viernes, 30 de abril de 2010

MI MAESTRO; original de Rafael Santamaría

Os hablará, pero no le oiréis; estará junto a vosotros, pero no le reconoceréis; se ira, y entonces, sabréis que era El.
A vosotros:


"Maestro, he observado que guardas silencio casi todo el día; que no hablas mas que cuando se te pregunta; que no muestras tus palabras, salvo cuando las preguntas invitan a respuestas; que el silencio impera en ti para salvaguardar del ego tu sabiduría; que sabes callar para decir solo la verdad; que no hablas por hablar ni callas por callar; que no dices nada cuando nada tienes que decir; que al hablar niegas cualquier ofrenda al ego; y que el ego, no puede expresarse si no le das la palabra.
Maestro, observo en ti que eres conciencia en estado puro; que eres mente, esa mente que se abrió a la Gran Mente, y ahora forma parte de ese: Todo es Mente.
Maestro, observo que no haces nada al hacer, sino que dejas en el hacer la sabiduría de no hacer nada; observo Maestro, que no te implicas en lo que tu mente piensa, sino en lo que tu mente sabe que no sabe y con palabras no puede definirlo: el amor.
Veo en tu conducta Maestro, la conducta del hombre que emigra de todo tiempo pasado y futuro que lo tiene retenido, y vive en el modo presente la virtud de su tiempo: el ahora en su infinito instante. Siento en ti Maestro, la cualidad del que cede el paso porque se olvido de las prisas; la serenidad del que sabe sin tener que pensar; la calma del que goza de su paz sin tener que batallar; del que entiende con el gozo del amor; y del que ama con el gozo de entender.
Maestro, siento que la luz que irradia tu sola presencia es el prefacio que anuncia tu legado: el amor; siento que en tu interior se fraguó la llama eterna, y eterna se hizo en ti al amar; siento que la vida es vida en ti al saber entender la vida como el privilegio de saber vivir; siento como aprendiste de ti al saber buscar en tu interior la sabiduría que te hizo ver en ti, la Verdad del conocimiento; siento en ti Maestro, tu unión con el Padre, con ese Padre que es el Todo imparcial que lo es Todo, y lo siento, porque Tu eres en El lo que  El es en Ti: amor. 
Maestro, tus enseñanzas muestran el camino que es cada uno; muestran como el camino no es de ida, sino de vuelta; muestran la sabiduría del único conocimiento que el hombre desprecia por llenarlo de ego: el amor. 
Maestro, ser como tú, es el privilegio de saber lo que queda por descubrir; es el arte de cubrir el tiempo con la espera de lo eterno; es la facultad de no fingir amar para ser todo amor; es la lucha sin batalla que te lleva a liberación de la mente; es la gratitud de Ser la esencia del Padre en la morada del alma.
Maestro, si el Destino me llevó a ti, que el mismo Destino no me aparte de Ti hasta ser yo mi propio maestro.

Rafael Santamaría 
senseirsan@gmail.com
629 309 929

martes, 20 de abril de 2010

AQUELLO QUE SOMOS; original de Rafael Santamaría

No somos más que luz envuelta de más luz; y en ausencia de esa, nuestra luz, nos perdemos en el miedo y el condicionamiento que la mente alberga bajo la forma de nuestros pensamientos.
A vosotros:


 "En las profundidades de la mente naufraga el pensamiento rutinario de la vida, y en él y desde él, la ignorancia del hombre se hace cada día mas fuerte. Desde lo que no sabe que es cierto, crea todo un criterio de vida, toda una ética fraudulenta a la esencia de su verdadero SER; y sin experimentar la ciencia que dicen saber otros, da como valido lo que no sabe si es la verdad que busca o dice buscar; y en esa marginación que hace el hombre sobre su SER, marchita el hambre de amor que su alma demanda, que es la sabiduría que realza su belleza; la del alma.
Quien esta en la mente del hombre solo vera lo que la mente quiera ver; pero quien habite en el alma del hombre, vera a Dios en cada amanecer de su vida.
No somos mente ni pensamiento, no somos lo que la mente dice que somos; ni tan si quiera somos la realidad que nos inducen a vivir; somos el espacio-tiempo inmortal que habita en la moral enquistada del hombre.
Somos la esencia de una verdad inmaterial que tomo la materia como forma de expresar y sentir el amor; somos el rostro del amor enmascarado de complejos y condicionamientos; somos la realidad que hemos venido a ser en ausencia de nuestros patrones de conducta; somos lo maravilloso de un mundo oculto por la personalidad de nuestro personaje, el llamado ego; somos lo instantáneo al hacerse eterno; somos la fragilidad de nuestros sentimientos bajo el estigma de nuestra fe, el amor.
Y por mucho que el hombre huya de la realidad que alberga la esperada cosecha de su alma, el reencuentro con lo que hemos venido a ser, bajo la experimentación de nuestro propio aprendizaje, nos aguarda sin prisas al otro lado del prisma mental con que el hombre se ha propuesto entender la vida.
El que llama a las puertas del cielo buscando a Dios, ha de saber que el cielo esta en uno mismo, y que Dios esta en su interior.
No somos más que buscadores de oro, de un oro que reluce al sol de nuestra propia luz, de esa luz que brota de nuestra alma al iluminarse de amor; pero ese oro, se convertirá en ego cuando nuestro tesoro, nuestro oro, tome la apariencia de lo que nuestra mente piensa que es el oro, y no del verdadero oro: nosotros mismos."

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
629 309 929

sábado, 17 de abril de 2010

MI BUEN NOMBRE; original de Rafael Santamaría

Hay quien vio la luz en su rostro al ver la Luz; y hay quien no ve nada ni aunque la Luz le ilumine su rostro.
A vosotros:

 "En la oración que el alma lleva al rezar, un día contemple la mirada oculta que todo lo ve, y tras dejarme sentir por lo que veía, oí tras el silencio que se escuchaba, una voz que me hablaba sin decir nada. Aquella voz no tenia mas sonido que su propia voz; pero era La Voz, ahora lo sé. 
Un día, un hermano del alma, me hablo de Esa Voz, de La Voz que yo escuche al contemplar el verdadero silencio interior: aquel que no se inmuta por lo que no es, y que se reconoce en todo aquello que ES. La Voz, aquella Voz, era la Voz de mi Padre, y el Padre me hablo a través de Su Voz.
Un nombre me dijo; Su Nombre. Y con aquel Nombre lo dijo todo. Al entender sus palabras liberé mi alma de la mente; al usar su Nombre mi alma adquirió sentido, el sentido de su Buen Nombre. 
He aquí lo que dijo y cómo me lo dijo; he aquí la breve historia de su Buen Nombre:

            -Tú, que llevas mi Nombre, al hablar en mi Nombre, utiliza bien el Buen Nombre que te he dado. Y cuando quieras rendir pleitesía a los demonios que albergan los miedos de tu mente, entonces, no utilices mi Buen Nombre salvo, para alejar de ti a los fantasmas que tu mente ha creado. Pero si en el camino de tu vida, necesitas las fuerzas con las que empezaste la búsqueda del verdadero camino, del verdadero sentido de tu vida, pronuncia tal alto como puedas el Buen Nombre que te di en mi Nombre, y al así hacerlo, desde la pureza de mi Sagrado Nombre, regresaré a ti como hice al principio de los tiempos en los que mi Nombre, lo era Todo.
Pues has de saber hijo mio, que mi Nombre lo es Todo, y bajo ese Nombre, mi Nombre, tú lo serás Todo. Pero para saber qué nombre es el que te he dado al tener mi Nombre, has primero de reconocerme en ti lo que Yo Soy; y Yo Soy el que Soy por el Buen Nombre que tengo.
Nunca un Padre juzga a un hijo en Mi Nombre, porque Mi Nombre es el Verdadero Don que yo di a cada hombre. 
              - ¿Y cúal es tu nombre Padre?, ¿cúal es el nombre por el que he de llamarte cuando pronuncie Tú Sagrado Nombre?
              - Mi Nombre es AMOR; y el que no entienda mi Nombre, no me entenderá a Mi; y el que no use Mi Buen Nombre, no llevara Mi Nombre.
Mi Buen Nombre no es nada de aquello que la mente del hombre pueda discernir y reducir a palabras. Mi Buen Nombre hijo mio, es la Sagrada Escritura que alberga tu alma; pues es en ella, en tu alma, donde deje impreso Mi Nombre; aquel Nombre que el que lo encuentra, me ha encontrado a Mi.
              - Padre, ¿y si yo soy amor, todo amor? , entonces, ¿qué soy?
              - Hijo mio, si tú eres amor y sólo amor, como el Padre es Amor; tú eres Yo , y Yo Soy Tú.
En verdad te digo hijo mio, que para reconocerme en ti, has de beber primero del caliz amargo que la mente ha creado a tu alrededor; pero también te digo hijo mio, que el que bebe la uva que recoge de su propio viñedo, habrá aprendido la lección que la abrirá las puertas a Mi Buen Nombre. Usa pues así hijo mio, tu vida con el único sentido que le da sentido: Mi Nombre; y nada de lo que el hombre y la mente del hombre diga, sitiará por más tiempo mi Sagrado Nombre en tu alma; y así tu alma será libre en Mi Nombre, y tú serás libre en tu alma.

De aquellas palabras, ya sólo recuerdo su Buen Nombre, pero he ahí que creo, que su Buen nombre, me trae a la memoria sus palabras"

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
629 309 929
   

lunes, 12 de abril de 2010

EL MUNDO DE LOS SUEÑOS; original de Rafael Santamaría


Quien enseña con la humildad del alma, sabe que la verdadera sabiduría es el amor;
A vosotros:

"Hubo una vez en la historia que marca la historia, un hombre que doblego a todo un imperio con tanto sólo una historia de amor; su historia comienza donde comienzan todas las historias: en lo profundo del corazón; y desde allí, germina sin crecer para volver a geminar, en el alma de todos aquellos que sienten la verdad que anida en su corazón.
Aquel hombre al que la historia no recuerda su nombre, por el pecado del verbo amar, sería juzgado y sentenciado a muerte; pero antes de morir, al menos, pudo contar al mundo su historia; esta es su historia:
- De noche mirarndo las estrellas, vi en el palacio del rey una estrella que brillaba con la luz que brillan las estrellas, pero esta, no latia como laten las estrellas al sentir la paz que alberga la noche. Aquella singular manera de brillar me llevó hasta ella, y al ver que no era una estrella, soñé con llegar hasta ella para verla de cerca. Quien me iba a decir a mi que aquella mi estrella tenía nombre propio, y que por su propio nombre la conocería; y quien me iba a decir a mi que su amor me asestaria la punzada más grande con la que un corazón no puede sobrevivir sin amor, pues al decirme que me amaba, y sentir yo mi amor en su amor, la losa de su linaje puso fin a las esperanzas con que el amor sueña despierto en el mundo de la ilusión. Quise huir y dejar de amarla, pero mi huida me llevó hasta ella;  y aunque juré quitarme la vida en su presencia, nada más verla, me di cuenta de que mi vida se iria al irse ella.
No sabía qué hacer, salvo amarla; y en uno de aquellos encuentros sorteados de amor, la guardia real vio como la verdad que esconde las mentiras de la vida, se hacía tan real como la mentira de la hipocresía. Y de tanta ignorancia de amor que poseía su doctrina, quiso sus flechas herirme de muerte sin llegar a matarme. Pero el vínculo de nuestro amor era tan fuerte, que la flecha nos atravesó a ambos, mas la fortuna del que llora el último, me hizo a mi padecer el lamento de sostenerla en brazos hasta perderla.
Una vez muerta, prometi amarla en sueños hasta reunirme con ella; y aunque los sueños sólo hablan a los que sueñan, y mi sueño se había ido en la vida de la persona que amaba, soñé con ella mientras mi muerte era anunciada.
Y así, día tras día en el sin fin de los días, a cada momento en que cierro los ojos para verla, la veo; y al verla, sueño con ella. El lujo de cada uno de mis sueños es ella, el premio a mi fidelidad, la muerte que hasta ella me lleva.
Cuando me aunciaron mi muerte, vi tan lejana la espera, que casi muero de golpe; y ahora que manaña espira el plazo de mi espera, no me quieren dar muerte para que no me reuna con ella.
Pero el Destino sabe que un corazón que ama al amor, en amor se convierte al amar; y el amor del alma nada deja detrás salvo, el luto de un cuerpo que le sirvió para aprender a amar.
Asi pues, mis queridos oyentes, hoy cerraré los ojos por última vez, y al volverlos abrir, nunca más se cerraran, porque mi sueño se habrá hecho realidad. Pues en los brazos de la mujer amada, abandonaré la lucha del destino de mi alma.
Y así fue como a la mañana siguiente, aquel hombre al que la historia no recuerda su nombre, sin vida apareció muerto; pero hay quien dice, que en sueños, ese hombre vive en el pais de los sueños.
Y es así, que cuando me preguntan qué es un sueño, yo les contesto: el amor de un hombre hecho realidad; y cuando me preguntan por el mundo de los sueños, yo les contesto: es el lugar donde se encuentra el amor de una mujer por el hombre que ama."

Rafael Santamaría
senseirsa@gmail.com
629 309 929  

domingo, 11 de abril de 2010

MI ANUNCIADA MUERTE; original de Rafael Santamaría

Asi como el que sabe no dice nada, así el que nada sabe intenta con palabras ocultar su ignorancia. En el silencio del alma esta el amor del Padre, el que lo encuentra, SABE.
A vosotros, que sabeis:

"-Maestro, he oido que tu muerte se aproxima y que no tienes miedo a la muerte. Que has vaticinado tu adios sin merecerlo, y que estas dispuesto a irte sin sufrirlo; y maestro, por más que intento entenderos no encuentro comprensión en vuestros actos; y aún mucho menos en vuestras palabras; si os vais muero con vos, eso es todo lo que llego a entender de vuestra muerte aunciada.
- Hijo mio, de allí de donde yo vengo, tú vienes, y allí a donde yo voy, tú iras. Hijo mio, muero sin morir en mi en la muerte que he escogido, y dejo en la muerte de los seres vivos, la facultad de sentir el miedo a la mal interpretada muerte. Nadie muere sin morir dos veces en la misma muerte de la que ha sobrevivido; quiera entender el que dice morir, que nadie muere en esta vida, salvo el que vive con el miedo a la muerte. No es real lo que veis hijo mio, pues lo que decis ver, es lo que interpretais a través de vuestra manipulada mente de lo que vuestra vista alcanza a ver. Abrid bien los ojos con los que decis ver hijo mio, pues solo al profundizar en lo que no veis, comprenderéis lo que no os han enseñado a ver.
Y la muerte hijo mio, es algo más que el final de una vida, es el principio por el cual la vida se hace eterna; es el repliegue que hace de la eternidad el instante de una vida; y como eterna que es la verdadera vida, nada acaba ni nada empieza. La esencia de lo infinito, aquello que somos, así es. Quien quiera morir que muera, y quien quiera vivir que viva; hijo mio, la elección es tan sencilla como la vida misma, y tan compleja como la elección que ha de hacer cada uno con el modo de vivir con el que encarará su personal sentir de lo que ha aprendido que es la muerte.
Y yo hijo mio, vivo en mi más allá de mi muerte, en un lugar donde la morada de mi alma reclama su legado, vivo en el infinito e imperecedero YO. Pero antes, es justo decir, que la muerte, se cobro varias de esas vidas que sólo son un instrumento de la verdadera vida.
- Maestro, ¿en verdad creis que la muerte es el principio de la verdadera vida?.
- En verdad te digo hijo mio, que sólo quien no tenga miedo a la muerte se habrá liberado de ella; y el que se libere de ella porque ya no ES muerte sino VIDA, al fin habrá entendido el proposito de la muerte en esta vida.
- Maestro, ¿y que haré yo cuando la muerte os libere de esta vida?
- Hijo mio, todo apego es muerte, y toda liberación es vida. Se vida pues, y estarás libre de apegos; entrega tu vida a los deseos de tu ego, y la muerte rondara tu vida, y tu vida nunca se desprendera de su apegada muerte.
- Y maestro, ¿cómo me desprendo de mi apegos para vencer a la muerte?
- Hijo mio, a la muerte se la vence con la fe de la vida: el amor; y al apego se le vence siendo la no mente; pues tu mente hijo mio, es un sin fin de creencias que nada tienen que ver con tu Esencia; la mente es la que da poder a la muerte; y tu alma, es la que da poder a tu vida; allí donde tu fijes la morada de tu atención, allí fijaras la residencia de tu existencia; fíjala en la muerte, y no viviras más que la totalidad de las vidas que necesites para alcanzar la vida eterna; fíjala en tu alma, y serás la eternidad de tu vida sin necesidad de tener más vidas. Se pues hijo mio, eterno como lo es el amor del Padre y en eterno te convertiras; se como los deseos del hombre, y efímera será la causa de tu vida.
No busques pues, la muerte que lleva a los cielos; busca mejor el cielo que no tiene muerte; busca en ti el amor que te hara ser el cielo de tu alma, y allí tu alma encontrará su cielo
-Maestro, tus palabras gozan de la sabiduría del que sabe que no va a morir. Un sin fin de emisarios ya anuncian tu entrada allí, donde el reino de Dios está presente. Quiero entender que cultivaste ese reino de Dios en tu interior, y eso te ha salvado de más muertes. Quiero entender pues Maestro, que el reino de Dios que todos llevamos dentro: el amor, es el que os dará la vida eterna.
- Sois afortunado hijo mio, pues en vuestras palabras, esta la Verdad que yo digo"

Rafael Santamaría
senseirsan@gmail.com
629 309 929