miércoles, 14 de octubre de 2015

LA DESPROGRAMACION; original de Rafael Santamaría

 LA DESPROGRAMACION Un cerebro no es más que una CPU perfecta, diseñada con la tecnología más reciente, y que siempre está actualizada a la última versión existente. Esta es una herramienta física con la que se nos ha dotado del poder de crear imágenes en la pantalla de nuestro ordenador mental para poder vivir lo que estamos viendo. Pero al caer ésta CPU en manos individuales, al individualizarse en cada persona, cada uno le da el uso y el rendimiento que quiere, que quiere y que sabe o puede. El rendimiento de esta CPU nunca es del 100 por 100, ni tan siquiera llega al 30 por ciento; pues utilizamos programas repetitivos en secuencias distintas para lograr hábitos que representan nuestro modelo actual de pensamiento, y por ende, nuestro modelo de ver y de vivir la vida. Un modelo basado en arquetipos (o estructuras de pensamiento) impuestos por un "sistema operativo" que viene incluido de serie en nuestra CPU nada más nacer. Aparentemente este sistema operativo no es un virus, sin embargo nos condiciona constantemente a la hora de hacer uso de nuestro cerebro, afectando también de ésta manera a nuestra forma de pensar. Desinstalar algo que viene de "fabrica" requiere saber lo que vamos a desinstalar. Antes de seguir hay que aclarar que no es lo mismo formatear el disco duro de nuestros pensamientos, que borrar toda la información que nos ha instalado el fabricante. Muchos formatean su disco duro para instalar programas nuevos, pensando de ésta manera que han adelantado algo, pero lo único que hacen es cambiar unos programas por otros, programarse de nuevo (mentalizarse) con nuevos programas (nuevas ideas: nuevos formatos de entender, de pensar, ésta vida) Pero la vida como mejor la entenderíamos es libre de toda programación mental sea cual fuere ésta. Pues es sólo la ausencia de toda programación en nuestra CPU lo que le capacita a "correr", a procesar, cualquier tipo de pensamiento (de programa) que le introduzcamos y sacar el máximo rendimiento a ése formato, a ésa idea. Es más, en ausencia de programas base: de sistemas operativos estándar, nuestra CPU podría conectarse a la verdadera red de información (el Internet de nuestros días) sin más WiFi que nuestra propia conciencia: una antena de la que hemos sido dotados pero que apenas utilizamos al estar conectados por cable a la "red" (de pensamientos) que nos suministra el servidor que tenemos contratado; pues nos "han vendido" que la velocidad por cable es mayor que la de nuestra antena. Pero lo que muy pocos saben es el potencial que tiene nuestra conciencia, nuestra antena, pues quien opera con ella desde el "servidor" de su corazón puede conectarse a redes de información mucho más sutiles que las que le proporciona la banda ancha de su ADSL o la fibra óptica. Concluyendo, la verdadera desprogramacion consiste en poner nuestro cerebro a disposición de nuestra mente, y no nuestra mente a disposición de nuestro cerebro. Rafael Santamaría

viernes, 9 de octubre de 2015

LAS CASUALIDADES NO EXISTEN; original de Rafael Santamaría

LAS CASUALIDADES NO EXISTEN
En cierta ocasión alguien me comentó muy ilusionado que había encontrado a una persona muy especial en su vida:
- Sabes?, y sin buscarlo. Vino así, sin más.
- Ya - le contesté.
- Qué si!, que no lo buscaba.
- Verás, tienes que entender que no te puedes encontrar un billete de 50 euros por la calle si de vez en cuando no vas mirando el suelo.    Eso no quiere decir que cada vez que sales a la calle camines buscando encontrarte dinero por las aceras, pero de alguna manera aceptas que eso puede ocurrir y como consecuencia de vez en cuando miras.
Y en el caso de la persona que me cuentas, es como los trenes y las estaciones de trenes; pues has de entender que ningún tren llega a tu parada, nadie llega a tu vida, sin haber recorrido antes un trayecto previo; y ningún tren hace parada en tu estación, y nadie te invita a subir al tren de su vida, si no tenéis que emprender un viaje en común en ésta vida por muy corto que éste pudiera ser.
Rafael Santamaría

viernes, 2 de octubre de 2015

UNA ACCIÓN UN PENSAMIENTO; UN PENSAMIENTO UNA ACCIÓN; original de Rafael Santamaría

En su día entendí que todo lo que me costaba hacer obedecía simplemente a la idea de que lo pensaba: pensaba en lo que tenía que hacer, o en su defecto, lo que aún me quedaba por hacer, y aquél pensamiento o pensamientos, me agotaban; y como consecuencia,  más de una vez pospuse muchas cosas por pereza mental (y por el agotamiento físico a la que ésta me conducía)
En un momento dado me di cuenta de que todo aquello que posponia hacia posponer cualquier tipo de avance en mi vida; y que todo lo que posponia en mi vida obedecía siempre a aquello que me daba pereza hacer o empezar.
Y por qué me daba pereza empezar o hacer tal o cual cosa?
Porque mi mente estaba sobrecargada de pensamientos.
Una acción requiere de un único pensamiento. Más pensamientos en torno a esa acción, máxime cuando además son pensamientos negativos, pueden anular dicha acción, hacer que esa acción nos cueste más de lo normal, o que esa acción no salga como debiere.
Así que me dedique a hacer una cosa pensando sólo en esa cosa. Nada más.
Cuando mi mente esta centrada en lo que hago puedo con todo, pero cuando mi mente se dispersa entre la diversidad de quehaceres que cada uno de nosotros tiene que llevar a cabo en su vida, mi psique me hace pensar, y a través del simple pero mortal hecho de pensarlo (no de meditarlo) hace que me cueste hacerlo, ya que le pone una etiqueta a lo que voy a hacer, o tengo que hacer, robándome así y de está forma la atención que necesito para poder llevar a cabo esa acción a través de la energía que le estoy entregando a mis pensamientos. Posiblemente, si no me queda más remedio, lleve a cabo esa acción, pero con enorme sufrimiento. Esta actitud acaba derivando en cansancio y en desgana. Y el cansancio y la desgana siempre nos invitan a descarrilarnos del camino de la virtud eligiendo sendas alternativas en la vida que sólo nos conducen al triste y agónico páramo de la desolación y la soledad.
Un pensamiento una acción, una acción un pensamiento.
A cada momento le corresponde un pensamiento, tener muchos pensamientos en torno a un momento le roban a ese momento el distintivo de momento presente.
Hacer las cosas en presente no cuesta, cuesta hacerlas no viviendo el presente.
Rafael Santamaría