domingo, 22 de noviembre de 2009

CEGUERA DE UN CORAZON; original de Rafael Santamaría


El conocimiento, cuando se interioriza y se vive en él, hace que uno se transforme todo él en conocimiento; y yo os digo, que no hay mayor conocimiento que el amor verdadero, y éste no está en los libros; fijaos bien como entonces la sabiduria de vuestra alma cambia las diotrias de vuestra vista para de hacer de vuestra lectura conocimiento puro, amor puro; 
A vosotros:

 "Hubo una vez una reina sin rey, que aún poseyéndolo todo no tenía nada, y agotada en su desconsuelo se precipitó a la enfermedad; y estando enferma, no quiso aún morir, pero si vivir sufriendo su agónica tristeza. Como magna era su realeza y grande su poderio, de todas las partes de las siete provincias muchos médicos llegaron intentando restablecerla, más muy pocos de aquellos alcanzaron su corazón, y ni tan siquiera uno consiguió despertar el gozo de aquel corazón afligido. Así, la meláncolica reina, desahuciada de amor y víctima de un cruel pesimismo, desesperada, huyó lejos de su reino en busca de su propio antidoto. Y sola y desamparada, vagó sin rumbo a merced de la deseperanza; y tomando como guia en su camino la pena de un luto prematuro de amor, llegó hasta la frontera que separa la vida de la muerte, y abandonada de fuerzas se postró a esperar su hora, y mientras el tiempo le consumia la poca vida que aún quedaba en su maltrecho cuerpo, un halo de luz, sin forma aparente, se acercó para envolverla. Al envolverla, la joven reina se vió muerta, y muerta sintió alivio, alivió al no tener que soportar la carga de su corazón afligido; pero la realidad que la envolvía fue otra muy distinta: pues en los confines de la soledad halló la felicidad, pues allí donde habita el último de los sentimientos de este mundo fenoménico, allí empieza la dicha del Gozo Divino; allí, en el interior de cada uno, allí empieza la Verdad; allí, donde nada es necesario salvo el conocimiento de uno mismo, allí empieza la intuición; allí, donde la conciencia del alma observa lo externo como trivial y lo pasional como fruto del deseo, allí se encuentra la paz; allí, donde la mejor compañía es uno mismo, allí, se encuentra la amistad; allí, donde el amor es infinito, allí, se encuentra el amor verdadero; allí, donde el lujo de vivir es estar allí, allí esta el SER; allí ..., y sólo allí, está el único destino donde todo hombre debe ir. Y una vez que la reina despertó del sueño al que aquel halo la llevó, retornó su salud, y una vez que su salud hizó alarde de la vitalidad en su cuerpo, la joven reina tomó la referecia de su destino, y de regreso a esta vida, fue camino de su reino a reinar con el amor que había encontrado, comprendido y vivido dentro de si; pero en su camino de vuelta encontrose con un campesino y..., de aquella campiña, mi reina, no salió; pues algo vería en aquel hombre que antes no vió , pues el hombre era el mismo que antaño, que en la ida, la saludo; pero como quisiera la Providencia que asi fuera asi tuvo que ser más..., ¿no será también que el corazón tiene ojos para ver, y cuando la ceguera no le deja ver, no siente el amor en todo su ser?... será, más a mi joven reina así le sucedió.

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
629 309 929