viernes, 17 de julio de 2020

LAS PELÍCULAS DE NUESTRO EGO; original de Rafael Santamaría

La mente se podría decir que es la pantalla de cine que utiliza nuestro ego para proyectar sobre ella el pasado y el futuro, lo que ya pasó y lo que creemos que nos va a pasar. 

Salir de esa sala de proyección mental es salir de los raíles del pasado y el futuro para quedarnos en la estación del presente; pues ningún tren pasa antes por esperarlo con más ansiedad, ni ningún tren que ya se fue regresa de vuelta para volver a pasar. 

La mente de nuestros pensamientos pasado y futuro, vaticina o recuerda, y con ésta forma de proceder anclada en el subconsciente, la mente compara, es decir, saca conclusiones. Las conclusiones no son más que juicios u opiniones con los que se reafirma constantemente nuestra manera de pensar a través de nuestros esquemas mentales, unos esquemas mentales que obedecen a una programación neuro lingüística recibida desde pequeños con el único fin de que nuestro cerebro, reservorio de una gran cantidad de energía, trabaje en unos mínimos que garanticen su nulidad.

Todo lo que es tiempo pertenece a la mente inquieta. Al salir de la atmósfera que crea el tiempo mental la conciencia se hace presente: uno empieza a tomar conciencia de la única realidad posible y existente a través de la manifestación de un yo interno, inmutable e impersonal, que va más allá del nombre, apellidos, nacionalidad y raza, el cual existe y existirá siempre y en todo momento.

Todo lo que vivimos es una película mental que dirige el guionista de nuestro ego protagonizada por todos y cada uno de nuestros pensamientos. 

Por norma general suele ser un drama debido a la carga negativa de nuestros pensamientos.

Pero todo ésto no es real, sólo existe en nuestra mente. 
Una vez que nos metemos en la película de nuestros pensamientos nuestra realidad es mental; y ésta realidad es tan creíble para nosotros como credibilidad demos nosotros a cada uno de nuestros pensamientos.

Cuando una persona no sabe salir de su mente a voluntad cae en el automatismo de sus pensamientos subconscientes; a través de ésta dinámica la persona se vuelve más y más mentalmente dependiente de una mente que aún teniendo un potencial infinito (a través del uso de la energía de su cerebro) ha sido reducida a su mínima expresión al estar limitada por los pensamientos pasado-futuro que no la permiten salir del bucle de una constante preocupación.

La mente queda reducida a ése bucle, a ésa espiral de pensamientos repetitivos que constituyen nuestra forma de vivir el día a día de nuestra vida.  

Cuando la mente es observada por la propia mente, la mente se interoriza y una conciencia interna empieza a tomar presencia despertando zonas hasta entonces dormidas del cerebro.

La observancia de la mente por la propia mente conduce a la liberación del ego.

El ego no es más que un proyector de películas que utiliza las salas del cine de tu mente para hacerte creer que tu vida y la vida es cómo te cuenta él a través de los intereses creados con sus películas. 

Cuando consigues salir del cine de tu mente te das cuenta de que todo lo que vives como real tan son películas mentales de tu ego.
 
Rafael Santamaría