lunes, 30 de marzo de 2020

EL CORAZÓN Y SU CONOCIMIENTO; original de Rafael Santamaría

Ustedes escuchan, o en su defecto leen, los pensamientos de otros en sus libros, revistas, periódicos..., y a eso lo llaman tener CULTURA; pero eso no es más que cultura mediática.

Y cuando el número de autores a los que han leído, en el caso de los libros, llena las estanterías de su ego, entonces a eso lo llaman CONOCIMIENTO.

Estas personas que han llegado a sus propias conclusiones, y las han publicado, o se las han publicado, en libros, revistas, periódicos, etcétera, cuando dicen lo que ellos piensan, sus pensamientos no están en posesión de la Verdad; pues la verdad no se puede poseer, sólo se puede intuir; pero la intuición no puede revelarte la VERDAD si antes tu discernimiento no ha dejado de prestar servicio a tus creencias; y hay que subrayar que éstas personas que han llegado a sus conclusiones, muchas de ellas lo han hecho amparándose en sus creencias. 

Por lo tanto, el conocimiento que ustedes tienen es relativo a aquellas ideas de las que han llenado su mente, pero es que una mente llena de ideas nunca les proporcionará el conocimiento; ya que paradójicamente, no es sino cuando su mente se empiece a vaciar de ideas, cuando su mente comenzará a acercarse al misterioso confín de la sabiduría.

La intuición se halla escondida tras el tupido velo de la continua sinceridad con uno mismo; justo allí donde los hechos guardan coherencia con las palabras, y son siempre avalados por un saber rectificar a tiempo a través de un eterno aprendizaje que hacen de un hombre, un hombre sabio.

Vender la fe de tus creencias a las ideas de otros, te convierte en un dogmático sin recursos propios, y sin la intimidad necesaria, a la hora de pensar, por falta de reflexiones propias.

Lean lo que lean, escuchen lo que escuchen, guárdense siempre un espacio para ustedes, un espacio limpio de todo juicio u opinión, donde su opinión no tenga criterio.
El criterio es su forma de pensar, y su forma de pensar es su forma de ver la vida.

Pero cuando aprendan a ver la vida sin el criterio de su opinión, se darán cuenta de que hay mucha más vida más allá de la vida que ya existía en su mente.

La conciencia es su mente, en un grado superior y superlativo, cuando su mente deja de identificarse con sus pensamientos y su forma de pensar.

Ésta conciencia tiene su sede en el corazón, porque el corazón, cuando no hace caso a la mente, es infinito.

Para trascender los límites de la mente se necesita al corazón; y no olviden nunca que en su corazón se encuentra todo el conocimiento que buscan sin necesidad de acudir a ninguna cultura.

Rafael Santamaría