jueves, 24 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD!; original de Rafael Santamaría


La individualizacion del alma como ente físico dotado de un cuerpo en éste plano material se nutre para su constante desarrollo evolutivo de recuerdos.
El recuerdo es la impronta que se graba en la memoria de nuestra mente de lo que nos aportó en su día la experiencia vivida.
La mente es un saco vacío que se va llenando con los años de experiencias. Cada experiencia puede traer consigo un recuerdo y/o un aprendizaje.
Todo lo que te vas a llevar de esta vida son experiencias: la experiencia que guardes como recuerdo, y el aprendizaje que te haya aportado dicha experiencia.
Cuando al recordar una experiencia del pasado lo hacemos con júbilo y satisfacción, sabemos que ésta experiencia nos aportó en su momento felicidad, si además, ésta misma experiencia nos ayudó a crecer en el desarrollo evolutivo de nuestra conciencia, éste recuerdo entonces nos aportará una sensación generalizada de paz.
Habiendo entendido ésto, y habiendo deducido por tanto que la huella que deja todo momento en nuestra vida es sumamente importante para la evolución de nuestra conciencia, y que ésta huella queda impresa siempre en el álbum mental de nuestro pasado, un álbum sin el que la naturaleza del hombre no puede entenderse, decidí grabar en la mente de mis hijos la para mi sana costumbre de desayunar juntos todos los veinticuatro de diciembre chocolate con churros en alguna cafetería del centro de la ciudad mientras paseabamos hablando y contemplando los adornos con que el alcalde de turno adereza cada año el sentimiento navideño de estas fiestas en las calles de la capital.
Sin haberles sabido inculcar nunca en éstas fechas, (creo yo) un sentimiento más profundo, tal como el renacimiento espiritual del amor de Dios en todos los corazones, y permitiéndoles que sea lo que les ha tocado vivir lo que los guíe interiormente, de alguna manera quise trasladar la sabiduría que tuvo mi padre para con mis hermanos y conmigo, haciéndoles partícipes también a ellos, como hizo mi padre con nosotros, de ése mágico momento que sucede cada año llamado Navidad.
Y dejando a un lado siempre el continuo sabotaje de compromisos con que éstas fechas quieren condicionar el mágico momento de nuestra infancia que cada uno lleva grabado de un modo particular en su corazón, desde mi punto de vista, es de vital importancia retirarse en éstos días a los confines de nuestra niñez y rescatar de ella el espíritu infantil de que todo es posible: ese mágico dogma de fe llamado inocencia; y aún cuando no encontrásemos personitas (niños) a nuestro alrededor con los que compartir aquella nuestra infancia olvidada, aún así hacerlo de manera desinteresada tan sólo para solidarizarnos una vez más cada veinticuatro de diciembre con nuestro niño interior.
Para los que no creen en el renovado amor de Dios que como dogma de fe se renueva así mismo en estas fechas como fruto de la adoración ferviente de a quien entendió y fue ejemplo de dicho amor (Jesús el Cristo), sería interesante que vivieran esta época del año como el reencuentro con su niño interior, un niño que como a todos los niños muchas veces no se le hace caso simplemente por ser un niño.
Más hay recordar que nunca se deja de ser un niño.
Los años, la vejez o las circunstancias, son sólo tupidos velos de la ignorancia con los que nos olvidamos de qué y quiénes somos.
En verdad os digo que no hay mejor taller de sanación de tu niño interior que el de no dejar de ser nunca un niño. Y entiende que estás fechas siempre son un buen momento para recordarnoslo.
Si yo no fuera siempre el niño que soy, entonces como adulto jamás podría afirmar o decir que soy alguien
Feliz Navidad!
Rafael Santamaría

DE COMO TODO ESTA EN TU MENTE, Y TODO ES MENTE; original de Rafael Santamaría

En cierta ocasión le preguntaron a un niño qué era el cáncer.
Aquel muchacho explicó como supo y pudo lo que el "pensaba" que era el cáncer. Su definición de dicha enfermedad se basaba en especulaciones y comentarios de los que había oído hablar, ya que afortunadamente él no había padecido ni padecía la enfermedad.
Con los años aquella primera definición del cáncer fue puliéndose poco a poco hasta que llegó el día en que mentalmente tomo el cuerpo de concepto en su mente, y de ésta manera quedo bien definida en la mentalidad de aquel muchacho, que con los años se había convertido en todo un adulto.
Antes de seguir, habría que matizar que todo aquello que crees y catalogas de real en tu vida antes ha sido gestado como real en tu mente; qué cómo?, a través de conceptos.
Estos conceptos están basados en creencias, y muchas de éstas creencias están basadas en suposiciones o conjeturas: ideas de otros; casi nunca están basadas en la experimentación, es decir, casi nunca están basadas en el fruto de la experiencia propia: experiencia vivida sin ningún tipo de programación mental.
Sucede entonces que todo lo que pensamos que es real coincide siempre exactamente con aquellas definiciones que hemos hecho de aquéllas cosas a las que hemos decidido entregar un poder: el poder de que sean ciertas desde nuestra mente o perspectiva mental pasando a llamarlas entonces reales.
Ese poder que le damos se llama fe; y es un poder sumamente poderosisimo.
Si la fe es capaz de mover montañas, qué no será capaz de hacer cuando deja a las montañas en paz.
Años más tarde, muchos más años más tarde, aquel adulto que empezaba a entrar ya en la tercera edad, tenía bien claro, aunque nunca por experiencia propia, lo que era la enfermedad del cáncer debido a todos los casos que le había tocado vivir como espectador de dicha enfermedad, dichos casos siempre se asemejaban a su definición de la enfermedad, ya que un pensamiento sólo atrae pensamientos y situaciones afines.
Y un buen día le tocó a él. Tuvo cáncer. En ningún momento me supo decir que era el cáncer según lo que estaba sintiendo él, lo único que me pudo decir es la definición que tenía en su mente acerca del cáncer.
En aquel mismo instante, al oír el diagnóstico, en su mente se activo el programa del cáncer que había en su mentalidad, es decir, se activo toda la información que tenía relativa al cáncer.
El cerebro, que no distingue entre lo real de lo incierto, véase como ejemplo cuando la mente de un hombre se imagina a una mujer desnuda lo que hace el pene, pues el cuerpo obedece las instrucciones del cerebro, y éste a su vez traslada al cuerpo lo que la mente vive o está viviendo sin preguntarse si es el real o no (lo que está viviendo en ese momento la mente)
En ese caso, la mente vive la enfermedad del cáncer como una enfermedad mortal, ya que así lo ha entendido el individuo que la vice al haberlo programado así en su mente a través de la definición que tiene de la misma.
Al vivirlo de ésta manera la mente, el cerebro desencadena un tipo de reacción generalizada en todo el cuerpo como respuesta a lo que está viviendo la mente en ese momento (parecido a como cuando el pene se pone erecto al imaginarnos una mujer en ropa interior seduciendonos)
Esta reacción es mucho más letal que la propia enfermedad, esta reacción es lo que necesita el cáncer para volverse mortal.
------------------------------------------------
En cierta ocasión se le "programó" a un niño en su mente: se le mentalizo, que la enfermedad del cáncer era como cualquier otra enfermedad: era un enfermedad curable gracias a los adelantos de la medicina.
Este otro niño creció rodeandose de gente que vencía la enfermedad, ya que su onda vibracional de pensamiento sólo conectaba con este tipo de personas y/o de experiencias.
Cuando hubo pasado muchos, muchos años, se le diagnóstico cáncer, pero la letal enfermedad no pudo con él puesto que su fe: el poder de su mente, estaba depositada en que los fármacos que les estaban dando le salvarian.
Para colmo, basta decir que los fármacos con que le trataron era del tipo placebo, puesto que el estadio del cáncer era avanzadisimo y se llegó a la unánime conclusión de que era mejor que se le tratará así, ya que aparentemente no tenía cura, y sin embargo se curó.
-----------------------------------------------
Todo está en tu mente.
Rafael Santamaría