tal punto, que preferimos mentir y vivir de la mentira para salvar nuestro egoísmo, que reconocer que estamos enfermos de la codicia y soberbia con la que nos condiciona nuestro ego.

Rafael Santamaría

sábado, 11 de julio de 2020

El CEREBRO Y LA CONCIENCIA; original de Rafael Santamaría


El cerebro es esa parte dormida de la conciencia que nadie despierta por dejar todos los asuntos en manos de la mente de su ego.

La aureola con que se les pintaba a los santos da fe de que cuando una conciencia se despierta el cerebro se ilumina.

La energía que desprende el cerebro cuando "su carga está a tope" es capaz de mover montañas.

Son las limitaciones de nuestra mente las que mantienen el potencial de nuestro cerebro dormido.

La mente no puede aprovechar todo el potencial del cerebro porque la mente es ego al haberse identificado con las limitaciones del cuerpo físico.

Sólo la conciencia puede explotar todo el potencial del cerebro.

Pero nuestra conciencia permanece dormida mientras sigamos pensando como nos han enseñado a pensar.

Pensar en primera persona es ego.

El ego duerme la conciencia.

Con la conciencia dormida, del cerebro sólo trabajan aquellas áreas que se han habilitado a través de esquemas mentales o circuitos sinápticos.

La electricidad que mueve el cerebro es siempre mínima y obedece a patrones básicos como son los movimientos musculares y los razonamientos simples basados en criterios establecidos por un ego social o adoctrinamiento cívico.

La mente es la consecuencia de nuestros pensamientos.

Cada uno de nuestros pensamientos vive en la mente y se hacen realidad a través de nuestro cerebro materializándose en función de la cantidad de energía que le entregamos con nuestra atención.

Cuando el pensamiento viene de la conciencia, no necesita de la atención para hacerse realidad, ya que la conciencia es atención plena, y todo lo que proviene de la conciencia "va cargado" de pura atención.

La mente no deja que la conciencia despierte. No quiere. 

Para ello se inventa creencias que sustituyen a la conciencia tales como: la controversia y los "peros", las excusas y las justificaciones, las expectativas y su primo lejano: los fracasos, la envidia y los celos, etcétera.

Sin embargo la aceptación abre el candado de la mente en un continuo despertar de la conciencia, porque quien acepta sus circunstancias (la cruz que le ha tocado vivir) de alguna manera conoce que hay una voluntad por encima de la suya, sabiendo que cuando su voluntad no va al unísono con esa otra voluntad, es ego.

Tal aceptación hace de la mente un instrumento al servicio de la conciencia, y no al revés.

Cuando la conciencia despierta, en el cerebro empiezan poco a poco a habilitarse zonas que hasta entonces estaban en modo de espera; que esteban latentes a la espera de que se les diera uso.

El cerebro, y junto a él, la conciencia, son mundos paralelos desconocidos para el hombre.

¿Se han preguntado alguna vez por qué esto es así con todos los adelantos que existen hoy en día?

Pues es así, porque quien despierta su conciencia, y por añadidura, su cerebro, tiene todo el potencial que desee al alcance de su mano.
Tal es el poder de Dios en la tierra.

Rafael Santamaría



EL CAMINO; original Rafael Santamaría

Al igual que el que va  conduciendo y al llegar a una bifurcación toma una dirección equivocada, así y de la misma manera, la gente se equivoca en sus decisiones según circula por la carretera de la vida.

Al igual que el se equivoca al tomar la dirección equivocada al llegar a una bifurcación, y no se da cuenta hasta pasados 100km, así y de la misma manera hay mucha gente que no ve su error hasta que ha pasado mucho tiempo. 

E igual que el que se equivoca al tomar la dirección equivocada al llegar a una bifurcación, y tiene que esperar a encontrar un cambio de sentido para enmendar su error, así y de la misma manera hay mucha gente que conduce por la vida buscando un cambio de sentido, su cambio, en la vida, debido a un error en una toma de decisiones.

E igual que el se equivoca al tomar la dirección equivocada al llegar a una bifurcación, y no se da cuenta hasta pasados 100 o 150km, y por pereza a ir hacia detrás y desandar lo recorrido, continúa por ese camino, aunque reconozca que no sea el suyo, y viaja por él hasta donde le lleve, conformándose con el destino que le depare aunque ése, no sea el suyo, así y de la misma manera, hay gente en la vida que aún equivocándose de camino, sigue por él, aún no siendo ése el destino que había pensado para su vida.

Ten cuidado por tanto con que camino escoges, estate siempre alerta por si te hubieras equivocado al tomar una dirección (una decisión), y si vieras que yendo por donde vas no te suena de nada el paisaje que se vislumbra a los lados de ese camino (no es lo que tú querías para tí), NO SIGAS, busca un cambio de sentido, da media vuelta, y ve por donde quieres para poder llegar a donde es en verdad tu destino.

Rafael Santamaría

viernes, 10 de julio de 2020

EL MIEDO; original de Rafael Santamaría

Es muy difícil vencer el miedo, y es mucho más difícil cuando este miedo se mete dentro, pues cuanto más dentro se mete, más se interioriza, y más forma parte de las creencias de cada uno.
 
Las creencias que están basadas en los miedos se denominan limitaciones.

Si uno sólo cree en sus miedos estará perdido. 

El camino es cierto que está lleno de obstáculos, pero tener miedo sólo es una opinión. 

Si alguien te toca la fibra del miedo, y sabe tocártela bien, estarás a merced de cuánto miedo quiera meterte esa persona en el cuerpo.

El hombre puede resistirlo todo, puede inclusive resistir hasta la tentación, pero el miedo, el miedo es lo que le hace vulnerable, pues es lo que hace que nuestra alma se identifique con las limitaciones del cuerpo, y ante ese miedo, el hombre poco sabe, pues no sabe ni luchar ni huir, se queda inmóvil.
Esto es lo único que ha demostrado aprender el hombre de sus miedos.

El miedo es ancestral, anterior al pecado original. 
Era un instinto latente que cobró vida cuando se perdió la fe, cuando se perdió la confianza en la intuición.

Los que conocen el comportamiento del miedo se aprovechan de él infectando a la gente a través de una leve, pero letal, inseguridad.

La inseguridad crea incertidumbre, y la incertidumbre llama a las puertas del miedo.

No hace falta pues sembrar directamente el miedo, basta con plantar la semilla de la inseguridad.

Si la inseguridad es constante, la incertidumbre crece sola a través de las múltiples dudas que asolan la mente del hombre.

Cuando el miedo da paso al pánico, la voluntad: la fuerza de voluntad del hombre, se detiene.

La inmovilidad convierte al hombre en un ente, pues sin un rumbo, sin ideas, el hombre se hace más fácil de controlar.

Cuando la idea que predomina en la persona es el miedo, el hombre no piensa, sólo siente miedo en sus distintos formatos.

Con ese sentimiento el hombre se olvida de todo y sólo se centra en: "a ver si pasa el miedo".

Pero el miedo no pasa, nunca se va, sólo desaparece cuando se le vence 

El no prestar atención a tus miedos no es sinónimo de haberlos vencido.

Al miedo hay que identificarlo, conocerlo, y derrotarlo.

Vencido uno aparecerán otros, cierto.

Los miedos se ayudan unos a otros con el único fin de mantener el miedo vivo en el cuerpo.

El ego es quien es gracias a nuestros miedos.

Quien vence todos sus miedos ha superado la prueba de la vida. 

El alma se libera entonces de los pensamientos que la atormentan  a través de las limitaciones de la mente recuperando la libertad intuitiva de la conciencia.

Así pues alma hermana, cuando ores, di:

Bienamado Padre, que cuando ore, no lo haga con miedo o por miedo, sino para demostrar que ningún miedo jamás podrá apartarme de Tí, pues sé que no me creaste para tener miedo, sino para enfrentarme a él, una y otra vez hasta vencerlo, dando fe así del poder de tu gloria.

No hay miedo que me aparte de Ti, bienamado Padre, sino y más bien, todo miedo me acerca más a tu presencia, pues una vez el miedo perece a manos de la voluntad de mi alma, Tú te me revelas, cada vez con más firmeza, como la única e indiscutible Verdad.

Rafael Santamaría

miércoles, 8 de julio de 2020

GUSTAR A ALGUIEN; original de Rafael Santamaría


A la gente no le molesta estar sola o vivir en soledad, le molesta no gustar a nadie, es entonces cuando se sienten solos.

Cuando intentas gustar a alguien te esclavizas a los gustos de esa persona, pero cuando intentas gustar a todos, pierdes por completo tu identidad.

Todo el mundo busca gustar.

Es una eterna búsqueda que empieza con uno mismo, y al no concluir está búsqueda inicial con éxito, la proyectamos sobre los demás.

Cuando conseguimos gustar, nos creemos alguien, y cuánto más alguien nos creemos, nuestra nueva identidad de ese alguien nos hace sentirnos bien; un sentirse bien relativo y relativizado.

Pues cuando esa nueva identidad que nos hemos forjado para gustar a los demás se tambalea en función de los gustos cambiantes de otros, nos sentimos perdidos, ya que nos damos cuenta, a nivel subconsciente, de que de alguna manera no tenemos identidad propia.

Para recuperarla, para recuperar de nuevo nuestra identidad, insistimos en gustar, y sobre todo buscamos gustar a aquellos que nos gustan, para que a través de ellos, empezar a gustarnos un poquito más cada día.

Pero todo esto es en balde, el gusto cambia, y algo que está en constante cambio no puede ofrecernos nunca seguridad alguna.

Cuando nuestro corazón se ve obligado a mudarse una y otra vez, no permitiéndosele echar raíces en su propia conciencia, la tristeza de nuestros sentimientos muestra su lado más febril debido al maltrato que nos hacemos a nosotros mismos por ofrecer constantemente nuestra personalidad al antojo de los gustos de los demás.

El postureo comercializa una venta de falsas realidades con la intención de tener un personaje en el que creer, para afianzándonos en él, alimentar un tímido cariño hacia nosotros mismos, aunque sea virtualmente falso.

Pero es que necesitamos creer que hay alguien a quien le gustamos, para de esa forma, dar fe de que somos merecedores de nuestro propio amor y cariño.

El quererse a uno mismo es la más compleja de las razones de nuestra existencia, algo de lo que el hombre aún no ha tomado conciencia.

Rafael Santamaría

lunes, 6 de julio de 2020

TOMAR CONCIENCIA; original de Rafael Santamaría

La mayoría de la gente no toma conciencia de casi nada porque sólo ha aprendido a juzgar: a ver con los ojos de la opinión juiciosa, y a justificarse de sus errores para no tener que reconocer que se han equivocado, y en consecuencia, poder iniciar de ésta manera un aprendizaje sobre ellos.

Viven pensando que hacen bien las cosas aún sabiendo que se equivocan, y en esa constante incoherencia, viven cargando sobre los demás la responsabilidad de sus errores.

Opinan sobre lo que hacen los demás para así no darse cuenta de que: si ellos no hacen ahora mismo lo mismo que critican, si al menos lo han hecho antes pero ya no se acuerdan.

Nuestra memoria es muy débil cuando se trata de reconocer que nosotros hemos hecho lo mismo que aquello que ahora venimos juzgando y criticando.

Nuestros recuerdos se desvanecen en el pasado cuando no nos interesa ver que somos y hemos hecho igual que aquello que criticamos.

El Maestro dijo: "quién esté libre de pecado que tire la primera piedra"

Una forma de no generar más karma y limpiar el karma que uno ha acumulado, es darse cuenta de que todo aquello que ves y tu mente te invita a criticar enjuiciándolo, muy probablemente lo hayas hecho tú, o lo estés haciendo tú ahora mismo, sólo que, o ya no te acuerdas de cuando tú lo hiciste, o en su defecto, eres de los que piensa hipócritamente que sí tú lo haces no pasa nada; que sólo cuando lo hacen los demás es cuando está mal.

Estamos en una época de gran limpieza karmica, y ésto es así, porque estamos en un momento de nuestra historia en que se nos está invitando a despertar nuestra conciencia poniéndonos constantemente en el lugar del otro, porque si sólo nos ponemos en nuestro lugar: en el yo,
la mente del ego se adueñará de nuestras vidas, y el infierno que viviremos será única y exclusivamente responsabilidad de nuestro egoísmo y de nuestra falta de conciencia y humildad.

Es hora de cambiar, sí, pero dándose cuenta: tomando conciencia, pues ése es el único cambio posible para que el mundo, empezando por nosotros, cambie.

Rafael Santamaría

sábado, 4 de julio de 2020

DESPIERTA, MEDITA; original de Rafael Santamaría

El malogrado y nocivo estado de bienestar, basado en un aparente estado de confort, no es más que una dictadura encubierta del ego social, en la que los derechos y libertades de tu alma quedan abolidos a cambio de una supuesta autonomía que te esclaviza a vivir en el ocio que consigas hallar tras tu rutina diaria.

Te han hecho creer que a más dinero más ocio, pero lo cierto es que el verdadero placer en el ocio lo encontramos cuando una tranquilidad exenta de los axiomas y premisas del mundo en el que vivimos: la paz interior, nos visita para quedarse junto a nosotros. 

Esa paz interior está más allá de éste mundo, pero puedes vivir en ella estando en éste mundo.
Para ello tienes que vivir la vida desde la conciencia.

El dinero es moneda de cambio, sólo éso, no es un valor seguro, y allá de donde viene tu alma y a donde irá, no tiene ningún valor. 

No te dejes arrastrar entonces por la angustiosa sensación de que necesitas dinero, pues es él, el dinero, es el que verdaderamente te necesita para poder subsistir.

Ten claro que tu riqueza es de otro mundo, y que todos los bienes que puedas conseguir aquí, si son tangibles, aquí se quedarán. Lo perecedero no puede entrar en el reino de la inmortalidad. 

La mente es el portal a tu conciencia. Has de pasar a través de ella traspasando tus límites mentales venciendo la ignorancia de tu ego para poder llegar hasta tu conciencia.

No te imaginas lo que tu mente puede llegar a hacer por ti cuando trabaja desde la conciencia, bastaría tan sólo con que retomaras de nuevo las riendas del control sobre ella, en vez de dejarte vencer por la inercia de la programación existente en tu subconsciente, la cual te invita constantemente a ser un autómata de tu ego.

No se trata de alcanzar otra meta mas que la completa realización del Ser a través del despertar de la conciencia.

Éste Ser, ya se encuentra realizado en tu interior, en la conciencia.
Sólo tienes que darte cuenta. Para ello, medita, interioriza tu atención y tu mente para despertar la conciencia, lleva tu atención y tu mente hacia dentro, no hacia fuera; y observarás la grandeza del infinito mundo interior de la conciencia a través de la realización del Ser.

Rafael Santamaria

jueves, 2 de julio de 2020

LA CONVIVENCIA; original de Rafael Santamaría


Permanece en la paciencia infinita del silencio; saborea la exquisitez del umbral del amor; descubre la paz que da la inmortalidad del momento; halla en ti el templo a tu devoción; habita las entrañas de tu alma; encumbra a través de la intuición la cima del conocimiento; hazte merecedor de todo aquello que ansias saber; dejate guiar hasta que puedas ir solo; e inculca a los demás lo que has aprendido de ti y hallarás em ti el amor de tu vida; pues es muy difícil amar toda la vida lo que le gusta a tus ojos, pues con los años se va perdiendo vista; es mejor amar con el corazón, que aunque también envejece, hasta que no muere, nunca deja de latir, nunca deja de amar; ya que dos almas están destinadas a encontrarse cuando el destino de ambas no puede llevarlo a cabo la una sin la otra. 

Cuando te resulte fácil abrazar a alguien. Cuando te resulte fácil hablar con alguien. Cuando te resulte fácil guardar silencio al lado de alguien. Cuando te resulte fácil estar al lado de alguien. En definitiva, cuando al lado de algunas personas parezca que todo es más fácil y la vida pareciera que se vuelve más sencilla, no le des más vueltas, pues cuando algo resulta fácil, es que es fácil; y es que el amor no sólo es sencillo, sino que además, hace las cosas fáciles.

Es entonces que aquellos dos que aun en la distancia saben estar juntos; aun en el olvido mantienen vivo su recuerdo; aun sin palabras tienen mucho que decirse; aun estando el uno sin el otro saben hacerse compañía; y aun sin verse no necesitan de sus ojos para verse siempre juntos; aquellos dos son, y por siempre serán, uno.

Pues, y por tanto, no es que la convivencia desgaste, desgasta no saber convivir: no saber amar a la persona que se ha elegido para compartir esta vida.

Rafael Santamaria