martes, 14 de febrero de 2017

LA LUNA Y EL SOL;. original de Rafael Santamaria g

Y le preguntó la Luna al Sol:
- Y cómo podré saber qué lo que siento por ti es amor?
- Fácil hermana Luna,- le contestó el Sol - averigua primero lo qué es el amor, y luego mirá a ver si coincide con lo que sientes por mí.
- Y cómo averiguo lo que es el amor? - le preguntó la Luna
- Eso hermana Luna, es difícil, - le contestó el Sol - porque cada camino tiene su peregrinaje; y eso quiere decir que el tuyo sólo puedes recorrerlo tú.
- Pero..., y tú me quieres?
- Entiende que mi amor no ha venido a socorrer al tuyo, por lo que es mejor que encuentres primero el amor en ti para saber con certeza que ese mismo amor es lo que sientes tú por mi.
- Pero..., y si descubro que no te amo?
- Es mejor hermana Luna amar con el corazón que con los ojos.
Anda, ve, no tengas miedo, busca en tí lo que desearías encontrar junto a mí. Pero búscalo primero sola, que si lo encuentras, ya tendrás tiempo de compartirlo.
Y la Luna se distanció del Sol como la noche del día; y un día:
- Hermano Sol, ya sé lo que es el amor.
- Y qué es?, hermana Luna
- Eso hermano Sol, es difícil de explicar; cada camino tiene su peregrinaje, y eso quiere decir que el tuyo, sólo puedes recorrerlo tú.

Quién tenga oídos para oír que oiga.

Rafael Santamaría

SAN VALENTÍN; original de Rafael Santamaria

Por aquel entonces Valentín era un hombre sin corazón. Me cuentan que a la edad de dieciséis años una mujer le robó todo el amor que tenía; y que durante años nunca pudo reponerse de aquel infame hurto.
Con el corazón todavía entregado al pasado, una mañana decidió abandonar la aldea en busca de soledad, pues había oído decir que convivir en soledad reparaba todo mal de amores.
Pasarían muchos años sin que nadie supiera nada de él. Mas un buen día bajó hasta el pueblo.
Nadie le reconocía. Con el semblante cambiado parecía otro.
Me cuentan que vino buscando a la mujer que antaño le robó el corazón. Pero ella ya no estaba. Se había casado con un terrateniente del norte. Aunque bien sabido era por todos que  no era feliz con aquel hombre.

- Vengo a perdonarla. Dónde está?
- No está aquí. Buscas en vano. Marchó hace tiempo.
- Decirla si viene que la he perdonado. Que no la guardo rencor.
- Pero, si se llevó tu corazón!
- No amigo, se llevó lo que yo creía que era mi corazón.

Tras aquellas palabras Valentín regresó a la montaña. Y nadie más le volvió a ver.
Mas me cuentan que en la casa donde vivió siempre se veía salir humo de la chimenea, gritos de niños jugando, y una mujer tan bella de amor como lo era su corazón.
Qué cómo lo consiguió?
Dicen que aprendiendo a perdonar.
Yo sólo sé que la única vez que subí a la montaña, allí donde él vivía, una paz conquistó mi alma.
Así que creo yo que el verdadero amor sólo lo conquista quien ha encontrado la paz de su alma, como Valentín la encontró.
Rafael Santamaría